Monseñor Azpiroz Costa: conferencia completa
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- Nelson Santillan
- 29 de octubre de 2021
- FASTA
Plenario de FASTA – 23 de octubre 2021
“La Nueva Evangelización”
Muy queridos fray Aníbal, P. César, Alejandro (Campos), Silvano (Penna) y todos los miembros del Plenario de FASTA:
En tiempos de pandemia
El covid -19 ha impuesto sus “protocolos” y muy diversas medidas “protocolares”: confinamiento, distanciamiento, aislamiento social obligatorio, diferencial, optativo o como quieran llamarlo… Hemos incorporado a nuestro vocabulario cotidiano palabras que nunca imaginamos antes y califican también esta reunión: virtual, presencial, híbrida; barbijo, tapaboca, cubre boca, sanitizar, fases (en Argentina según las provincias, departamentos o partidos), aforos variados en su porcentaje, etc. [Conceptos de una lista meramente ejemplificativa… que podemos extender sobre la marcha, el camino…].
Recordarán la celebración de la Palabra el 27.03.2020, en la Plaza de San Pedro y la homilía de Francisco que aún resuena en nuestro corazón: estamos todos en la misma barca[1]. (Me viene a la memoria aquella canción “De madera de balsa…” que solía escuchar en los fogones y demás actividades de FASTA).
Durante todo este tiempo (en Argentina: a partir del 19 de marzo de 2020):
- Experimentamos una gran fragilidad y temor;
- Hemos intentado averiguar “quién” o “qué” es esencial teniendo en cuenta la categoría de “la actividad”; también debimos estudiar ¿a quién compete semejante decisión? (acerca de “qué / quién es esencial” o no);
- Finalmente, nos hemos sentido encerrados, incomunicados y –por ende- experimentamos como pocas veces la protesta, la murmuración…
Desde otra perspectiva, ayudados también por el Sucesor de Pedro[2], y el irrefrenable deseo de salir hacia delante animados por la Esperanza, esta situación nos ha invitado a “contemplar” diversos aspectos de nuestra vida personal y comunitaria (seguramente el Plenario –es parte de su responsabilidad- así lo irá constatando):
- Nuestra pequeñez [El Señor ha mirado la pequeñez de su servidora, fueron las palabras de María en su Magnificat (Lucas 1,48)]. T
- La búsqueda de “lo esencial”, de “quién” es real y verdaderamente esencial en nuestras vidas [“Para mí la vida es Cristo” (Filipenses 1, 21), “Por la gracia de Cristo soy lo que soy” (1 Corintios 15, 10); “Ya no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2, 20)].
- La protesta y la murmuración por el encierro sin embargo no ha impedido la creatividad de evangelización [El Apóstol de los gentiles confía a su discípulo Timoteo: “Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada” (2 Timoteo 2, 9)]
El Papa Francisco “nos” habla …
En el discurso del 16.09.2021 del Papa Francisco a los participantes en el “Encuentro de las asociaciones de fieles, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades”, él invita a reflexionar sobre la “novedad” del Evangelio –que es camino- en la vida de todos y cada uno ¡En la vida y misión de FASTA! ¡A animarse a preparar el futuro “en la cocina”! ¡A “poner toda la carne en el asador”![3]… aprendiendo a escuchar y a discernir juntos. ¿No es lo que están haciendo en este Plenario?
Si queremos ser “varones” y “mujeres” evangélicos (bebiendo de la espiritualidad de Santo Domingo de Guzmán –de quien sus contemporáneos afirmaban era un verdadero “vir evangelicus”-) y Santa Catalina de Siena -“a la que pareciera haber pasado toda el alma de Domingo”[4] – nos animan tres frases del mismo Evangelio que podrían enmarcar también el propósito de esta asamblea:
“Los ojos son la lámpara del cuerpo (…) si esa luz que hay en ti se oscurece ¡cuánta oscuridad habrá!” (Mateo 6, 22a. 23b). Esto quiere decir que están invitados a preguntarse por la mirada a la realidad que los circunda.
“Donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón” (Mateo 6, 21). El plenario ha de invitarlos a preguntarse –cada uno y todo FASTA– adónde nos lleva el corazón… ¡qué atesora el corazón!
“De la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12, 34). El tercer propósito fundamental de su encuentro, escucha y discernimiento nos lleva al mensaje, la predicación, las obras con las que deseamos honrar a Dios.
