Del 15 al 17 de agosto se realizó  en Mendoza el Segundo Encuentro de la 2ª Generación de Fasta, una instancia que, once años después de su primer encuentro, se volvió una oportunidad providencial para reflexionar sobre el camino recorrido y renovar el compromiso con la misión. Los participantes compartieron sus vivencias y llegaron a importantes conclusiones que marcan la hoja de ruta para el futuro.

Identidad y patrimonio recibido

La 2ª Generación de FASTA se siente profundamente marcada por una historia común, una sólida formación espiritual y un compromiso activo en la vida institucional. Entre los elementos más valorados se encuentran una espiritualidad dominicana basada en los sacramentos y el amor al estudio, la experiencia militante de la juventud que dejó una impronta de compromiso y la cercanía con los sacerdotes y el Fundador. El legado de la amistad miliciana se destaca como un vínculo identitario y cohesionador.

La misión actual: ser el ‘gozne’ generacional

La misión que asume esta generación se centra en sostener el carisma de la institución y acompañar la vida de la Iglesia. Los participantes se definen como el «gozne» generacional, buscando conectar el espíritu fundacional de la 1ª Generación con la vitalidad de las nuevas. Se comprometen a conducir las obras de FASTA con fidelidad, promover comunidades apostólicas con fervor misionero y animar a la 3ª Generación con su testimonio de vida.

Desafíos y propuestas para la misión

El encuentro también identificó desafíos cruciales, como la necesidad de abandonar la comodidad institucional para salir al encuentro de los alejados y fortalecer la vida interior a través de la oración y la formación. Se proponen acciones concretas, como la organización de más encuentros y retiros, la tutoría a los jóvenes y la producción de materiales históricos. La misión se expande a ámbitos específicos como el acompañamiento a las nuevas realidades familiares, la guía a la juventud en su inserción laboral y la propuesta de alternativas culturales evangelizadoras.

El encuentro concluyó con un llamado a redoblar el esfuerzo, profundizar la vida de gracia y ofrecer con alegría el don recibido para el crecimiento de la Ciudad Miliciana. Con más experiencia y nuevas responsabilidades, la 2ª Generación reafirma su vocación de ser discípulos, misioneros y puentes de comunión entre generaciones.