Lo que queda del último año de pontificado del Papa Francisco: martirio por la verdad, incluida la verdad en política

Nelson Santillan

por Giuseppe Brienza

En el tercer mes de la muerte del Papa Francisco (21 de abril-21 de julio de 2025), recordamos su figura a través de una elección que puede parecer discutible, pero que nos parece muy «periodística», al menos en el sentido en que hoy se concibe mayoritariamente el periodismo, especialmente el periodismo online… Es decir, limitar el análisis al periodo más reciente proponiendo un recorrido por su magisterio a través de cuatro momentos destacados tomados del último año de su pontificado. Al hacerlo, hemos pensado centrar la atención en un aspecto que consideramos central en todo su Magisterio, esto es, la vocación de los laicos a testimoniar y ser vehículo de la verdad natural y cristiana en sus familias, en la sociedad y en la vida política en general.

¿Qué mejor para comenzar este breve recorrido que la encíclica Dilexit nos sobre el amor humano y divino del Corazón de Jesucristo? Presentado el 24 de octubre de 2024 en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, de hecho, este documento ha pasado en silencio, a pesar de que recoge el significado teológico e histórico de la devoción al Sagrado Corazón y, en relación con la vocación civil y política del laico, contiene un capítulo extraordinario dedicado a la doctrina de la Reparación, también social, presentada a través del Magisterio de Pío XI y de San Juan Pablo II. En definitiva, se trata de vincular la vocación a dar testimonio de la verdad natural y cristiana en la propia vida y en la de quienes nos rodean a una forma de reparación del cuerpo social deformado por las «estructuras de pecado» mediante la lucha contra los errores y, sobre todo, mediante la creación de ambientes «sanos».

Dilexit nos, en definitiva, nos enseña que la «cultura del despilfarro», el consumismo, el racionalismo y el individualismo del mundo actual son posibles porque los hombres han expulsado el amor a Dios y al prójimo y, por tanto, al Sagrado Corazón de Jesús, de la cultura dominante y, por tanto, de la sociedad y de la política. Y los efectos están ante nuestros ojos.

El segundo de los momentos destacados, visualmente, lo captamos en el momento de la oración del Papa Francisco ante la tumba del rey Balduino de Sajonia Coburgo-Gotha (1930-1993), una de las instantáneas más impactantes del viaje apostólico que Bergoglio realizó a Bélgica entre el 26 y el 29 de septiembre de 2024.

P. Michał Rapacz, Card. Semeraro y dos momentos de la celebración en Cracovia de la beatificación del sacerdote polaco.

En esta ocasión, el Pontífice alabó públicamente la valentía de este gobernante católico que, en 1990, tuvo el valor de «dejar su puesto de Rey para no firmar una ley asesina«, concretamente la que legalizaba el aborto en Bélgica. Por su testimonio público a favor de la vida, el Papa Francisco esperaba que se siguiera adelante con la causa de beatificación del que fue Rey de Bélgica durante más de cuarenta años (de 1951 a 1993) pero, a pesar de la vibrante invitación de Bergoglio, esta indicación -al menos a nivel de la Iglesia local- lamentablemente no ha tenido continuidad.

Sin embargo, en el funeral del Rey Balduino, el 7 de agosto de 1993, toda una nación se unió en torno a la familia real y a la Iglesia, de modo que en su homilía fúnebre el Primado de Bélgica, Card. Godfried Danneels (1933-2019) pudo pronunciar unas conmovedoras palabras que aún hoy muchos recuerdan. “Hay reyes que son más que reyes«, dijo el cardenal belga, «son los pastores de su pueblo. No sólo reinan, sino que aman hasta dar la vida. Así era el rey Balduino. Amaba. Su inteligencia política estaba profundamente arraigada en su corazón, su savoir-faire procedía de su poder de amar. El secreto de su reinado fue su corazón. Era un rey según su propio corazón. Él nos amaba, nosotros le amábamos. Este hombre discreto, silencioso, siempre sonriente, infinitamente amable, tenía un corazón tan ancho como las playas del mar. Allí escondía todas las alegrías y todos los sufrimientos de su país y de su pueblo. Este hombre llevaba dentro un calor, una capacidad de escucha y de empatía difíciles de imaginar«.

