Mensajes de Francisco a Fasta: fidelidad, renovación y la figura de Santo Tomás
- 637 Views
- Nelson Santillan
- 15 de mayo de 2023
- 1
- FASTA Papa Francisco
La siguiente es la conferencia magistral que brindó el director General de Movimiento, Silvano Penna, a los milicianos de la jurisdicción de Fasta San Francisco el pasado sábado 13 de mayo, festividad de la virgen de Fátima.
⦁ Reconocimiento y agradecimientos
Santo Tomás, siguiendo en este punto al gran jurista y filósofo romano Cicerón (aquél que impactó tan fuertemente en el corazón inquieto de San Agustín), enseñó que la virtud de la gratitud es una de las virtudes más bellas y que está íntimamente vinculada a la justicia, pero se diferencia de ésta en que el agradecido sabe que está en deuda y que esa deuda no se salda fácilmente. En la estricta justicia, en cambio, las deudas se pueden saldar. Cuando te das cuenta que eso no es posible, brota el agradecimiento; y a mayor deuda insaldable, se nos reclaman otras virtudes, como la religión con relación a Dios; la pietas filial o patriótica, con relación a los padres o a la patria; y la veneración, con respecto a aquellas personas a las que consideramos superiores en dignidad y por ello sólo ad miramos, es decir, miramos hacia ellos. En esta última virtud nos ubicamos todos nosotros, seguramente, con relación al Padre Fosbery. De ahí que hablar de él genera una tremenda inquietud espiritual.
Como miliciano de más de 50 años de vida en estas filas que compartimos, valoro enormemente este espacio de discernimiento espiritual y doctrinal que propone Fasta San Francisco. Y si, además, nuestras reflexiones giran en torno al legado doctrinal de nuestro Fundador, bueno, tal vez estemos haciendo un importante aporte para las presentes y futuras generaciones de Fasta: mantener viva la memoria y el legado de nuestro Fundador en el corazón de la Ciudad Miliciana.
⦁ Discurso escrito del Santo Padre Francisco a los miembros de la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino. Sala Clementina, viernes 30 de septiembre de 2022
Cuando nos recibió el Papa en el Vaticano, el 30 de septiembre de 2022, nos sorprendió: le acercaron el discurso que tenía escrito, lo miró brevemente y lo descartó; dijo que se lo entreguen al P. César y habló espontáneamente. Bueno, todos Uds. ya saben lo que nos dijo, centrando su alocución en la figura de nuestro Fundador y en la relación que ellos tuvieron, desde jóvenes. Fue maravilloso, emocionante.
Pero no podemos dejar de considerar la importancia que tiene el mensaje escrito que nos dejó. Ahí se refiere más a la obra de Fasta que a nuestro Fundador. De ese texto quiero compartir con Uds. dos párrafos, introductorios a esta presentación.
El contexto histórico en el que vivió su santo patrono, Tomás de Aquino, tuvo también sus retos. En aquella época ―el siglo XIII―, se estaban redescubriendo en Occidente los escritos del filósofo griego Aristóteles. Algunos mostraban resistencia en estudiar sus obras, pues temían que su pensamiento pagano estuviera en oposición a la fe cristiana. Sin embargo, santo Tomás descubrió que gran parte de las obras de Aristóteles estaban en consonancia con la Revelación cristiana. Es decir, santo Tomás fue capaz de mostrar que entre fe y razón hay una armonía natural. Al darnos cuenta de esta riqueza, que es esencial para superar fundamentalismos, fanatismos e ideologías, se abre un camino amplio para hacer llegar a las diversas culturas el mensaje de la Buena Nueva siempre con propuestas que son compatibles con la inteligencia del ser humano y respetuosas de la identidad de cada pueblo.
