
El espíritu de Fasta atravesó toda la celebración, especialmente cuando los jóvenes realizaron frente al altar su promesa personal en favor de Dios, la Iglesia, la patria y la familia: “Nuestro carisma pasa por la evangelización de la cultura, la familia y la juventud. Por eso inculcamos desde el nivel inicial el amor a Dios, a la Iglesia, a la patria bien entendida: la de San Martín, Belgrano y Güemes”, comentó.

La ceremonia se dio además en un contexto profundamente simbólico: el inicio del Adviento, la reciente celebración del 8 de diciembre y la cercanía de la Navidad. Para Tumbarello, ese marco reforzó el sentido del encuentro: “Vamos a festejar el nacimiento de Dios. Que nadie sustituya el lugar que le corresponde a Cristo. Es importante que las familias reposen en Él”.
El mensaje final del apoderado dejó una huella en los asistentes, muchos de ellos visiblemente emocionados. “Todos tenemos dolores: un ser querido perdido, un enojo, una división. El Señor propone que dejemos todas nuestras cargas en Él y van a ver cómo nuestra alma se alivia.”
Con ese espíritu, la comunidad educativa se trasladó luego al salón de actos del colegio, donde continuaron los festejos, los aplausos y los tradicionales retratos familiares.
Para muchos, fue un cierre perfecto para un camino que comenzó en aulas pequeñas y hoy se proyecta hacia nuevas etapas. Para el colegio, un hito que quedará marcado como el día en que su primera promoción escribió la página inaugural de su historia.
Fuentes propias y El Cordillerano






