El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la santa Misa de ayer para dar gracias a Dios por los 40 años de la Fraternidad Sacerdotal. Fue concelebrada por monseñor Alejandro Daniel Pardo, Obispo Auxiliar de Buenos Aires; el padre César Garcés Rojas, Presidente de Fasta; el padre Andrés Quiroga Ramella, Regente de la Fraternidad Sacerdotal; y los sacerdotes de Fasta. Participaron además los seminaristas, las Catherinas y miembros de la Fraternidad Laical de distintas jurisdicciones de Argentina.

Homilía Completa:
En el Evangelio de hoy nos dice el Señor «traten de entrar por la puerta estrecha». Estoy seguro que todos tenemos la experiencia de querer subir al subte en horario pico, tener la mochila cargada en la espalda, o estar sentado en el colectivo que también está lleno de gente. Y sube a alguien que parece de equeco, ¿se acuerdan de ese miedo? el equeco que se cargaba de bolsos y de cosas y entonces la persona va subiendo y va forcejeando y para entrar te clava el bolso en la garganta. Uno mira o dice, bueno, no me di cuenta. Si alguno tuvo oportunidad de viajar en un avión eso está lleno. Hay gente que por impaciente nunca va después de despachar su valija. Entonces lleva 35 bolsos arriba del avión y se traba en el pasillo y vos estás queriendo sentarte y le dices «¿qué será que pasa allá adelante que el esto no avanza?». Y no avanza porque está la señora o el señor que lleva todos los bolsos todas las manijas lleva su Carrión y dos o tres carriones más y va subiendo las cosas, todo por no despachar su valija.

Por lo cual todos tenemos la experiencia de lo que es tratar de pasar por un lugar en un punto, muy cargados. Es casi imposible. Jesús es la puerta. El capítulo 10 de Juan nos dice, «yo soy la puerta, el que entra por mí se salvará». Podrá entrar y salir. Entonces si Jesús es la puerta y nos habla de que es una puerta estrecha no es porque Jesús quiera que nos quedemos afuera sino que seguramente lo que tenemos que hacer es bajar la mochila de la espalda o habrá que subir al avión con menos valijas. A veces lo que tenemos es demasiado equipaje en el corazón.
Y de eso se trata poder pasar por la puerta que es Jesús. Si cada uno de nosotros tuviese que imaginarse toda esa carga, todos esos bolsos, todas esas valijas, o si fuesen baúles y estuvieran en el alma, estuvieran en el corazón, ¿de qué estarían cargados? Quizás estarían cargados de orgullos, de rencores. Quizás estarían cargados de medallas y de prestigios que nos dimos a nosotros mismos. Quizás estarían cargados de diplomas. Por lo menos en mi parroquia a uno le gustaba decir: «yo hice tal curso, yo hice tal otro curso, yo padre me recibí de catequista» vamos como cargando prestigios, vamos cargando un montón de cosas que nos hacen pesados de equipaje, pesados de equipaje en el corazón.

Por eso creo que cuando Jesús nos dice traten de entrar por la puerta estrecha, lo que nos está diciendo es, «hermanos, traten de andar por la vida libremente de equipaje», sáquense de encima broncas, rencores, baúles de prestigio que se dan ustedes mismos, traten de sacarse de encima medallas y aplausos, traten de ser más sencillos, porque la puerta es estrecha. Y por eso tenía recién el celular que quería leerles, me parece que es tan expresiva, una poesía que recordaba hoy también de Miguel Unamuno este poeta, escritor y filósofo español, que dice:
Agranda la puerta, Padre, porque no puedo pasar,
La hiciste para tus niños, yo he crecido a mi pesar,
Si no me agrandas la puerta, achícame por piedad,
Vuélveme a la edad bendita en qué vivir es soñar.
Ojalá todos podamos descubrir una vez más de qué se trata la infancia espiritual en la que incluso tanto insistió siempre Santa Teresita. Cuando Jesús nos dice que seamos como niños, será para poder pasar por la puerta.
Según la idea dice también hoy Jesús vendran muchos de Oriente y Occidente del Norte y del Sur a ocupar sus lugares en el banquete del Reino de Dios El mensaje de Dios es para todos, es universal. Por eso cantábamos también con el salmo, «vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio».

