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Monseñor Giorgi: «debes estar con los brazos extendidos entre el cielo y la tierra, eres puente»
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- Nelson Santillan
- 15 de agosto de 2021
- Movimiento Fasta Sacerdotes ⛪Iglesia
En una ceremonia presidida por monseñor Alejandro Giorgi, obispo auxiliar de Buenos Aires, los milicianos Matías Poccioni y Juan Ignacio Rodríguez Barnes fueron ordenados presbítero y diácono respectivamente.
Al comienzo de la homilía monseñor Giorgi destacó *»una ausencia que brilla que es la del Padre Fosbery y a quién realmente lo siento presente en este momento tan maravilloso para ustedes y que sé perfectamente, que él añora su presencia»*.
Extracto de la homilía de monseñor Giorgi:
Quisiera destacar una ausencia que brilla que es la del Padre Fosbery y a quién realmente lo siento presente en este momento tan maravilloso para ustedes dos, para todos, y que sé perfectamente que él añora su presencia. Pero está presente con esa «presencia brillante» que es una presencia discreta y profunda.
La mujer del evangelio que recién proclamamos que sin duda emocionada por la palabra y la persona de Jesús lo interrumpe y levanta la voz en medio de la multitud. Creo que hoy nos coloca frente a uno de los anhelos más profundos de nuestra vida: La felicidad.
Jesús fascina, conmueve. Causa admiración. Es lo que nos pasó a nosotros. Pero el camino de la felicidad, que comienza con esta fascinación, sabemos bien que debemos recorrer los caminos de la escucha, de la paciente escucha, felices son los que escuchan, Esa paciente escucha, esa cotidiana escucha de la palabra de Jesús. hasta convertirse en Vida. Y un poquitito más: hasta convertir..nos en palabra viva, en evangelios vivientes. Tal vez los únicos evangelios que muchos, muchos, lean en toda su vida: nosotros.
María llevada al Cielo en cuerpo y alma sigue siendo para nosotros, para toda la Iglesia para toda la humanidad. Evangelio, buena noticia, evangelio viviente.
Queridos Matías y Juani. ser un hombre de la palabra es antes que nada, ustedes lo saben bien: gustarla. Paladearla cada día. Aunque a veces guste amarga. O insípida.
Matías: debes estar con los brazos extendidos entre el cielo y la tierra, sos puente. Celebrar la eucaristía es hacerte contemporáneo con Él y permitir que todos nuestros hermanos sean partícipes de ese amor hasta el fin que Jesús nos entregó en su Pascua.
Queridos muchachos ejerciendo el ministerio ustedes, se los aseguro, van a ser muy felices. Van a ser felices con la felicidad de las bienaventuranzas.
Jesús les confía hoy la tarea maravillosa de acompañar el peregrinar de tantos hermanas y hermanos hacia la Casa del Padre. A muchos otros los tendrán que salir a buscar como el Buen Pastor sale en busca de la oveja perdida
No se dejen vencer por el cansancio y a veces también por el escepticismo que nos empieza a asaltar en algún momento de nuestro camino presbiteral. No se dejen vencer por eso. Por el cansancio, por las peripecias del camino, por la dureza de muchos corazones. Es muy penoso eso: el rechazo. El rechazo del amor de Jesús. Por la indiferencia. No sé si decirlo. A veces la indiferencia de propios y ajenos.
La paciencia de Jesús es más fuerte. Su amor, su obstinado amor, una vez más lo digo es más fuerte. Es más tenaz. Y nos lo brinda a manos llenas. Siempre.
La felicidad de María, esa hermosa felicidad que nos regala es la felicidad de los escuchan y hacen carne la palabra de Dios. Como ustedes, me animo a decirlo. La felicidad de María es nuestra. Esa es la felicidad que necesitan tanto hombres y mujeres de nuestro tiempo. Más aún después de vivir esta pandemia con tanto miedo, con tanta amenaza, con tanta incertidumbre.
Tomen de la mano a muchos otros y caminemos. El Padre nos espera en la eternidad.
La mujer del evangelio que recién proclamamos que sin duda emocionada por la palabra y la persona de Jesús lo interrumpe y levanta la voz en medio de la multitud. Creo que hoy nos coloca frente a uno de los anhelos más profundos de nuestra vida: La felicidad.
Jesús fascina, conmueve. Causa admiración. Es lo que nos pasó a nosotros. Pero el camino de la felicidad, que comienza con esta fascinación, sabemos bien que debemos recorrer los caminos de la escucha, de la paciente escucha, felices son los que escuchan, Esa paciente escucha, esa cotidiana escucha de la palabra de Jesús. hasta convertirse en Vida. Y un poquitito más: hasta convertir..nos en palabra viva, en evangelios vivientes. Tal vez los únicos evangelios que muchos, muchos, lean en toda su vida: nosotros.
María llevada al Cielo en cuerpo y alma sigue siendo para nosotros, para toda la Iglesia para toda la humanidad. Evangelio, buena noticia, evangelio viviente.
Queridos Matías y Juani. ser un hombre de la palabra es antes que nada, ustedes lo saben bien: gustarla. Paladearla cada día. Aunque a veces guste amarga. O insípida.
Matías: debes estar con los brazos extendidos entre el cielo y la tierra, sos puente. Celebrar la eucaristía es hacerte contemporáneo con Él y permitir que todos nuestros hermanos sean partícipes de ese amor hasta el fin que Jesús nos entregó en su Pascua.
Queridos muchachos ejerciendo el ministerio ustedes, se los aseguro, van a ser muy felices. Van a ser felices con la felicidad de las bienaventuranzas.
Jesús les confía hoy la tarea maravillosa de acompañar el peregrinar de tantos hermanas y hermanos hacia la Casa del Padre. A muchos otros los tendrán que salir a buscar como el Buen Pastor sale en busca de la oveja perdida
No se dejen vencer por el cansancio y a veces también por el escepticismo que nos empieza a asaltar en algún momento de nuestro camino presbiteral. No se dejen vencer por eso. Por el cansancio, por las peripecias del camino, por la dureza de muchos corazones. Es muy penoso eso: el rechazo. El rechazo del amor de Jesús. Por la indiferencia. No sé si decirlo. A veces la indiferencia de propios y ajenos.
La paciencia de Jesús es más fuerte. Su amor, su obstinado amor, una vez más lo digo es más fuerte. Es más tenaz. Y nos lo brinda a manos llenas. Siempre.
La felicidad de María, esa hermosa felicidad que nos regala es la felicidad de los escuchan y hacen carne la palabra de Dios. Como ustedes, me animo a decirlo. La felicidad de María es nuestra. Esa es la felicidad que necesitan tanto hombres y mujeres de nuestro tiempo. Más aún después de vivir esta pandemia con tanto miedo, con tanta amenaza, con tanta incertidumbre.
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