He aquí un primer aspecto muy importante, de Santo Tomás y de lo que nos dice el Papa: somos hombres y mujeres de nuestro tiempo y, en este tiempo en el que nos toca vivir, tenemos que dialogar con la cultura que nos toca, con la realidad que se encuentra frente a nosotros. No podemos ser nostálgicos del medioevo o de cualquier otro tiempo pasado; no somos los que vamos a afirmar siempre, como una triste letanía: “todo tiempo pasado fue mejor”.
Además, en este tiempo y en este contexto cultural debemos evangelizar, asumiendo los desafíos de la “nueva evangelización”, que no es nueva en su contenido, sino que debe ser nueva en sus métodos, en sus expresiones y en su ardor, como nos lo enseñaba san Juan Pablo II. Y no nos queda otra que “dialogar” con este tiempo, con este mundo: “estudiar y dialogar, más que dogmatizar y condenar” dice nuestro Preámbulo. Y si santo Tomás pudo extraer lo mejor del paganismo, para armonizarlo con la fe cristiana, nosotros deberemos imitarlo, en este tiempo y en esta cultura que nos toca vivir.
Sigamos escuchando al Papa:
Otro testimonio que nos ha dejado santo Tomás fue su profunda relación con Dios, que se manifiesta, por ejemplo, en la adoración a Jesús en su presencia real en la Eucaristía. Sabemos que él fue el autor de hermosos himnos eucarísticos usados hasta el día de hoy en la Liturgia de la Iglesia. Su espiritualidad le ayudaba a descubrir el misterio de Dios, mientras que sus talentos hacían posible que lo plasmara por escrito. Esto es un dato importante: para desentrañar la presencia del Señor en el mundo, en los acontecimientos, es necesario orar, tener el corazón unido al de Jesús en el sagrario. Así nuestro espíritu se alimenta, se fortalece, las potencias humanas, como la inteligencia, se perfeccionan, y somos capaces de ver de un modo trascendente cada situación, incluso aquellas que ante la lógica humana solamente pueden presentar un panorama desalentador. Precisamente, la fe y la razón, cuando caminan de la mano, son capaces de potenciar la cultura del ser humano, impregnar de sentido el mundo, y construir sociedades más humanas, más fraternas, y por consecuencia, más llenas de Dios.
Qué importante esto que también nos señala Francisco: deberemos cultivar, desde la interioridad, fortalecida por la Gracia, por la Fe y por la formación doctrinal, una cierta “fineza” espiritual, para poder descubrir los “vestigios” de Dios en la naturaleza y la “imagen” de Dios en los hombres. Por eso nuestro Fundador nos enseñó que la primera configuración del ser de Fasta nos exige “construir la invisible presencia del reino de Dios en nuestros corazones” y, al explicar de qué se trataba esta configuración, nos decía que debíamos cultivar la interioridad, allí donde, con el auxilio de la Gracia, es decir, en amistad con Dios, alcanzamos las certezas sobre la verdad de Dios, el mundo y el hombre.
Y ello nos dispone de un modo especial para la acción apostólica; por ello la segunda nota configurativa del ser de Fasta depende de la primera; y el Preámbulo la formula así: “y desde ella y en razón de ella (es decir, desde y en razón de la primera), conformar la temporalidad”. Por ello, nuestra acción apostólica y evangelizadora no debe ser una mera acción social, o solidaria, ni siquiera formativa; es una acción evangelizadora que brota de una profunda vida interior, tal como nos lo recuerda el Papa, contemplando la vida de santo Tomás. Como también dice nuestro Preámbulo: “o esta acción la hacemos de rodillas o no dará frutos”.
⦁ Sobre Santo Tomás, su tiempo y su obra
Los primeros cristianos, y, luego, los Padres de la Iglesia, se vieron compelidos a servirse de términos y conceptos tomados de la Revelación, ya no sólo el Antiguo Testamento sino, y fundamentalmente, de las enseñanzas del mismos Jesús; pero también se vieron en la necesidad de incorporar los conceptos, las filosofías y las doctrinas paganas, en todo aquello que no se oponga formalmente a la Verdad cristiana.
