Mar del Plata: cuatro alumnos del Colegio reciben el sacramento del bautismo
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- Nelson Santillan
- 21 de diciembre de 2024
- Mar del Plata Red Educativa
En el mediodía de este sábado 21 de diciembre Mar del Plata, cuatro alumnos del Colegio Fasta San Vicente de Paúl recibieron el sacramento del bautismo en una ceremonia presidida por el padre Francisco Lázaro.
En la parroquia de Santa Ana, Ciro de 4º año , Bruno y Benjamín de 3º de Primaria y Juan Ignacio de sala de 5 años de Nivel Inicial estuvieron acompañados por sus familias, amigos y docentes de catequesis.
La ceremonia se desarrolló en una clima de alegría por este paso importante en la vida sacramental de los niños. El padre Francisco hizo una detallada explicación de cada uno de los pasos de la ceremonia que emocionó a todos los presentes.
Luego de un año de acompañamiento desde la catequesis los niños pidieron recibir el sacramento del bautismo. El bautismo es un rito de adopción y admisión al cristianismo que se realiza sumergiendo a la persona en agua. Se considera un sacramento de salvación que limpia del pecado y convierte a la persona en hijo de Dios.
El Bautismo es el primero y principal sacramento para el perdón de los pecados: nos une a Cristo muerto y resucitado y nos da el Espíritu Santo.
El primer sacramento de la iniciación recibe, ante todo, el nombre de Bautismo, en razón del rito central con el cual se celebra: bautizar significa «sumergir» en el agua; quien recibe el bautismo es sumergido en la muerte de Cristo y resucita con Él «como una nueva criatura» (2 Co 5, 17). Se llama también «baño de regeneración y renovación en el Espíritu Santo» (Tt 3, 5), e «iluminación», porque el bautizado se convierte en «hijo de la luz» (Ef 5, 8).
En la Antigua Alianza se encuentran varias prefiguraciones del Bautismo: el agua, fuente de vida y de muerte; el arca de Noé, que salva por medio del agua; el paso del Mar Rojo, que libera al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto; el paso del Jordán, que hace entrar a Israel en la tierra prometida, imagen de la vida eterna.
Estas prefiguraciones del bautismo las cumple Jesucristo, el cual, al comienzo de su vida pública, se hace bautizar por Juan Bautista en el Jordán; levantado en la cruz, de su costado abierto brotan sangre y agua, signos del Bautismo y de la Eucaristía, y después de su Resurrección confía a los Apóstoles esta misión: «Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19-20).
El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o derramar agua sobre su cabeza, mientras se invoca el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
A todo aquel que va a ser bautizado se le exige la profesión de fe, expresada personalmente, en el caso del adulto, o por medio de sus padres y de la Iglesia, en el caso del niño. El padrino o la madrina y toda la comunidad eclesial tienen también una parte de responsabilidad en la preparación al Bautismo (catecumenado), así como en el desarrollo de la fe y de la gracia bautismal.
El Bautismo perdona el pecado original, todos los pecados personales y todas las penas debidas al pecado; hace participar de la vida divina trinitaria mediante la gracia santificante, la gracia de la justificación que incorpora a Cristo y a su Iglesia; hace participar del sacerdocio de Cristo y constituye el fundamento de la comunión con los demás cristianos; otorga las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. El bautizado pertenece para siempre a Cristo: en efecto, queda marcado con el sello indeleble de Cristo (carácter).
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