Padre César: «El padre Fosbery era el Buen Pastor». Homilía completa
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- Nelson Santillan
- 10 de mayo de 2022
- Fundador
Homilía del Padre César Garcés en la misa al Padre Fundador el sábado 7 de mayo de 2022
«Yo Juan vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas la naciones, y familias, pueblos y lenguas».
Se agolpan en mi garganta las palabras y las voces de mis hermanos sacerdotes, de las consagradas, de mis hermanos laicos.
Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo.
Estamos aquí, no alrededor del Cura, aunque estamos. Estamos alrededor del altar. Estamos frente al Buen Pastor.
El padre Guillermo esta mañana decía, de ese don, de esa gracia que tenía el Cura para pararse y leer los signos de Dios. Eso le viene de los hermanos dominicos, del Patriarca. Pero eso nos ha transmitido también a nosotros: como leer esta vida. Y no se me ocurre otro modo que leerla desde la palabra.
El primer día de la semana estando todos reunidos con la puerta cerrada por miedo a los judíos el Señor se hizo presente en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes» y su corazón se llenó de alegría.
Estamos aquí reunidos y ese miedo es el que nos aprieta el corazón y nos hace poner tristes. Y allí cuando llega la tristeza, cuando llegan las tinieblas para quitarnos la paz aparece Jesús. Jesús necesitamos escucharte, necesitamos que tu palabra aquiete nuestro corazón, que llega esa paz y que nos transfigura el corazón para llenarnos de alegría. Porque el Cura nos enseñó que «la alegría es la sal de nuestro estilo».
El Cura empezó a transitar el tiempo. ese tiempo que desde la misericordia de Dios fue tocado y transfigurado. Esa historia del hombre que tenía un sentido ha sido transfigurada porque ahora es la historia de la salvación. Y aquellos ojitos pícaros del Cura en esa foto que teníamos en el libro de sus poesías entraba en la historia y entraba e irrumpía en la historia. Y Dios ya tenía escrito su libro para él. Él no lo sabía todavía, como nosotros
Y se fue encontrando con los paisajes. Se fue encontrando con las tradiciones. Se fue encontrando con los amores. Esos arraigados en los profundo de su familia. El amor a la Patria. y Su mirada que se extendía en los bellísimos paisajes del sur que iban comprando su corazón.
El Señor en un momento de la vida se cruzó con él.
Vino un joven corriendo , se arrodilló delante de él y le preguntó qué debía hacer para heredar la vida eterna y el Señor le dijo «Ven, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres, toma tu cruz y sígueme» .
Y por misericordia de Dios, de la Iglesia y de nuestra amada Orden Dominicana, Aníbal pasaba a ser Bernardo. Era un religioso y era un hijo sacerdote. Un hijo que aprendió que ese sacerdocio lo quería vivir con intensidad, con absoluta entrega. Con entrega de holocausto en la Orden. Y se postró. Y entregó su vida.
El diácono nos mostraba una estampita del día de su ordenación sacerdotal. En la estampita decía: «Este es el pan que ha bajado del Cielo».
El evangelio del jueves era ese. La última comida que tomó en San Martín de los Andes fue a Jesús eucarístico.
Mis hermanos se deben acordar que el Cura en una homilía decía: el pan terrenal los comemos y se vuelve nosotros, se hace nosotros, algunos demasiado. El pan de la eucaristía nos tensiona hacia arriba y nos retransfigura a Dios y va haciendo que mi rostro se va asemejando al de Jesús, para que cuando me lleve al Reino y el Padre me reciba no vea ya mi rostro sino el rostro de Jesús.
«yo soy el pan bajado del Cielo» el que coma de este pan no morirá y yo los resucitaré en el último día.
Y este fraile, este cura empezó a transitar los caminos de la historia y como aquel evangelio de los que comenzaron a trabajar en la viña del Señor hoy están todos. Los de la primera hora y los de la última hora. Y a todos nos paga un denario. Porque el Cura pasó por cada historia, por cada acontecimiento de esa historia. Nos tocó y nos cambió. Ya nada fue lo mismo.
Hay una oración que está en el evangelio de Juan: le pide a Jesús que no pierda ninguno de los que les dió. Y en estos días hemos visto transitar unos muertos resucitados. Porque no estaban perdidos, estaban dormidos.
Cuántas veces llegaron las noticias tristes, duras y complicadas a nuestra vida, como aquella noticia que le dió Jesús a los apóstoles. De que iba a Jerusalén, que iba a ser juzgado, condenado, crucificado, muerto pero que también iba a resucitar. -a veces esa última palabra no la logramos escuchar y nos quedamos en la condenación y en la muerte. como nos conoce y nos quiere, nos agarra de la mano como a Pedro a Juan, Santiago nos lleva al Tabor y el Cura hacía eso. Nos llevaba al Tabor. Nos metía en el misterio para que nosotros aprendamos a leer la vida no desde la medida humana sino desde la sin medida desde el amor de Dios. en la Misericordia. Cómo leer nuestra vida.