Todo este proceso que, obviamente, no vamos a desarrollar en esta charla, lo presenta magníficamente nuestro Fundador en la que tal vez sea su obra magna, en términos de aporte histórico-doctrinal-cultural: me refiero a “La cultura católica”. Y allí nos dice:
“Por otra parte, cuando comienzan a convertirse al cristianismo los hombres formados en la filosofía pagana ¿debían dejar todo lo positivo que podía tener tal riqueza cultural, para quedarse solamente con el “dato” de la Revelación, o más bien debían servirse de esta cultura poniéndose al servicio de la Revelación?”
Hubo, al respecto, como dos actitudes frente a este desafío: de una parte, no faltaron los que adoptaron una actitud contraria a la cultura pagana, y, más especialmente, a su filosofía; Tertuliano, tal vez, fue el más claro exponente de esta actitud: el cristiano no tenía necesidad de buscar la verdad fuera de la Revelación. Fuera de ella sólo se dan contradicciones, absurdos y oscuridades. Con ese modo radical, intenta preservar el dogma de toda forma explícita o encubierta de contaminación con la herejía.
Sin embargo, algunos asumieron otra actitud: era necesario cristianizar el paganismo; defender el dogma, pero utilizar también las fórmulas filosóficas tomadas de los griegos. Entre éstos se destaca San Justino, sin duda es el más importante apologista griego del siglo II. Y funda su actitud en la concepción estoica de las semillas de razón, innatas al género humano, que permite incorporar las verdades fragmentarias encontradas en tantos filósofos, y a las cuales éstos han arribado por participación del logos – razón en el Logos – Divino.
Si toda verdad ha sido comunicada por el Verbo de Dios, de este modo, es posible llegar al paganismo con confianza y asumir allí todos los conceptos que hayan nacido a la luz del Verbo, en la cual todos los hombres participan.
Además de ello le corresponderá al cristianismo establecer un nuevo orden moral, que deberá impregnar las costumbres individuales y sociales. Cuando llega el cristianismo, el mundo pagano está de alguna manera preparado y dispuesto para recibirlo: era “la plenitud de los tiempos”. Pero era inevitable que, al ir sustituyendo con el mensaje cristiano a las antiguas religiones que convivían en el imperio, necesariamente se daría un profundo cambio cultural. Así, por ejemplo, lo enseña nuestro Fundador:
“El derecho romano va cambiando por la acción de los emperadores cristianos. Se mezclan las normativas jurídicas con hechos que miran al mejor cumplimiento de la vida cristiana, como el ideal de la vida consagrada, o las exigencias morales del matrimonio, afirmando su indisolubilidad, rechazando el adulterio, o penando el divorcio y el rapto. Se mira también a mejorar la condición social de vida de los esclavos y se establecen facilidades para obtener la libertad.”
Será, finalmente, San Agustín el que tendrá la gran tarea de conjugar, en una magna integración doctrinal, los grandes temas de la filosofía pagana, especialmente los aportes del neo–platonismo y del estoicismo, con la naciente teología católica, fundada en la Revelación. Desde esta metafísica, las cosas, la realidad, la naturaleza, se encuentran aptas para ser conocidas en su verdad natural y sobrenatural.
Mientras transcurren los siglos de afirmación de la religión y de la teología, de fortalecimiento de la tarea evangelizadora y de inculturación del paganismo, corresponderá a la Iglesia un rol preponderante en la conservación de la cultura clásica, en medio de los embates de las invasiones bárbaras.
Será entonces el momento de las grandes herejías y del gran desafío doctrinal de la Iglesia. Será, ya en el siglo XIII, el tiempo del encuentro de la fe y la razón. Esta tarea corresponderá, fundamentalmente, a Santo Tomás de Aquino, y será realizada por él de un modo inigualado. La razón natural, iluminada por la fe, asume el legado pagano, en su razón o semilla de verdad, y lo integra, en armonía con la Revelación y la Tradición cristianas.
