Al Fundador
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- Nelson Santillan
- 7 de octubre de 2021
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- Amistad Miliciana Fundador Recordatorios
Por el padre Matías Bao
07 de octubre de 2021, Año de Nuestro Señor Jesucristo.
A nuestro querido Fundador, testimonio de discípulo y pastor, en los 59 años de la
fundación de Fasta. Gracias por encarnar en tu vida y ministerio la fidelidad y la
renovación y habérnosla transmitido a tus hijos desde los orígenes mismos de la Ciudad
Miliciana.
ENCARNACIÓN
Siempre sentí aversión por las idealizaciones y debo decir que cada día me
repugnan más cierto tipo de fábulas alienantes que a veces nos cuentan; más bien me
fascina la crudeza de la realidad vital y dinámica que espanta, escandaliza y maravilla a la
vez, y es por eso que tal vez me enamora el Cristo crucificado, encarnizado y sangrante.
Nada de Jesucitos apolíneos de rostros renacentistas, limpitos y pulcros como recién
salidos del sauna. El crucificado real no se parecía en nada a eso. Este “maldito” que pende
del madero me habla de la eterna paradoja del amor que sufre por amar, sin mentiras ni
maquillaje, riguroso como la vida misma, cruel como el embate del pecado. Y, de entre los
Cristos, quizás sea el que más me escandaliza el Cristo Roto: al esperpento original, al que
parece más gusano que hombre, le vemos superado en destrucción, y es que se le suman
nuestras nuevas infidelidades y faltas de amor actuales. Aquellas previstas y perdonadas
ya, pero no por eso menos dolorosas en su cuerpo hoy. Y, además, su figura derruida
resulta un recuerdo patente de que nuestra humanidad sigue rota -o llagada, como
dulcemente prefieren decir algunos-, esperando y gimiendo entre sollozos la Redención
final.
De esos “Cristos rotos” yo he conocido dos: uno de yeso y otro de carne. Ambos
aparecen juntos en esta foto y uno sostiene al otro, aunque la realidad invisible sea inversa
a la visible en esta imagen.
Quisiera referirme al “Cristo roto” de carne: roto y a la vez de pie, aunque hoy eso
nos parezca paradójico. Clavado en su cruz rodante por la convicción y experiencia de que
hay un Dios que nos ama y dio su vida por nosotros, experiencia, a veces, diáfana y dulce;
otras, árida y dolorosa. Pero experiencia vital al fin. Debo decir que conozco a este Cristo
roto, he convivido con él. Con todas sus roturas, me ha enseñado a amar y a través de sus
roturas me ha enseñado que amar es doloroso. Hoy, accidentado por haber caminado
entre los hombres, para hablarles de Dios, y con Dios, para hablarle de los hombres. Ya casi
no habla, al menos no el lenguaje claro y prístino que entendemos los mortales. Más bien
su tarareo sea signo de los ocultos gemidos inefables de alguien que habla dentro suyo un
lenguaje eterno: el lenguaje del amor hecho carne. Carne de perseverancia, donde hasta el
último suspiro, que todavía no llega, resiste paradójicamente de pie, como soldado de
Cristo, la Victoria definitiva.
En estos tiempos en que tantos referentes se desploman, en que los ideales se
manipulan, ensucian y trastornan, cuando necesito fuerza para seguir caminado, para
seguir dejando que me trituren en un ministerio crucificante, solo dos cruces siguen en pie
frente a mis ojos para sostenerme y animarme a seguir amando: vienen a mi mente y
corazón la cruz de yeso y la de carne. La de yeso que me recuerda una realidad eterna e
invisible: la del Amor hermoso que sufre amando y que me pide lo mismo. Y la de carne,
que me recuerda que ser otro Cristo es posible, que no nos mintieron con fábulas
inventadas. Que Dios realmente sana y redime rompiendo y que hay que tener el valor y la
docilidad de dejarse romper.
Gracias, Señor, por permitir que se encarnen entre nosotros otros “Cristos rotos”,
tan humanos y accidentados como el primero, que con bandera en mano, nos animan a
seguir luchando por poner amor donde no hay amor, para obtener amor, por más doloroso
que sea.
¡A tus órdenes!
Mil. Pbro. Matías Bao
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Comentarios (2)
Juan Carlos Bilyk
08 Oct 2021Preciosa pieza has escrito, querido padre Matías, llena de vigor y esperanza. Gracias y a tus órdenes!.
Norberto
08 Oct 2021Gracias por sabias palabras que empoderan toda fé…
«…que con bandera en mano, nos animan a
seguir luchando por poner amor donde no hay amor,
para obtener amor,
por más doloroso que sea…»