Emanuel Armando: "Cada uno de nosotros debe ser catequista y testimonio vivo"

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Nelson Santillan
11 de diciembre de 2021
Buenos Aires Movimiento Fasta

Esta tarde recibe la Missio como nuevo Presidente Jurisdiccional De Fasta Buenos Aires. Nos cuenta sobre él, su familia, la jurisdicción y los desafíos que enfrenta. Esta vez, Emanuel Julián Armando.

Llegué a Fasta en 1992 gracias a un amigo de la familia, que era profesor en la UNSTA, y les recomendó a mis padres el colegio Catherina, para mí y mis hermanos.

Poco tiempo después empecé a participar en Escuderos de Ruca del Plata, que, luego de desarrollarse en varias sedes, se había establecido hacía ya unos años en el Catherina.

Mi familia de origen está conformada por mis papás Gustavo y Adriana, y mis hermanos María Lucía, Ignacio, María Florencia y María Victoria. Los 5 hermanos egresados del Catherina y con paso por el Ruca.

Y en 2009 me casé con Mariana Faillace, que egresó del San Vicente de Paul de Villa Devoto y fue Adalid, miliciana y jefa en Ruca Pampero. Para la época en la que nos casamos ella se encontraba trabajando en el Colegio Monseñor Aneiros, en Flores (el barrio del Padre Fundador y del Papa Francisco) y fundando el Ruca Nehuén.

Allí hicimos comunidad con nuestros hijos María Candelaria, Juana María, José Francisco y María del Rosario, que son alumnos del cole y, las más grandes, Caperucitas de Nehuén.

Fasta en Buenos Aires es una jurisdicción enorme. Cuenta con tres colegios, 4 rucas (y una incipiente fundación), 45 convivios, 22 comunidades apostólicas, La presencia de la UFASTA en las tres sedes, la Fraternidad Sacerdotal, la Fraternidad de las Catherinas, la Presidencia de Fasta con sus sedes en el centro, en la Abadía de San Benito y la Regencia. Esto organizando en tres comunidades (Palermo, Villa Devoto y Flores) que podrían ser una jurisdicción en sí misma, cada una.

Si bien esta compleja estructura representa un gran desafío entorno a la unidad y coordinación, Fasta Buenos Aires es hoy una comunidad sana, madura y que cuenta con todo para crecer, si nos dejamos impulsar por el Espíritu Santo.

Los desafíos no son distintos a los de estos primeros 50 años que cumplimos recientemente: la Formación para la acción, la Misión y el crecimiento son el testimonio que recibo de nuestros últimos presidentes.

Los signos de los tiempos nos marcan algunos tonos propios para estos desafíos. La conciencia de misión surge cómo respuesta consciente de todos los dones recibidos en estos 60 años que empezamos a celebrar ¡Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído!

Hoy se acercan a nuestra comunidad hombres y mujeres, jóvenes y adultos que aún no conocen la Fe, que no recibieron algunos sacramentos, que buscan encontrarse con Jesús en la oración. Cada uno de nosotros debe ser catequista y testimonio vivo para esos nuevos hermanos y amigos.

Allí radica el crecimiento de nuestra porción de Ciudad Miliciana, en ser fieles a nuestro carisma y asumir el puesto que la Iglesia nos pide que guardemos en la Nueva Evangelización.

Asumo esta misión con mucha alegría y confiado en la ayuda Divina, el acompañamiento de nuestros Oficializados, el consejo de nuestros ex Presidentes Jurisdiccionales y el apoyo de mis amigos y, en especial, de mi familia.