El discurso del Papa Francisco mencionado, intenta de alguna manera “comentar” o “interpretar” el Decreto del 11.06.2021 sobre las Asociaciones de fieles[5]. No dudo que ambos textos (decreto y discurso) los ayudarán a ejercitar la virtud de la prudencia que también exige la docilitas, entendida como la aptitud del “saber – dejar – decirse – algo”. La docilidad nace de la simple y humilde voluntad del conocimiento real, y no de una vaga “discreción”[6].
Sí, ha pasado el tiempo desde aquel “nuevo Pentecostés” de 1998, cuando también FASTA fue convocada por San Juan Pablo II, también en la Plaza de San Pedro… Hoy se reúnen como órgano de gobierno de FASTA; si gobernar es servir, no olvidarán aquel lema o impulso de cada actividad: “Servir es un honor”.
Dos obstáculos se oponen a ese deseo de servir, según el Sucesor de Pedro hoy, conforme al mensaje citado (16.09.2021): el deseo de poder y la deslealtad. Queda como “tarea para el hogar” la re-lectura del discurso.
Se nos invita a caminar juntos
Siguiendo el “hilo” del mismo, vuelvo a las palabras del Papa, esta vez para subrayar su reflexión en la vigilia del 9.10.2021 y su homilía del 10.10.2021 (comentando el Evangelio del “joven rico” (Marcos 10, 17-30). El sucesor de Pedro inició en dicha ocasión el camino “Sinodal” hacia la Asamblea general del Sínodo de los Obispos (2021-2023) sobre la “Sinodalidad”. Lo saben, esta palabra que nos parece “nueva”, pertenece a la misma esencia de la Iglesia: caminar juntos. Anima este Plenario esa consigna de tres palabras – acciones: encontrar, escuchar, discernir.
El Evangelio nos propone siempre una “Novedad” y preguntarnos hoy por la “Nueva evangelización” nos invita a recordar (hacer memoria, volver a poner en el corazón) aquello de remar mar adentro (cf. Lucas 5, 4b)… y el eco de esa invitación en las palabras de San Juan Pablo II cuando animaba a la Iglesia de América Latina y El Caribe a emprender una evangelización nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión[7].
En esa misma dirección, caminamos hacia 2023 asegurando la comunión, participación y misión desde el corazón de la Iglesia.
Animados por la memoria agradecida y abiertos a la esperanza con la Iglesia
A lo largo de los siglos la Iglesia, de alguna manera diversa y semejante, análoga, acuñó expresiones que significaran la necesidad de volver al Evangelio, sin reduccionismos, que nos llevan irremediablemente a equivocismos relativistas o univocismos fundamentalistas. No pretendo hacer largas referencias históricas, pero sí señalar etapas que ayudan a comprender más profundamente la que vivimos.
Reforma: Podríamos agregarle su “apellido”: Gregoriana. Se debe fundamentalmente al papa Gregorio VII, el monje Hildebrando (1073-1085) si bien él refiere ese deseo reformador a la aplicación al ideal del mismo Gregorio Magno (500 – 604). En este contexto podemos ubicar a Santo Domingo de Guzmán y a la misma Santa Catalina de Siena (a quienes muchas historias del “cristianismo” señalan como una verdadera “madre de la reforma”). Este tiempo está signado también por el Concilio de Trento (dando así lugar a la “contrarreforma” o “la verdadera reforma”)
Restauración: Luego de las “Revoluciones francesas” de 1789, 1830, 1848 y sus ecos en Europa, también en América latina, con marcados y diversos tonos anticlericales, la Iglesia intentó volver a las fuentes bajo esa –digamos- consigna. Podríamos prolongar ese período hasta la celebración del Concilio Vaticano I. La Orden de Predicadores puede contar con muchos ejemplos de varones y mujeres ilustres, santos y santas que en ese contexto han luchado el buen combate, se han fatigado predicando el Evangelio con oportunidad o sin ella, han sido modelos, en su conversación, en su conducta, en su amor, en su fe, en la pureza de vida, dedicándose a la proclamación de las Escrituras, a la exhortación y a la enseñanza (cf. 1 Timoteo 4, 10-12). Uno de ellos, tan caro a fray Aníbal, fundador de FASTA, ha sido fray Henri-Dominique Lacordaire (1802-1861) quien supo incluso asumir los principios de esas revoluciones rescatando su matriz cristiana, ¡como lo hiciera en numerosas ocasiones el mismo San Juan Pablo II[8]!