Tomás de Aquino, es fundamentalmente, un teólogo, tal vez el más grande y completo, pero este mismo calificativo supone una sólida formación filosófica, a partir de la cual dio también innumerables aportes en el campo de la metafísica, la filosofía natural, la antropología, la filosofía moral, la filosofía política y la filosofía jurídica, entre otras muchas contribuciones al pensamiento universal.
Porque en esto, radicalmente, consistió la magna obra de Aquinas: la perfecta armonía entre Aristóteles y San Agustín; entre naturaleza y Gracia; entre razón y Fe; entre justicia y Caridad. entra libertad y Providencia… Y no podía ser de otro modo, si todo procede de Dios, si todo conduce a Él.
Con su singular estilo, Chesterton hace más entendibles nuestras palabras anteriores. Así dice:
“Es un hecho de indiscutible importancia que Santo Tomás fue un hombre de un talento privilegiado que reconcilió a la Religión con la razón, que la extendió hacia las ciencias experimentales, que insistió en que los sentidos son las ventanas del alma y que la razón tiene un derecho divino a alimentarse de los hechos, y que es incumbencia de la fe digerir la comida fuerte de la más recia y práctica de las comidas paganas”
Tomás nació a principios de 1225 (o 1224, no está claro), en el castillo de Rocasecca, de una familia noble de origen lombardo. Fue el menor de 9 hermanos. Ya estaba destinado a la Iglesia. A los 8 o 9 años ingresa a un monasterio benedictino de Montecasino: por eso es un gran conocedor de las Escrituras, un gran contemplativo y tenía una gran capacidad de trabajo.
Luego se va a estudiar a Nápoles, donde conoce la Orden de Predicadores, que era una orden mendicante, no prestigiosa. En vez de seguir en la Orden Benedictina, decide irse a la Orden de Predicadores, lo que disgusta a su familia. En 1239 toma el hábito dominico y, por causa de esa actitud de su familia, queda recluido en el castillo de Rocasecca, donde se dice que memorizó la Biblia.
Superada esa “crisis” familiar, entre 1245 y 1248, fue enviado a proseguir sus estudios en París bajo el magisterio de San Alberto Magno, que era el gran maestro de la Orden. Es que ya se conocía su gran capacidad intelectual. Tomás era muy callado y reservado; y por eso le decían “buey mudo”, pero bien se decía de él que sus mugidos se escucharían en todo el mundo. Y vaya si fue así.
Era muy profundo e Inteligente, pero también caritativo y humilde. Era santo por sus virtudes. Por eso se dijo de él que era “el más santo de los sabios y el más sabio de los santos”. En 1248 se ordena sacerdote. En 1252 comienza a ser lo que hoy llamaríamos “profesor universitario” (Bachiller Sentenciario). En 1256 dicta la Lectio Inauguralis (una especie de Doctorado)… “Rigans Montes”, nombre que utiliza para explicar cómo la lluvia (la Sagrada Escritura) se esparce en los montes (la naturaleza).
En 1261 empieza a ejercer como formador de los frailes dominicos. Pero ya era famoso en toda la Iglesia. Y por eso el Papa Urbano IV le pide escribir el oficio del Corpus Christi, para destacar la verdadera presencia del cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Se dice también que el mismo
Papa le había pedido que escriba ese oficio a también a san Buenaventura; y así lo hizo. Pero dicen que este santo, al escuchar el oficio escrito por Tomás, directamente decidió romper el suyo.
En 1265 se traslada a Roma, para dirigir un grupo de estudios. Ahí empieza a escribir la Suma Teológica, su mayor obra, inconclusa. Justamente estaba destinada a explicar la teología a sus alumnos, algo así como “apuntes de clase”… Increíble. La Suma tiene tres grandes partes: I. Dios uno y Trino. La obra de Dios. II. La dimensión moral del hombre: actos y virtudes. La Gracia. III. Cristo y los Sacramentos.
