La Iglesia de Cristo se regocija con un nuevo sacerdote, el Padre Gabriel Filipe, un joven formado en el seminario de Fasta que, en una emotiva ceremonia, ha entregado su vida por completo a la causa de Cristo. La celebración, cargada de alegría y con la presencia espiritual del Padre Fundador, se realizó al caer la tarde en la soleada y fría Buenos Aires, en la Basílica del Santísimo Rosario del Convento de Santo Domingo.
De un enviado especial – La solemne Eucaristía fue presidida por el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Monseñor Alejandro Daniel Pardo, y concelebrada por todos los sacerdotes de Fasta, quienes se unieron para acoger a un nuevo hermano sacerdote.

Un momento de profunda emoción
La ceremonia tuvo momentos de gran espiritualidad. Con la imposición de manos por parte del obispo y los sacerdotes, se invocó la venida del Espíritu Santo sobre el nuevo presbítero. Luego, el diácono Gabriel se postró en el suelo en un gesto de total entrega y humildad mientras se entonaban las letanías de los santos, un momento que refleja la muerte al mundo para el servicio a la Iglesia.

Uno de los instantes más conmovedores fue cuando el Padre Gabriel fue revestido con los atributos del presbítero. Su familia, su primera Iglesia doméstica, fue testigo de su entrega definitiva. El hecho de que un joven de una familia numerosa y profundamente católica responda al llamado sacerdotal es un signo de vitalidad para la Iglesia y para Fasta, y subraya el valor de la fe transmitida de generación en generación. La posterior bendición a su numerosa familia fue un gesto de gratitud y amor por haberlo acompañado en su camino.

Monseñor Pardo: “celebra cada Misa como si fuera la primera, la última y la única”
Durante la homilía, el Obispo dirigiéndose a Gabriel, destacó la grandeza y la humildad de la vocación sacerdotal. Expresó “No sos un superhéroe, nunca te creas eso. Sos un pastor que desde su fragilidad entra en comunión con las heridas de su pueblo”. Con estas palabras, invitó a Gabriel a vivir el ministerio con sencillez, cercanía y humildad, recordándole que el verdadero lugar del sacerdote es “el último lugar: el lugar del servicio”.

Rememorando al Papa Francisco, animó a Gabriel a ser un pastor con olor a oveja: un pastor cercano, que acompañe como nuevo cireneo las cruces de sus hermanos y nunca deje de conmoverse por los más vulnerables.

Asimismo, recordó que la misión del sacerdote se juega en la celebración diaria de la Eucaristía: “Un sacerdote celebra cada Misa como si fuera la primera, la última y la única”. Y agregó: “El presbítero no puede decir ‘esto es mi cuerpo’ sin vivir él mismo el deseo de entregar su propia vida por el pueblo confiado”.

Pidió para Gabriel el don de la misericordia, destacando que “un buen pastor nunca se cansa de perdonar, recordando siempre todo lo que Dios perdonó en su vida”. Y lo animó a confiar en la intercesión de Santa Teresita, a quien ambos tienen gran devoción: “La confianza y el amor son el camino: solo la confianza puede conducirnos a la vida”.

Padre Gabriel: “Señor te doy gracias por tu amor, no abandones la obra de tus manos“
Al concluir la celebración, Gabriel agradeció al obispo por recibirlo, a su familia y amigos, al ruca Pampero, al Colegio Fasta San Vicente de Paúl, y a todos los que lo acompañaron en este camino de fe durante sus años de formación. Agradeció también a los Sacerdotes formadores quienes fueron verdaderos instrumentos de la misericordia de Dios. “Qué hermoso es entregar la vida a Dios”.

Un camino de vocación y servicio
El Padre Gabriel nació en Buenos Aires en una familia de siete hermanos. Ingresó de niño al colegio Fasta San Vicente de Paúl en Villa Devoto, donde egresó años después. Fue durante su etapa universitaria que, a través de su participación en las actividades del centro juvenil (RUCA Pampero) y en otras comunidades, sintió con claridad el llamado del Señor al sacerdocio.
Tras su ingreso al seminario de la Fraternidad Apostólica Sacerdotal Tomás de Aquino, su formación lo llevó a distintas misiones para acompañar a las comunidades de Fasta en Buenos Aires, San Juan, Chaco, Tucumán y Córdoba. Desde su ordenación diaconal, está destinado a la comunidad de Fasta Mar del Plata, donde es capellán del Colegio Fasta San Vicente de Paúl y asiste a los rucas Tucún y Lourdes.
La ordenación de un sacerdote es un regalo inmenso para la Iglesia Católica. Cada nuevo presbítero es un mediador entre Dios y los hombres, un pastor que se entrega para la salvación de las almas, un evangelizador que hace presente a Cristo en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. La ordenación del Padre Gabriel es un motivo de alegría y esperanza, un signo de que la Iglesia sigue atrayendo corazones jóvenes que quieren dar su vida por amor.
Fuentes propias, Prensa Fasta
Fotos: Mariano Santillán – Mercedes Santillán







