Queridos hermanos:
En este primer sábado de diciembre celebramos con profundo gozo el Día de la Amistad Miliciana, una jornada en la que volvemos nuestra mirada a uno de los bienes más preciosos que el Señor ha regalado a nuestra querida Fasta: la amistad nacida en Cristo, forjada en el ideal de la Ciudad Miliciana y custodio permanente de nuestra misión apostólica.
Providencialmente este año cae también en un nuevo aniversario de la ordenación sacerdotal de nuestro querido Fundador. Él nos enseñó que la amistad es mucho más que un sentimiento pasajero: es una forma concreta de construir la vida común, un modo de caminar juntos hacia la santidad. Con fervor nos decía que nuestra amistad “se nutre en la confianza mutua, en la simpatía, en la afabilidad” y que es precisamente ella la que da a Fasta “ese tono juvenil, permanentemente, que le da la posibilidad ilusionada de pensar que estamos siempre en posibilidad de resucitar y volver a nacer”.
En tiempos donde tantas fuerzas fragmentan, desgastan o enfrían el corazón, el Cura nos advertía que no nos dejáramos ganar por tonos dramáticos ni por la tentación de convertirnos en “tecnócratas planificadores” incapaces de reconocer la primacía de la concordia. Por eso afirmaba, con su estilo tan propio, que si alguna vez un proyecto fracasara, pero se conservara la armonía entre nosotros, entonces ese fracaso sería, en verdad, un triunfo del Espíritu: porque “es más importante nuestra concordia que todos los proyectos que podamos tener”.
Hoy, como comunidad que ha recibido su espíritu y su legado, celebramos esta amistad miliciana que no es una simple amistad humana, sino un vínculo enraizado en Cristo, que nos permite reconocernos como hermanos, alegrarnos con el bien del otro y sostenernos mutuamente en la misión.
Que este Día de la Amistad Miliciana renueve en cada hogar, en cada Ruca, en cada jurisdicción, el deseo de cuidarnos, escucharnos y caminar con esperanza. Que nuestra amistad sea siempre un lugar donde el otro pueda encontrar descanso, alegría y luz.
Con mi bendición sacerdotal.
¡A tus órdenes!
Pbro. César Garcés Rojas
Presidente de Fasta