Renovación: Para nosotros una palabra más familiar… La conocemos en el contexto de la “Renovación conciliar” si bien podemos reconocerla en el soplo del Espíritu aún antes del Concilio (la renovación promovida por Pío XII en el ámbito de la Liturgia, los estudios bíblicos, la contribución de la Fe en el diálogo con las Ciencias médicas, sociales, etc.). El Concilio cerraba de alguna manera el largo siglo XIX, después de las dos Guerras mundiales, el inicio del fin del colonialismo, también –digamos- de un modelo o esquema de “misión” marcado por su tiempo. A nadie le fueron extraños los pensadores dominicos como Louis Joseph Lebret (1897-1966), Charles Clement Ghislain Pire Premio Nobel de la Paz 1958 (1910-1969), Marie-Dominique Chenu (1895-1990), Yves-Marie Congar (1904-1995) y el laico dominico Giorgio La Pira dos veces sindaco (alcalde o intendente) de Florencia (1904-1977), etc.
Años más tarde, en muchos ámbitos –especialmente de la vida consagrada- se habló de la necesidad de una verdadera “refundación”, “resignificación”, “revitalización”… indicando de diversas y semejantes maneras la siempre necesaria búsqueda de lo fundamental, lo central, sin olvidar la memoria agradecida por el pasado (propia de la Fe), deseando vivir el presente con pasión (propio de la Caridad) y con la apertura generosa al futuro (propia de la Esperanza).
Viviendo el presente con la pasión de una “Nueva Evangelización”
Podemos volver al discurso de San Juan Pablo II en Puerto Príncipe (Haití) en 1982. La expresión “Nueva evangelización” tampoco necesitaba un copyright que reclamase “derechos de autor”. El Espíritu Santo, dijo Jesús a los Apóstoles “les recordará todo” y les “irá diciendo lo nuevo”.
La III Asamblea general ordinaria de Sínodo de los Obispos de 1974 (27 de septiembre al 26 de octubre) tuvo como tema “La Evangelización” y en esa misma línea la Exhortación Evangelii nuntiandi de San Pablo VI fue su fruto más maduro al concluirse también el Año Santo de 1975 (8.12.1975).
Pero permítanme señalar el camino seminal de esa expresión que –con Juan Pablo II- marcó un sendero para América Latina y El Caribe, y desde nuestro continente para toda la Iglesia.
II Conferencia General del episcopado Latinoamericano – Medellín (Colombia) 1968
La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio
El Documento final, en su «Mensaje a los pueblos de América Latina», previo a las “Conclusiones”, entre los “compromisos” que el pueblo de Dios debería asumir, leemos: Alentar una nueva evangelización en catequesis intensivas que lleguen a las elites y a las masas para lograr una fe lúcida y comprometida.
III Conferencia General del episcopado Latinoamericano – Puebla (México) 1979
La evangelización en el presente y en el futuro de América Latina
En n. 366 los obispos hacen referencia a diversas situaciones nuevas (cf. Ad gentes 6) que nacen de cambios culturales y requieren una nueva evangelización.
En este contexto situamos el Discurso de San Juan Pablo II a los miembros del CELAM en Puerto Príncipe (9.03.1983) inaugurando una “Novena” de años preparando el VI Centenario del comienzo de la Evangelización en América Latina, que –repetimos- fue contagiando a otros continentes.
Juan Pablo II – Redemptoris missio (7.12.1990)
Carta Encíclica sobre la permanente validez del mandato misionero
En esta encíclica, al cumplirse 25 años del Decreto conciliar Ad gentes sobre la actividad misionera de la Iglesia, destacando el valor de esa misión, Juan Pablo II nos dice (n.33):
Mirando al mundo actual, desde el punto de vista de la evangelización, se pueden distinguir tres situaciones.
En primer lugar, aquella a la cual se dirige la actividad misionera de la Iglesia: pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Esta es propiamente la misión ad gentes.52
Hay también comunidades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y sólidas; tienen un gran fervor de fe y de vida; irradian el testimonio del Evangelio en su ambiente y sienten el compromiso de la misión universal. En ellas se desarrolla la actividad o atención pastoral de la Iglesia.
