Iris Sabater afirmó que «hemos tenido el regalazo de poder reunirnos en la plaza de San Pedro donde terminamos con la Santa Misa».
20 fasteanos en la marea verde dócil. Con la misma capacidad para ponerse a cantar que en clave de oración. Un manto verde de camisetas cubrió ayer en la tarde la plaza de San Pedro. Unos 30.000 jóvenes españoles abarrotaban el lugar desde el que hace unos tres meses despedía a un Papa y se vislumbraba la fumata blanca que anunciaba a otro Sucesor de Pedro. Por primera vez la Santa Sede permitía a la delegación de un país celebrar su encuentro local, ese que otras tantas veces ha tenido que organizarse en parques, polideportivos, recintos universitarios… En esta ocasión se reservaba un lugar privilegiado para el país con mayor representación en el jubileo de la juventud que se celebra este fin de semana en Roma y que culminará con la vigilia y la misa que presidirá León XIV mañana y pasado en Tor Vergata.
Una fiesta en toda regla con danza, testimonios y eucaristía que arrancó a las seis de la tarde. Entre canciones de Hakuna, Kairoi, Brotes de Olivo y otros grupos interpretadas por el coro dirigido por el sacerdote Toño Casado, se escucharon las voces de algunos peregrinos que compartieron sus inquietudes vocacionales. Como José Tomás, joven de 26 años de Tarancón que, después de romper con su novia y participar en un retiro de Effetá, aseguró ante la multitud que “realmente conocí a Dios”.
El matrimonio formado por Quique Mira y Mery Lorenzo Warleta, de Aute, una nueva realidad eclesial, compartieron que “la felicidad no está en encerrarse, sino en amar y dejarse amar”. María Tagarro, procedente de Astorga, dijo ante el micrófono que vivir la fe “me ayuda a celebrar los sacramentos, tener una vida ordenada de oración, conocer las necesidades de las personas que lo pasan mal, comprometerme en pequeños compromisos de servicio y apostolado…”.
No al turismo espiritual
“Somos peregrinos, hermanos, no somos turistas de un turismo espiritual, somos testigos del Evangelio, somos Iglesia en misión, somos Sínodo”. Con estas palabras, el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, se dirigió a los jóvenes durante la eucaristía que presidió en el altar durante habitualmente celebran los papas. En la multitudinaria misa concelebraron medio centenar de obispos.
En la homilía, Argüello invitó a los jóvenes a gritar con él: “Jesús es el Señor, somos la Iglesia. Queremos la paz en el mundo”. Al explicar a los peregrinos el sentido de este año jubilar, instó a cuantos le escuchaban a “sellar una alianza de esperanza a quien quiera escucharnos, a quien quiera compartir con nosotros algún tramo del camino”.
Ofrecer alegría
“Queremos ofrecer la alegría del Evangelio y así dar testimonio en nuestras calles y plazas de la belleza de creer en Dios, dar testimonio de una comprensión de la persona, del cuerpo, de la sexualidad vinculada al amor y a la transmisión de la vida”, remarcó el arzobispo de Valladolid. A renglón seguido, planteó a cuantos llenaban la plaza la necesidad de “dar testimonio de una forma diferente de plantearnos la economía, la cultura, la política”, además de “dar testimonio de una cercanía singularísima a los pobres, queriendo acoger en nuestra casa y en nuestro corazón a quienes están solos, a quienes sufren cualquier tipo de dolor, de sufrimiento, a quienes vienen de lejos, a quienes estando cerca de nuestras casas, nuestro corazón cerrado no descubre como un grito que nos está permanentemente llamando”.
Fuente: Iris Sabater y Vida Nueva