¿Por qué agrupa así los misterios de Dios? Porque empieza en Dios, comienzo, recorrido y retorno: Dios crea todo y crea al hombre. El hombre vive en el mundo. El retorno del hombre a Dios.
En esos tiempos también se impugnaba que los religiosos miembros de las órdenes mendicantes (como los dominicos y los franciscanos) ejerzan la docencia; porque los mendicantes no cobraban y ello producía celos de los no religiosos. Por eso los dominicos envían al mejor, a su “estrella” académica: Santo Tomás. Tuvo que defender el estilo de vida, de estar fuera del convento. La vida mixta: lo contemplativo y lo activo, como Jesús. “Iluminar es mejor que solamente brillar”, dice Santo Tomás. Es decir, transmitir lo contemplado es superior a sólo contemplar.
En diciembre de 1273 tiene una visión beatífica. Por ello deja de escribir y le dijo a su amigo Reginaldo que después de lo que vio, todo lo que escribió es paja. Pero el Señor le había dicho, en esa visión: “bien escribiste de mí, Tomás”. Es que no se puede mirar el misterio de Dios, no porque sea oscuro, sino por exceso de luz, como querer mirar cara a cara al sol.
En 1274 el Papa Gregorio X lo convoca al Concilio de Lyon, pero en el camino se enferma y fue llevado al monasterio benedictino de Fossanova, donde muere el 7 de marzo de 1274, a la edad de 59 años.
Santo Tomás de Aquino fue no sólo una figura cumbre en el pensamiento medieval, sino uno de los más importantes filósofos y teólogos de la Iglesia Católica y del pensamiento universal.
El siglo XIII representó el esplendor de la Edad Media. Después de la caída del Imperio romano de Occidente, la cultura clásica pudo ser conservada especialmente a través de la labor de los Monasterios medievales, en los que pudo refugiarse gran parte de los textos griegos y latinos, en virtud de lo cual lograron volver a ser estudiados y transmitidos, en una suerte de regeneración de la cultura que alcanzó su auge en ese siglo.
Es un siglo en el que el cristianismo alcanza su mayor vitalidad e influencia, se vive una vida cultural intensa, con gran desarrollo de la teología, de la filosofía, de las artes, del derecho, etc. En este tiempo florecen los colegios y nacen las universidades, por la obra de la Iglesia. Es un período de enorme culturización y evangelización de los bárbaros que habían conquistado el Imperio romano.
Por lo tanto, caracterizar a la Edad Media como una edad oscura sólo puede responder a un interés ideológico, ordenado a negar o depreciar el bien que la Iglesia Católica le hizo a la cultura occidental, especialmente en ese tiempo histórico.
En toda la enorme obra de Santo Tomás (en la que se destaca su obra cumbre, la Suma Teológica) se puede reconocer un constante esfuerzo filosófico y teológico de encontrar la distinción y complementación entre los órdenes natural y sobrenatural, y así:
⦁ logra una adecuada integración y complementación entre las exigencias del orden y la justicia naturales, propias de la ley y del derecho, con las exigencias de la santidad evangélica, propias de la Revelación;
⦁ integra también la razón natural capaz de conocer la realidad con los datos de la Revelación, que establecen principios y normas superiores a las que descubrió la razón, pero que no las anulan ni sustituyen, sino que las perfeccionan; y
⦁ el reconocimiento de una naturaleza humana buena, en cuanto creada por Dios, aunque lesionada y herida por el pecado original; por eso en su oración para antes del estudio, pide al Señor que lo aleje de “la doble oscuridad en la que he nacido, la ignorancia y el pecado”.
⦁ ¿Por qué Santo Tomás es nuestro Patrono?