Se da, por último, una situación intermedia, especialmente en los países de antigua cristiandad, pero a veces también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una «nueva evangelización» o «reevangelización».
IV Conferencia General del episcopado latinoamericano – Santo Domingo
(República Dominicana) 1992. Nueva evangelización – Promoción humana- Cultura cristiana
En la Segunda Parte – Capítulo I, titulada “La Nueva evangelización”, se nos presenta, de alguna manera, una suerte de “explicitación” o “despliegue” del significado de la expresión: su punto de partida; el sujeto de la misma; su finalidad; sus destinatarios; su contenido; su ardor, sus métodos, su expresión (cf. nn. 23-30).
V Conferencia General del episcopado Latinoamericano y del Caribe – Aparecida (Brasil) 2007. Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida “Yo soy el camino, la Verdad y la vida” (Juan 16, 4)
El documento final impregnado del tema, sin embargo, casi no usa la expresión salvo en las “pequeñas comunidades eclesiales” (llamadas antes “de base” pero igualmente ricas en la realidad que abrazan) al expresar (cf. n. 307): Se constata que, en los últimos años, ha ido creciendo la espiritualidad de comunión y que, con diversas metodologías, se han hecho no pocos esfuerzos por llevar a los laicos a integrarse en pequeñas comunidades eclesiales, que van mostrando abundantes frutos. Para la Nueva Evangelización y para llegar a que los bautizados vivan como auténticos discípulos y misioneros de Cristo, tenemos un medio privilegiado en las pequeñas comunidades eclesiales.
Me pregunto, quizás tocando de “oído” si la realidad de los “convivios” no manifiesta esa dimensión tan particular de las “pequeñas comunidades eclesiales”.
Benedicto XVI y un Sínodo sobre la Nueva Evangelización
Sería imposible señalar el uso de esta feliz expresión en el magisterio a partir de los documentos ya mencionados. Baste señalar que el Papa Benedicto XVI convocó para el mes de octubre de 2012 a la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos con el tema: “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
Papa Francisco y su programa: Evangelii gaudium
Como ocurriera tras la Asamblea del Sínodo en 1974 sobre la Evangelización y la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi de San Pablo VI; el Papa Francisco, elegido el 13.03.2013, publicó la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (24.11.2013) como eco magisterial del Sínodo sobre la Nueva Evangelización (2012) y, de alguna manera, como “programa” de su pontificado.
No hace falta presentar este documento sin embargo quisiera recordar algunas expresiones que aparentemente no hacen directamente al tema de esta charla con ustedes, pero sí ayudarán a comprender lo central de lo que quiero compartir.
En el capítulo cuarto de la Evangelii gaudium – “La dimensión social de la Evangelización”, el Papa presenta el tema (III) El Bien común y la paz social. A partir del n. 221 y hasta el 237 propone cuatro principios relacionados con “tensiones bipolares” (sic) propias de toda realidad social. Los mismos brotan de los grandes postulados de la Doctrina Social de la Iglesia y son:
- El tiempo es superior al espacio (nn. 222 ss.)
- La unidad prevalece sobre el conflicto (nn. 226 ss.)
- La realidad es más importante que la idea (nn. 231 ss.)
- El todo es superior a la parte (nn. 234 ss.)
Si están ustedes reunidos como Plenario de FASTA es porque desean, justamente, tomar el pulso a su misión evangelizadora mirando siempre a lo superior, lo que prevalece, lo más importante. Podríamos decir también de un modo análogo: lo esencial, lo sustancial.
El Plenario de FASTA: el desafío de “elecciones” necesarias para una Nueva Evangelización en la hermenéutica de la “continuidad”
El 24.04.1971 en la sala principal de la Biblioteca del Convento patriarcal San Domenico en Bolonia pronunció una conferencia el ya nombrado Giorgio La Pira, laico dominico (miembro de la Fraternidad laical dominicana o –entonces- Tercera Orden Seglar). Allí disertó sobre “Las cuatro elecciones del cristiano”. En italiano la palabra “scelta / scelte” significa justamente: elección / elecciones. Se trataba entonces de identificar, según él, cuáles han de ser para un cristiano, las elecciones que son fundamentales, inmutables, aquellas que especifican y definen su vida, su rostro y determinan su lugar y su destino en el tiempo, en la historia ¡en la eternidad! Son por eso elecciones definitivas que como tales inciden como fuerzas orientadoras en lo cotidiano…
En este año electoral (en Argentina 2012: las paso o primarias en septiembre; las elecciones de noviembre) sin pretender bajar línea, ni menos aún imaginar una “lista partidaria” con tal o cual lema, vale la pena pensar en estas cosas (lo superior, lo que prevalece, lo más importante) que iluminan nuestra vida en la historia.
