La Iglesia en Brasil festeja a la Virgen de Aparecida, su patrona. Es un momento de profunda fe y devoción para millones de brasileños. Desde la Ciudad Miliciana, enviamos un saludo muy especial a todos los fasteanos de la comunidad de FASTA São Paulo que hoy honran a su Madre del Cielo.

La historia de una pequeña imagen

La historia de la devoción a la Virgen de Aparecida se remonta al año 1717. En ese momento, tres pescadores, Domingos Martins García, Filipe Pedroso y João Alves, salieron a pescar al río Paraíba do Sul por encargo del gobernador de la provincia de São Paulo, que pasaría por la región. Aunque su misión no era exitosa, lanzaron sus redes y, para su sorpresa, subieron una pequeña imagen de terracota de la Virgen, pero sin la cabeza. Al lanzar la red por segunda vez, la encontraron.

El hecho de que la imagen apareciera en dos partes se consideró un milagro. Los pescadores la limpiaron y, a partir de ese momento, la pesca se volvió abundante. La devoción a la imagen creció rápidamente entre la población local, que la llamó «Aparecida» por haber aparecido en el río. La imagen, de solo 36 centímetros de altura, fue venerada por los fieles, que la vestían con mantos de terciopelo.

El 16 de julio de 1930, el papa Pío XI declaró a Nuestra Señora de la Concepción Aparecida Patrona de Brasil, y desde entonces su fiesta se celebra cada 12 de octubre, coincidiendo con el día del descubrimiento de América y el Día del Niño en el país.

Un símbolo de la fe del pueblo

La Virgen de Aparecida es un símbolo de la fe sencilla y profunda del pueblo brasileño. Su pequeña y oscura imagen, rescatada de las aguas, representa la esperanza en medio de las dificultades. La devoción a ella ha inspirado a la nación y ha movido a millones de peregrinos a su santuario para pedir por su intercesión.

Desde FASTA, nos unimos a esta fiesta, pidiendo a la Virgen de Aparecida que bendiga a todos los brasileños y a la comunidad de FASTA en São Paulo, para que sigan llevando la luz de la fe a su cultura.