Una figura indeleble en la vida de Balduino fue su esposa, la Reina Fabiola. Compañera inseparable en la vida y en la fe y su primera confidente, desempeñó un papel protagonista en el momento más importante (desde el punto de vista ético y de los valores) de su reinado, a saber, cuando, en 1990, Balduino suspendió su cargo antes que firmar la ley del aborto votada por el Gobierno. En esta decisión fue decisiva una reunión secreta que el soberano mantuvo con un monje en el santuario de Loreto. Fue la «gran negativa» de Balduino, elogiada por el Papa Francisco durante su visita pastoral a Bruselas, en la que también tuvo ocasión, como se ha dicho, de instar a los obispos locales a abrir el proceso de beatificación del rey. Esto no sucedió, ya que después de casi tres meses, el 17 de diciembre de 2024, el Dicasterio Vaticano para las Causas de los Santos tuvo que iniciar el proceso ‘de oficio’ (es decir, por iniciativa propia) con la creación de una Comisión histórica formada por distinguidos expertos en investigación archivística e historia belga con el objetivo de recopilar y evaluar la documentación relativa al ejercicio de las ‘virtudes heroicas’ del rey Balduino.

Un pasaje en italiano de la Oración por el Buen Ánimo de Santo Tomás Moro

Poco antes, en una de sus últimas intenciones mensuales de oración (agosto de 2024), el Papa Francisco había recomendado rezar para que los líderes políticos «estén al servicio de su pueblo, trabajando por el desarrollo humano integral, trabajando por el bien común, ocupándose de los que han perdido su trabajo y dando prioridad a los más pobres«. Esta es la imagen de la «buena Política«, la «con P mayúscula«, añadió el Santo Padre, la que, en otras palabras, «escucha la realidad«, no la «cosa de los políticos«, encerrada «en grandes edificios con largos pasillos«.

Bergoglio evocó esta perspectiva en el correspondiente vídeo promovido por la Red Mundial de Oración, obra pontificia que creó en 2018. Esta iniciativa, posible gracias a la colaboración del Dicasterio para la Comunicación, ha producido en los últimos años del pontificado de Bergoglio textos traducidos a 23 idiomas con cobertura de prensa en 114 países.

En particular, entre los protagonistas de la «buena política» que el Papa Francisco ha señalado repetidamente durante su pontificado se encuentra Santo Tomás Moro (1478-1535), una extraordinaria figura de laico católico cuya ejemplaridad brilla no solo desde el punto de vista de su «martirio por la verdad», sino también por su grandeza como estadista. Padre de familia, abogado, humanista y escritor, Tomás Moro ascendió a los más altos puestos político-administrativos del Reino de Inglaterra pero, contra todo pronóstico, supo sacrificar su carrera y luego su vida personal para permanecer fiel a la verdad natural y cristiana de la política. La Iglesia, tras proclamarlo Patrón de los políticos y gobernantes durante el Gran Jubileo del año 2000, lo recuerda en el calendario litúrgico precisamente el 22 de junio, evocando sus últimas palabras antes de su ejecución: «Muero como buen servidor del Rey, pero ante todo como servidor de Dios«.

Desde este punto de vista, es interesante destacar que en su última entrevista con los medios vaticanos como cardenal tras la muerte del Papa Francisco, el actual Pontífice León XIV recordó cómo en sus audiencias semanales de los sábados por la mañana como prefecto del Dicasterio para los Obispos Bergoglio le recomendaba a menudo «no perder el sentido del humor«, recordando la conocida «Oración del buen humor» de Santo Tomás Moro.

Para concluir nuestra breve mirada al martirio por la verdad en el último año de pontificado del Papa Francisco, recordemos como cuarto punto destacado el decreto del 24 de enero de 2024 que permitió la beatificación, el 15 de junio del mismo año, del sacerdote diocesano P. Michael Rapacz (1904-1946), asesinado a los 41 años por militantes comunistas.

La beatificación del joven párroco de Płoki, un antiguo pueblo medieval del sur de Polonia, ha sido la última en la Polonia católica al final del pontificado del Papa Francisco. Presidió la ceremonia, celebrada en el Santuario de la Divina Misericordia de Cracovia en presencia de dos bisnietos del beato Rapacz, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos. El cardenal, en representación del Papa Francisco, recordó cómo para el valiente sacerdote, sacado de su rectoría por la noche y asesinado a sangre fría en un bosque cercano, «difundir el amor a Cristo era el único antídoto eficaz contra el ateísmo, el materialismo y todas aquellas cosmovisiones que amenazan la dignidad humana» (Un signo de consuelo en un tiempo herido por la guerra, L’Osservatore Romano, 15 de junio de 2024, p. 11).

Don Rapacz y todos los demás mártires asesinados in odium fidei en los regímenes comunistas europeos, Card. Semeraro, siguen siendo «un signo de consuelo de Dios, en un tiempo todavía herido por la violencia y la guerra en muchas partes del mundo e incluso no lejos de aquí» (léase Ucrania).

Recibe las novedades de Hasta Dios en tu correo.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Deja un comentario

Pin It on Pinterest

Share This