La primera respuesta a esta pregunta la obtenemos solamente mirando a nuestro Fundador.
Lo primero que podemos decir es que el P. Fosbery es tomista, por ser un fraile dominico. Un profundo dominico. Un “domini can” (perro de Dios) que abrazó la vocación de Santo Domingo, de “hablar a Dios de los hombres, y a los hombres de Dios”. Un profundo dominico que, como pocos, fue un fraile predicador, uniendo a una notable oratoria, la solidez de una formación teológica, filosófica, ética y sociopolítica abrevada, principal aunque no exclusivamente, en la doctrina de aquel también fraile dominico, “el más santo de los sabios, y el más santo de los sabios”: santo Tomás de Aquino.
Claro, dirán Uds., hay muchos y grandes tomistas que no son frailes dominicos; es verdad. Pero respirar el aire de la Orden, el amor a la libertad y la Gracia; la armonía entre el orden natural y el orden sobrenatural; entre otros aromas esenciales, es respirar el mismo aire que en el siglo XIII respiró Tomás en los claustros de la joven Orden mendicante. Ese aire fue el que desde muy joven respiró el Padre Fosbery, 7 siglos después, y que lo llevó a la decisión de hacerse fraile dominico, entre otras opciones que tenía entonces para responder a su vocación religiosa, como le había sucedido también al Aquinate.
Muchos hemos escuchado al P. Fosbery citar textualmente -en charlas, conferencias o aún en conversaciones informales- precisas sentencias de la Suma Teológica o de otras obras de Santo Tomás; incluso, muchas veces, lo piensa y lo dice en latín para poder después ensayar una traducción no literal sino conceptual, de la enseñanza tomista. Es, créanme, una experiencia admirable.
Pero el Padre Fosbery podría haber sido uno de los grandes intelectuales de su tiempo: y en gran medida lo fue. Pero no es sólo “un hombre de ideas”; es también “un hombre de hombres”, pues claramente su magnetismo personal y sus condiciones de conductor también lo definen; y es también “un hombre de obras”, cuestión que más de 60 años después de la fundación de Fasta prácticamente no admite discusión (y eso sin mencionar una extraordinaria gestión expresada al frente de la Unsta por 20 años, en Tucumán, entre otras obras que en su vida condujo).
Tal vez su dedicación a las personas y a las obras, como sacerdote, fundador y Presidente, le han restado tiempo a esa vocación intelectual. Entonces, sutil e imperceptiblemente, fundó eso que el P. Lobato con humor llamó “un tomismo de taberna”.
El Padre Fosbery nos enseñó a ser tomistas en lo cotidiano: amando a Santo Tomás, como fraile y como santo; distinguiendo lo sustancial de lo accidental; respetando el orden de la naturaleza, en el cual se asienta el orden de la Gracia; afirmando un realismo metafísico y gnoseológico en el discernimiento de la realidad; sosteniendo una Fe no reñida con la razón; y, fundamentalmente, en esa vocación de siempre: que el Evangelio se haga cultura. Y así nos enseña:
“Santo Tomás rescata por un lado el valor de la razón y el ámbito de la verdad natural. Le da valor, le da espacio, le asigna su propia formulación y al mismo tiempo muestra el ámbito donde se van a mover la verdad natural y la verdad revelada; no separándolas sino distinguiéndolas, y mostrando que, en definitiva, como la gracia supone a la naturaleza y la perfecciona, del encuentro de la naturaleza con la gracia viene la salvación, y, en definitiva, eso no es más que la manifestación de la proyección en la historia del misterio de la Encarnación. La Encarnación es el encuentro de la naturaleza divina con la naturaleza humana, en la Persona divina del Verbo de Dios. Ese misterio de la Encarnación se proyecta en la historia encontrando a la naturaleza con la gracia y del encuentro de la naturaleza con la gracia se realiza la redención”
Y también nuestro Fundador nos insta desde siempre a cultivar una especial devoción por Santo Tomás, a quererlo y a estudiarlo, por supuesto que, en la medida de la vocación intelectual de cada uno, pero con la certeza de encontrar en el pensamiento de nuestro Patrono una fuente segura y confiable para sostener nuestra Fe y los principios religiosos, morales, culturales y sociales que profesamos.
