por Giuseppe Brienza
Con motivo del centenario del nacimiento del politólogo y eurodiputado Don Gianni Baget Bozzo (1925-2009), el pasado 31 de octubre se celebró en Roma, en la Oficina de Enlace en Italia del Parlamento Europeo, el congreso titulado: «Homenaje a Don Gianni: sacerdote, místico y político. Un hombre de libertad».

Organizada por el Centro de Estudios «Don Gianni Baget Bozzo», la conferencia contó con el patrocinio del Grupo Parlamentario del Partido Popular Europeo (PPE) y de la presidencia del partido fundado por Silvio Berlusconi (1936-2023), Forza Italia, del que el sacerdote fue cofundador en 1994, redactando posteriormente su Carta de Valores. Por este motivo, hay que valorar las conclusiones del congreso, ya que fueron confiadas al vicepresidente del Consejo, ministro de Asuntos Exteriores y secretario nacional de Forza Italia, Antonio Tajani.

Entre los temas tratados en profundidad en las diversas intervenciones se encuentran, sobre todo, el anticomunismo de Don Baget Bozzo, su relación con Silvio Berlusconi, su experiencia en el Parlamento Europeo (1984-1994) y, por último, su dolorosa experiencia eclesiástica que, en el momento de su elección al Parlamento de Estrasburgo en las listas del Partido Socialista Italiano de Bettino Craxi (1934-2000), le llevó a ser suspendido a divinis durante casi una década (1985-1994).

Lamentablemente, en las diversas intervenciones que han evocado su figura ha estado ausente la contribución de Baget Bozzo al movimiento católico italiano en el período anterior a su ordenación sacerdotal, que tuvo lugar en 1967, a la edad de 42 años, a cargo del cardenal Giuseppe Siri (1906-1989). Durante los años del pontificado del papa Juan XXIII y del posconcilio, por ejemplo, entre los libros que se propusieron magistralmente establecer un programa de reconquista cristiana de la sociedad, hay que contar sin duda su Cristianismo y orden civil (Mame, Roma 1961), un ensayo incluido por el editor italiano David Cantagalli entre los «clásicos cristianos» (cf. G. Baget Bozzo, Cristianesimo e ordine civile, Edizioni Cantagalli, Siena 2011, pp. 160).

De hecho, si los católicos italianos hubieran leído y comprendido las análisis contenidas en este librito, tal vez habrían opuesto mayor resistencia a las estrategias subversivas que, dentro y fuera de la Iglesia, han trastornado la sociedad, desembocando finalmente en el 68. En vísperas del Concilio Vaticano II, con todo lo que ello supuso, Baget Bozzo demostró ver con lucidez los problemas que entonces (y aún hoy, aunque hayan cambiado las circunstancias y los objetivos) nos afligían.

Entre los diversos puntos fundamentales que aborda el sacerdote ligur en su escrito, cabe citar uno en particular, relativo al proceso histórico que condujo a la unificación de Italia (1861). En el capítulo V de Cristianismo y orden civil, Baget Bozzo explica por qué el «Risorgimento italiano» debe considerarse un movimiento político sustancialmente fallido. La razón, según él, es que los promotores del «resurgimiento» no lograron fundar correctamente el concepto de nación, permaneciendo dependientes de la concepción del contractualismo francés «que lleva en sí la descomposición de la sociedad y la anarquía», mientras que «la política es impotente sin una verdad auténtica». Por eso, añadía, «Italia se enfrenta al problema de una política nueva, es decir, de una política constituida orgánicamente en relación con la verdad, una política conforme a la fe y mediada por la filosofía, una nueva política cristiana».








