Arzobispo de Valencia peregrina a Roma y agradece al Papa

Nelson Santillan

En medio de intensas oraciones por la salud del Santo Padre, Don Enrique Benavent manifiesta su gratitud por el apoyo constante del Pontífice a los valencianos afectados por la DANA. El prelado resalta la solidaridad de la Iglesia y el trabajo incansable de los jóvenes y sacerdotes en la recuperación. La esperanza se mantiene viva, a pesar de la devastación.

Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

«Le reitero nuestra cercanía, afecto y gratitud por todos los gestos que ha tenido con nosotros, así como el deseo de todos los valencianos de que se recupere lo más pronto posible y pueda seguir sirviendo a la Iglesia con el admirable testimonio que ha brindado hasta ahora». Así se manifiesta Don Enrique Benavent, arzobispo de Valencia, en su mensaje al Papa Francisco, en un contexto de intensa oración por el Pontífice, quien está internado desde el 14 de febrero en el Policlínico “Agostino Gemelli” de Roma.

En una entrevista con los medios vaticanos, el prelado sostiene que ha solicitado la celebración de misas para pedir por la salud del Papa. Benavent explica que, aunque el grupo valenciano peregrinó a Roma entre el 17 y el 23 de febrero, como parte del Jubileo Ordinario de 2025, no ha sido posible convocar aún ninguna iniciativa extraordinaria, aunque ya se están organizando. Durante su estancia en la Ciudad Eterna, el arzobispo alentó a todos a pedir al Señor que «nos conceda aceptar con docilidad las enseñanzas del Sucesor de Pedro, vivir en espíritu de obediencia y comunión con él, y estar dispuestos, como él, a entregar nuestra vida por la Iglesia».

Aún dlido por las devastadoras consecuencias del paso de la DANA en octubre de 2024, al igual que todos los valencianos, Benavent comenta que la situación va mejorando lentamente, aunque la destrucción ha sido inmensa. El arzobispo evoca la proximidad del Pontífice a la población y redobla su agradecimiento. Asimismo, recuerda sus visitas a las zonas afectadas, donde, en conversación con vecinos, párrocos y autoridades, ha podido constatar un sufrimiento profundo, pero también un reconocimiento por la solidaridad de la Iglesia ante tal tragedia. «Muchos templos se convirtieron en lugares de escucha, oración, acogida y distribución de productos de primera necesidad. Queríamos estar cerca de la gente», afirma.

El prelado destaca también la movilización de jóvenes de comunidades no afectadas, que se desplazaron a las zonas devastadas para ayudar y acompañar en la reconstrucción. Muchos de ellos se pusieron las botas y los guantes para colaborar en la remoción del fango, asistir en la distribución de alimentos, entre otras tareas.

«Seguimos estando cerca», enfatiza el arzobispo, quien destaca el trabajo continuo de las Cáritas parroquiales, que se encargan de identificar las necesidades materiales y hacer todo lo posible por satisfacerlas. Además, funcionan varios centros de escucha, con grupos de voluntarios (muchos de ellos psicólogos) dedicados a acompañar el proceso de duelo. Este apoyo profesional se complementa con palabras de fe y ánimo, que, como subraya el arzobispo, también ofrecen a aquellos que se sienten emocionalmente destrozados.

Benavent es consciente de que la vuelta a la normalidad tomará tiempo, pero su balance es optimista, impulsado por los signos de esperanza que abundan. Uno de ellos es la presencia constante de los sacerdotes, quienes han estado al lado de los feligreses que han sufrido las consecuencias de la catástrofe. «Queremos que no se sientan abandonados», asegura el pastor.

Finalmente, Benavent agradece profundamente los gestos y mensajes de apoyo recibidos desde todo el mundo, así como los conmovedores testimonios de países pobres que, a pesar de sus limitaciones, ofrecieron «un pequeño donativo que para ellos es muy grande».

 

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