- La elección de Pedro (el Pescador de Galilea elige a Cristo, Dios – hombre)
- La elección de la Samaritana (la elección de la gracia, el “don de Dios”)
- La elección de Cesarea de Filipo (Cristo elige la Iglesia y a Pedro)
- La elección de Isaías (la elección de la paz universal, la unidad y la promoción de los pueblos)
El 30.04.1986, Joseph Ratzinger ocuparía providencialmente esa misma “cátedra dominicana” en Bolonia, disertando sobre “Teología e Iglesia”[9]. Nadie quizás imaginaría que años más tarde, el 19.04.2005 sería elegido Sucesor de Pedro con el nombre de Benedicto XVI. El 22.12.2005, en su primer encuentro a los miembros de la Curia romana con motivo de los saludos Navideños, pronunció un discurso que podría también llamárselo como “programático” de su pontificado. Allí hizo referencia los acontecimientos eclesiales más importantes de ese año que terminaba: la muerte de San Juan Pablo II (2.04.2005); la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia – Alemania, su patria (16 al 21.08.2005); la celebración de la XI Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia (2 al 23.10.2005). Finalmente quiso hacer referencia a los 40 años de la solemne clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II acontecida el 8.12.1965.
Creo sea importante detenernos en esta parte del mensaje. Una clave de lectura no solamente para el Concilio, sino para la misma Historia de la Iglesia, por qué no la historia de FASTA y la de la vida de cada uno de nosotros. Diría que esa clave hermenéutica resulta una verdadera “Teología de la historia”.
Benedicto XVI señala dos modos de leer el Concilio (cito algunas ideas y recomiendo la lectura de todo ese discurso, especialmente –claro- para el tema que nos ocupa, el cuarto acontecimiento que el Papa comenta)[10].
El Papa formula una pregunta: ¿Por qué la recepción del Concilio, en grandes zonas de la Iglesia, se ha realizado hasta ahora de un modo tan difícil? Pues bien, todo depende de la correcta interpretación del Concilio o, como diríamos hoy, de su correcta hermenéutica, de la correcta clave de lectura y aplicación. Los problemas de la recepción han surgido del hecho de que se han confrontado dos hermenéuticas contrarias y se ha entablado una lucha entre ellas. Una ha causado confusión; la otra, de forma silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y da frutos.
Por una parte, existe una interpretación que podría llamar «hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura»; a menudo ha contado con la simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna. Por otra parte, está la «hermenéutica de la reforma», de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino.
La hermenéutica de la discontinuidad corre el riesgo de acabar en una ruptura entre Iglesia preconciliar e Iglesia posconciliar. Afirma que los textos del Concilio como tales no serían aún la verdadera expresión del espíritu del Concilio. Serían el resultado de componendas, en las cuales, para lograr la unanimidad, se tuvo que retroceder aún, reconfirmando muchas cosas antiguas ya inútiles. Pero en estas componendas no se reflejaría el verdadero espíritu del Concilio, sino en los impulsos hacia lo nuevo que subyacen en los textos: sólo esos impulsos representarían el verdadero espíritu del Concilio, y partiendo de ellos y de acuerdo con ellos sería necesario seguir adelante. Precisamente porque los textos sólo reflejarían de modo imperfecto el verdadero espíritu del Concilio y su novedad, sería necesario tener la valentía de ir más allá de los textos, dejando espacio a la novedad en la que se expresaría la intención más profunda, aunque aún indeterminada, del Concilio. En una palabra: sería preciso seguir no los textos del Concilio, sino su espíritu.
De ese modo, como es obvio, queda un amplio margen para la pregunta sobre cómo se define entonces ese espíritu y, en consecuencia, se deja espacio a cualquier arbitrariedad. Pero así se tergiversa en su raíz la naturaleza de un Concilio como tal. De esta manera, se lo considera como una especie de Asamblea Constituyente, que elimina una Constitución antigua y crea una nueva. Pero la Asamblea Constituyente necesita una autoridad que le confiera el mandato y luego una confirmación por parte de esa autoridad, es decir, del pueblo al que la Constitución debe servir.