y en la primera lectura del profeta Isaías allí también varias veces se usa la palabra «todos». Todas las naciones, todas las lenguas, todos los pueblos, todos los hombres. Una vez más, volverá a sorprendernos. Dejarnos sorprender por Dios de que el mensaje es para todos, que nadie quede afuera. A veces lo que pasa es que, así como la puerta es estrecha, pero el corazón de Dios es gigante, universal, nosotros tenemos un corazón estrecho. Quizá en casa tenemos puertas grandes, ventanas amplias pero el…corazón y la mente es demasiado estrecho y entonces no podemos entender como el mensaje del Evangelio es para todos y aquí recordar a nuestro querido Papa Francisco cuando en la última jornada de la juventud en la que él participó en Portugal, repetían que el millón de jóvenes que estaban allí, «en la iglesia tiene que haber lugar para todos, para todos, para todos, para todos».
De eso se trata la universalidad del amor de Dios. Que la puerta sea estrecha, pero que nunca sea estrecha en nuestro corazón y nuestra mente, creyendo que el mensaje de Dios es para pocos, entre los que por supuesto estamos nosotros.
Y por último en un momento de darme Jesús pero dicen las personas que se quedan afuera: «Señor ábrenos y Él les dirá no sé de dónde son ustedes y ellos dirán hemos comido y bebido contigo y tú enseñaste en nuestras plazas». Parece que fueran argentinos, se quieren salvar por contactos, chapeando nosotros te conocemos somos los amigos del campeón ¿cómo no vamos a poder entrar? ¿cómo no vamos a poder pasar? dale Jesús. Esta idea también que tienen estos hombres a veces nosotros también la tenemos. Hemos comido y bebido contigo que hace que nos sentimos un poquito más que los demás. Recordemos siempre que si nosotros conocemos un poquito más a Jesús, si hemos tenido la gracia de recibir los sacramentos y nos sentimos miembros activos de la familia de Dios que es la Iglesia, es por pura gracia de Dios, no es por mérito personal.
Me gusta siempre la espiritualidad de San Pablo. Será que porque estaba muy arriba y Dios lo volteó, lo tiró y le dijo, «pará, no te la creas. Yo te voy a hacer amor» y Pablo no se lo olvidó nunca eso. Por eso repite una y mil veces cuando soy débil entonces soy fuerte. Todo el tiempo está diciendo «soy el último de los apóstoles, soy como el fruto de un amor que experimenta la fragilidad, experimenta la debilidad, pero experimenta también el enorme amor de Dios y su gracia que trabaja en él y lo hace una de las columnas de la Iglesia»
Vamos entonces a pedirle a Dios en primer lugar pasar por la puerta estrecha. Que cada uno se lleve esta pregunta ¿de qué le tengo que desprender para andar viviendo el equipaje en mi alma y en mi corazón? La segunda: ¿de qué tengo que también ampliar mi cabeza y mi corazón? porque a veces me cuesta entender que el mensaje de Dios es para todos esos mensajes adversos. El corazón de Dios es amplio aunque la puerta se estrecha. , está la puerta de casa es amplia, pero el problema es nuestro corazón y nuestra mente. En tercer lugar, no «chapiemos» delante de Dios. Tampoco está bien «chapear» delante de nadie. Es como nos pasa mucha locura cuando viene la gente y dice, «padre yo fui monaguillo de Bergoglio» y todo bien hermano, yo no lo conocía y lo conocimos cuando fue Papa. Digo, me parece que está bueno abajarnos. Abajarnos y entender que todo es gracias a Dios y por eso tenemos que dar gracias todos los días al Señor.
Que Dios los bendiga mucho, una vez más gracias hermanos sacerdotes. Gracias a todos ustedes muchas gracias por lo que hacen en la de Arquidiócesis y también en otros lugares de corazón. Y una vez más mírenlo a Gabriel. Necesitamos curas con empuje que se coman la cancha y bueno, recién empezaste así que dale para adelante.
Amén