La Palabra de Dios en el Padre Fosbery
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- Nelson Santillan
- 13 de septiembre de 2024
- El Rincón Formativo Fundador
Por Juan Carlos Bilyk
Con la expresión “en” del título, lo que pretendemos mostrar en primer lugar es cómo la Palabra estaba realmente presente en el padre Fosbery. Que la Palabra estaba, patente y presente, en su mente y en su corazón. No sólo “de memoria”, como tal vez pueda suponerse. El Padre Fosbery, aunque ya no esté en el tiempo sino en la eternidad, incluso hoy nos trae la Palabra de Dios. En su predicación, en sus escritos, en nuestros recuerdos, allí está él, llevándola y pronunciándola de modo recurrente y habitual, sencillamente porque se encontraba en su interioridad. Y hoy se encuentra frente a Ella, contemplándola en vivo y en directo.
Porque la Palabra de Dios, más que “algo”, es “alguien”.
Ahora bien, si por “Palabra de Dios” se entiende la Sagrada Escritura y la Tradición, debemos señalar que del cura no vamos a encontrar algún trabajo o desarrollo sistemático y organizado del tema. Pero, si entendemos por Palabra de Dios lo que él remarcaba una y otra vez (ya veremos qué cosa), notaremos que Fr. Aníbal aludía al tema de la Palabra de manera frecuente e incesante. Se puede “navegar” entre lo mucho que se ha editado de su autoría buscando qué dijo al respecto, con la seguridad que siempre se encontrará algo. Ciertamente no dijo nada nuevo. No era novedoso porque no podía serlo. Enseñaba lo que enseña la Iglesia. En todo caso era “nueva” la forma en que decía las cosas. Era un predicador. Y muy original. Con todo, no dijo muchas cosas acerca de la Palabra, más bien insistía siempre en los mismos puntos (que luego detallaremos).
Y si nos referimos a la Palabra como Revelación divina, y esto como Escritura, el Fundador no era un exégeta en el sentido técnico de la palabra. En todo caso, era un teólogo y un predicador que hacía exégesis. Él fue un dominico cabal. Y, como sabemos, de todo hijo de santo Domingo de Guzmán la Palabra fluye connaturalmente. Con ella, con la Palabra (hablaremos en presente a partir de ahora, porque lo que vamos a decir lo sigue haciendo) nos ilumina e ilustra, lanza admoniciones y consuelos, anuncia, clama y toda forma de predicar que se nos ocurra, de manera constante, habitual, incansable. Está predicando sobre el ser miliciano y para iluminar nos trae o un pasaje evangélico, o bien ya está citando a san Pablo (éste con evidente predilección, a lo santo Domingo). Habla de la Iglesia y cita al libro del Apocalipsis o nos trae un profeta de la Antigua Alianza. En suma, fundamenta cualquier enseñanza del Magisterio con la Palabra Escrita (Biblia), y también con la Oral (Tradición, con preferencia por san Agustín). Y, para ambas, ciertamente utiliza a santo Tomás de Aquino de manera frecuentísima. En concreto, y en relación al Nuevo Testamento, Tomás recuerda a sus lectores que éste ordena a los hombres a la vida eterna más por la gracia que por los preceptos (que era lo propio del Antiguo Testamento). Lo mismo el cura. Así podemos encontrar que, aunando las dos cosas, la Palabra como lo que es (en sí misma, que aún no lo dijimos), y la Palabra como lo que se encuentra consignado en la Escritura y contenido en la Tradición, nos dice:
La permanencia en la Palabra es lo que me va transformando en discípulo del Señor. Soy un seguidor del Señor, soy un cristiano, me llamo cristiano porque le sirvo al Señor, porque estoy inserto en su Palabra, porque estoy refugiado en el Señor. Voy quitando de mi corazón todas aquellas cosas que no responden a la Palabra de Dios, me voy liberando de las esclavitudes, soy poco a poco un hombre libre. Nada esclaviza más que el pecado, y nada libera más que la gracia (“Reflexiones sobre textos del evangelio de san Juan”, tomo I; MDA, 2015, pág. 177).
En verdad, Fray Aníbal no se apropiaba de la Palabra, La Palabra se apropiaba de Fray Aníbal.
Y ahora sí, retomando lo que dijimos al comienzo, podemos preguntarnos: ¿cuáles son los temas centrales respecto de la Palabra de Dios para el padre Fosbery? ¿Qué es la Palabra para el padre Fosbery? O, más bien, ¿Quién es la Palabra?. Entonces, y sin traer acá todo el conjunto de cosas que nos enseñó al respecto, podemos encontrar que, según Fr. Aníbal (y, por tanto, según la Iglesia, que está antes que nuestro cura):
- La Palabra revela la Voluntad de Dios, esto es, su Plan de Salvación.
- La Palabra contiene el Misterio de Dios.
- La Palabra exige adhesión de nuestra parte, permanencia, obediencia… y eso se da por la Fe.
- La Palabra juzgará nuestra conducta.
- La Palabra fundamenta toda nuestra ciencia y saber, así como nuestra Esperanza.
- La Palabra se revela progresivamente en la historia (primero en Israel, luego en la Iglesia).
- La Palabra está en la Biblia, pero no es la Biblia (aunque la conocemos sobre todo por su lectura y meditación).
Y lo más importante, lo central, la clave de este asunto:
- La Palabra es el Verbo de Dios, el Logos de Dios.
- Y siendo Cristo el Verbo Encarnado, Él mismo es la Palabra de Dios.
En conclusión, y como dijimos al comienzo, la Palabra de Dios más que “algo” es “alguien”, ES CRISTO: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).
Para cerrar, traigamos ahora a nuestro artículo alguna predicación de Fr. Aníbal Fosbery que nos hable de eso último, como para que no parezca un punteo de temas en abstracto:
Jesús, poco antes de la Última Cena, en la víspera de su muerte, realiza una última oración que hace por aquellos que Él ha elegido y ha amado, Cristo le da gracias al Padre por aquellos que le ha dado, sus Apóstoles, quienes escucharon la Palabra y la aceptaron (cfr. Jn 17, 1ss). Esta Palabra de Dios, que es su Palabra eterna e inmutable de Salvación, es una Palabra con un nombre: Cristo. Una Palabra que tiene un nombre cuando llega hasta la historia misma de los hombres. Es el Verbo de Dios que desde siempre existe junto al Padre, y que el Padre nos envió para comunicarnos con Él, con su Verbo, con su Palabra eterna. En toda esta misteriosa comunicación de Dios, de su Palabra y de su Verbo está, de alguna manera, contenido todo el Plan de Dios. El Plan que Dios tiene para con nosotros es entregarnos su Palabra. Y será a través de ésta como Dios irá santificando y renovando todas las cosas (…) es la misteriosa Palabra con que Dios va queriendo cumplir su Plan en medio nuestro (“El miliciano apóstol”; Ciudad Miliciana y Formación; MDA, 2020, págs. 15-16).
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