Los padres no tenían ese mandato y nadie se lo había dado; por lo demás, nadie podía dárselo, porque la Constitución esencial de la Iglesia viene del Señor y nos ha sido dada para que nosotros podamos alcanzar la vida eterna y, partiendo de esta perspectiva, podamos iluminar también la vida en el tiempo y el tiempo mismo.
A la hermenéutica de la discontinuidad se opone la hermenéutica de la reforma, como la presentaron primero el Papa Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio el 11.10.1962 y luego el Papa Pablo VI en el discurso de clausura el 7.12.1965. Aquí –continúa Benedicto XVI- quisiera citar solamente las palabras, muy conocidas, del Papa Juan XXIII, en las que esta hermenéutica se expresa de una forma inequívoca cuando dice que el Concilio «quiere transmitir la doctrina en su pureza e integridad, sin atenuaciones ni deformaciones«, y prosigue: «Nuestra tarea no es únicamente guardar este tesoro precioso, como si nos preocupáramos tan sólo de la antigüedad, sino también dedicarnos con voluntad diligente, sin temor, a estudiar lo que exige nuestra época (…). Es necesario que esta doctrina, verdadera e inmutable, a la que se debe prestar fielmente obediencia, se profundice y exponga según las exigencias de nuestro tiempo. En efecto, una cosa es el depósito de la fe, es decir, las verdades que contiene nuestra venerable doctrina, y otra distinta el modo como se enuncian estas verdades, conservando sin embargo el mismo sentido y significado» [11].
Sin pretender de mi parte un análisis más profundo –como merecería cualquier comentario al magisterio pontificio- podemos afirmar que en la hermenéutica de la “discontinuidad” han abrevado tanto grupos pseudo progresistas como de tonos lefebvrianos o cripto lefebvrianos para quienes –desde esos ángulos, aunque con fuertes contrastes, contrapuntos e incluso interpretaciones contradictorias- ¡el Concilio ha significado una verdadera ruptura con lo anterior!
El 24.06.2014 el Papa Francisco se reunió con los frailes Franciscanos de la Inmaculada y refiriéndose al Concilio Vaticano II les expresó que, aún habiendo sido “pastoral”, contiene elementos doctrinales y es un concilio católico, reiterando la línea de la hermenéutica de la reforma en la continuidad del único sujeto Iglesia presentado por Benedicto XVI en el discurso a la Curia romana en diciembre de 2005. Recordó que todos los concilios han provocado ruido y reacciones, porque el demonio “no quiere que la Iglesia se haga fuerte”. Y dijo también que es necesario ir hacia adelante con una hermenéutica teológica y no ideológica del Vaticano II[12].
Cuando hablamos de “analogía” podemos comprender con mayor provecho la altura, anchura, longitud y profundidad del misterio de la Iglesia, de su misión evangelizadora desde la belleza sinfónica y policromática de la misma Verdad que proclama.
Al concluir la exposición de los cuatro principios arriba detallados en la Evangelii gaudium, el Santo Padre Francisco utiliza otra imagen que nos ayuda a comprender más profundamente la dinámica de la “Evangelización”:
- El modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada punto es equidistante del centro y no hay diferencias entre unos y otros. El modelo es el poliedro, que refleja la confluencia de todas las parcialidades que en él conservan su originalidad. Tanto la acción pastoral como la acción política procuran recoger en ese poliedro lo mejor de cada uno. Allí entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias potencialidades. Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse. Es la conjunción de los pueblos que, en el orden universal, conservan su propia peculiaridad; es la totalidad de las personas en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos.
- A los cristianos, este principio nos habla también de la totalidad o integridad del Evangelio que la Iglesia nos transmite y nos envía a predicar. Su riqueza plena incorpora a los académicos y a los obreros, a los empresarios y a los artistas, a todos. La mística popular acoge a su modo el Evangelio entero, y lo encarna en expresiones de oración, de fraternidad, de justicia, de lucha y de fiesta. La Buena Noticia es la alegría de un Padre que no quiere que se pierda ninguno de sus pequeñitos. Así brota la alegría en el Buen Pastor que encuentra la oveja perdida y la reintegra a su rebaño. El Evangelio es levadura que fermenta toda la masa y ciudad que brilla en lo alto del monte iluminando a todos los pueblos. El Evangelio tiene un criterio de totalidad que le es inherente: no termina de ser Buena Noticia hasta que no es anunciado a todos, hasta que no fecunda y sana todas las dimensiones del hombre, y hasta que no integra a todos los hombres en la mesa del Reino. El todo es superior a la parte.