El jueves también leíamos en la primera lectura a Felipe y al Etíope, donde Felipe le pregunta «¿comprendes lo que lees?» y el etíope le responde «cómo voy a comprender si nadie me lo explica» . Y el Cura se subía al carro y nos explicaba. Y nos bautizaba. Nos confesaba. Celebraba para nosotros. Nos confirmaba en la fe, Abría nuestra inteligencia y a volar. Hacía que conociéramos a Santo Tomás. Que tuviéramos sed.
Ahí está la imagen del buen Pastor con la ovejita en los hombros. Ahí estamos nosotros. Cuántas veces el Cura nos subió a sus hombros. El pastor conoce sus ovejas. Se acuerdan cuántas veces, una y otra vez, nos sorprendía el Cura sabiendo quién era cada uno. Y decíamos «¿cómo es posible que el Cura se acuerde de mí?» «¿cómo es posible que el Cura se acuerde de esto?» Porque era el Buen Pastor. Porque nos enseñó a transitar la vida en toda la riqueza de la vida , en los extremos del abanico.
Le encantaba ir a los campamentos, le encantaba encontrarse con los milicianos. Cantar con ellos, comer con ellos. ¿Se acuerdan de esa anécdota en un campamento con la fila de los escuderos? El Cura se pone detrás de un escudero en la fila y empieza a avanzar la fila y el escudero se da vuelta y lo mira hacia arriba y le pregunta: «¿y vos hace cuanto tiempo que estás en Fasta?» y el Cura le contesta «hace un año» y el escudero orgulloso le contesta «ya hace dos».
El Cura fue transitando la vida pero la fue transitando como Buen Pastor. dice San Pablo «Ya no soy yo quien vive en mí. Es Cristo quien vive en mí». Una personalidad espiritual, madura es aquella que le deja a Jesús adueñarse de sí y que mi boca sea la boca de Jesús. Mis oídos, los oídos de Jesús. Mis manos las manos de Jesús. Mis pies, los pies de Jesús.
Como aquel joven que preguntaba ¿cómo tiene que hacer para ganar la vida eterna? «vende todo». Guille lo decía esta mañana «Y Dios le fue arrebatando todo». Se acuerdan de aquella consigna «desnudo y de pié frente al Misterio». Así llegó el Cura. fue despojándose aún de sí mismo. Aún a pesar de sí mismo. Los curas se deben acordar cuando el Cura nos hablaba de Lacordaire aquel gran predicador francés que quedó mudo al final de sus días. Y Dios lo fue despojando de todo. El deshacimiento. Sacrificio de holocausto. No se acuerda nada. Nada.
Tantas imágenes del evangelio podría estar predicando mucho tiempo.
Jesús le diría hoy también al Cura lo que le dijo a Santo Tomás «has escrito bien de mí Tomás». Has escrito, has predicado. Has llevado la Buena Nueva bien querido Cura. Nuestro Buen Pastor.
Si hay algo que cada uno de nosotros tiene que agradecer porque nos mete en el misterio salvífico de la Iglesia es al Cura como pastor, como padre, como sacerdote.
Tuvimos la gracias, porque todo es gracia, todo es gracia, infinitos signos de la presencia y del amor de Dios. Algunos de nosotros representando a cada uno de ustedes nos fuimos peregrinar al sur a encontrarnos con el Cura y sin ponernos de acuerdo en distintos momentos se leía una de las poesías. Una que quiero leer ahora porque tiene que ver con la segunda lectura también.
ellos son los que viene de la gran tribulación. ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del corderoPor eso están delante del trono de Dios y le rinden culto día y noche el cordero está en medio del trono será su pastor y los conducirá a los manantiales de agua viva.
El Cura escribía
Hoy comienzo a subir
a las cumbres nevadas
a las cumbres más bellas
a las cumbres más altas
Hoy comienzo a subir
me han vestido de blanco
como las águilas.
Y ha venido María
y ha venido el Patriarca
hoy comienzo a subir
no hay tempestad
no hay viento
no hay borrasca
tan solo hay paz
hay calma
majestuoso silencio de Dios
Un secreto gozar de mi alma
Y una senda que lleva segura
A vivir en las cumbres más altas
Hoy comienzo a subir
me han vestido de blanco
como a las águilas
Vuela querido Cura. vuela alto. Abre el cielo para tus hijos.
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