- El Papa: Urge un pacto educativo entre familias, escuela y sociedad
- Soñemos Juntos: misión, visión y líneas de trabajo de la «La dimensión de la espiritualidad antropológica y eclesial (interna y externa)»
- Mar del Plata: el Obispo entronizó una reliquia de santa Mama Antula
- Belleza y Esperanza para la Ciudad: Un Camino Inspirado en «Soñemos Juntos»
- “La esperanza no defrauda nunca”: el Papa Francisco publica un nuevo libro en el marco del Jubileo
- Julia Elbaba en Julio Parravicini y Carmen Marchetti fueron nombrados Notables de la Ciudad Miliciana
- Padre Fuerza. Dios está con Usted!! Bendiciones !! en El padre Jorge Puigdengolas sufrió un ACV
- Ramona Di Bari en El padre David visita la comunidad de Fasta San Pablo
- Mariana Di Gennaro en San Juan: «Celebramos la vida y la vocación del padre Andrés Yunes»
- Héctor Silverio Brandan en Tucumán: familia de Fasta mantiene viva la devoción por la Virgen del Carmen que se inició hace 320 años
Comment (1)
fernando schujman
16 May 2023QUERIDO SILVANO : Hermosa descripción , sin almibar ni barnices , mostrando con rigurosas apreciaciones y fina coherencia en los principios doctrinarios de la filosofía tomista , cuya finalidad es la búsqueda de «La verdad» cueste lo que cueste , empezando de «cero» las veces que sea necesario , para «comparar» las distintas posturas y abordar las cuestiones en estudio , quisiera distinguir a nuestro juicio una cualidad del Padre : No era un «Erudito enciclopédico de la Filosofía » como tantos teóricos ,que analizan y analizan con precisiones microscópicas los aspectos específicos con sofisticada hermenéutica , dificil de entender por el grado de abstracción en los razonamientos empleados. El Padre Fosbery no es un filosofo de gabinete , sacando conclusiones desde una burbuja ,para aplicarlas a la vida , Fosbery, hace filosofía desde la vida , no en un laboratorio , por eso desde las ideas , desde los hombres ,o desde las obras percibe con crudeza la realidad , con toda su complejidad y riqueza , por eso es capaz de hacer filosofía, explicando el devenir de la «Cultura Católica» desde una cosmovisión integral de la realidad , que se nombra tratando de mostrar lo sagrado y lo profano , lo natural y lo sobrenatural , lo humano y lo divino , la fe y la razon , como las caras de una sola realidad cuya conciencia plena desde la gracia seria el punto de convergencia donde encontramos las fuentes de luz que iluminan la razón , para conocer la realidad en su expresión integral. Nuestra vertiente pedagógica ,con énfasis en la razón y el metodo analitico como epistene del conocimiento científico , ignoraba la dimensión inmaterial de las cosas, ahora, el mundo de la Fisica se desmorona ante los fenomenos inexplicables del mundo sub atomico . sera por eso que sin decirlo , los filósofos a escondidas empiezan a releer a los clásicos , desandando el camino que nos tenía perdidos. Pocos se animan a pesar de las titulaciones , a plantear los temas de nuestro tiempo con la valentía intelectual del Padre fosbery , enorme tarea nos espera a quienes creemos conocer su obra , nos compete , la necesaria «comparación y síntesis» que exigen los problemas culturales que enfrentamos , donde pareciera que la «barbarizacion cultural» hace necesario rescatar desde el cafe ,el laboratorio o la calle , |una visión que reconstruya las partes atomizadas que nos muestra este mundo «virtual»