Ni “equivocismo relativista”, ni “univocismo fundamentalista” aplicados como única clave para todo y para todos (disculpen las etiquetas utilizadas, un tanto “simplistas” seguramente, pero no pretenden otra cosa que lo simplemente pedagógico).
Si hay una lección que guardar en nuestro modo de mirar la realidad (metafísica), en la manera de expresarla (lógica), ¡en la Palabra que se nos revela! (la Biblia, la Tradición, el Magisterio) es aquella que atraviesa y se manifiesta en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino: la analogía del ser, de la lógica, del lenguaje, ¡de la Palabra! ¡de la Fe!
La XII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos reunida en octubre de 2008 tuvo como tema: “La palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia”. Al promediar las sesiones, los padres sinodales presentaron su “Mensaje al Pueblo de Dios” como eco del mismo Documento de trabajo (Instrumentum laboris) [13]. En esa misma perspectiva, escribe el Papa Benedicto XVI en la Exhortación postsinodal Verbum Domini (30.10.2010):
Analogía de la Palabra de Dios. De todas estas consideraciones, que brotan de la meditación sobre el misterio cristiano expresado en el Prólogo de Juan, hay que destacar ahora lo que los Padres sinodales han afirmado sobre las distintas maneras en que se usa la expresión «Palabra de Dios». Se ha hablado justamente de una sinfonía de la Palabra, de una única Palabra que se expresa de diversos modos: «un canto a varias voces». A este propósito, los Padres sinodales han hablado de un uso analógico del lenguaje humano en relación a la Palabra de Dios. En efecto, esta expresión, aunque por una parte se refiere a la comunicación que Dios hace de sí mismo, por otra asume significados diferentes que han de ser tratados con atención y puestos en relación entre ellos, ya sea desde el punto de vista de la reflexión teológica como del uso pastoral. Como muestra de modo claro el Prólogo de Juan, el Logos indica originariamente el Verbo eterno, es decir, el Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial a él: la Palabra estaba junto a Dios, la Palabra era Dios. Pero esta misma Palabra, afirma san Juan, se «hizo carne» (Jn1,14); por tanto, Jesucristo, nacido de María Virgen, es realmente el Verbo de Dios que se hizo consustancial a nosotros. Así pues, la expresión «Palabra de Dios» se refiere aquí a la persona de Jesucristo, Hijo eterno del Padre, hecho hombre.
Por otra parte, si bien es cierto que en el centro de la revelación divina está el evento de Cristo, hay que reconocer también que la misma creación, el liber naturae, forma parte esencialmente de esta sinfonía a varias voces en que se expresa el único Verbo. De modo semejante, confesamos que Dios ha comunicado su Palabra en la historia de la salvación, ha dejado oír su voz; con la potencia de su Espíritu, «habló por los profetas». La Palabra divina, por tanto, se expresa a lo largo de toda la historia de la salvación, y llega a su plenitud en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Además, la palabra predicada por los apóstoles, obedeciendo al mandato de Jesús resucitado: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15), es Palabra de Dios. Por tanto, la Palabra de Dios se transmite en la Tradición viva de la Iglesia. La Sagrada Escritura, el Antiguo y el Nuevo Testamento, es la Palabra de Dios atestiguada y divinamente inspirada. Todo esto nos ayuda a entender por qué en la Iglesia se venera tanto la Sagrada Escritura, aunque la fe cristiana no es una «religión del Libro»: el cristianismo es la «religión de la Palabra de Dios», no de «una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo». Por consiguiente, la Escritura ha de ser proclamada, escuchada, leída, acogida y vivida como Palabra de Dios, en el seno de la Tradición apostólica, de la que no se puede separar.
Como afirmaron los Padres sinodales, debemos ser conscientes de que nos encontramos realmente ante un uso analógico de la expresión «Palabra de Dios». Es necesario, por tanto, educar a los fieles para que capten mejor sus diversos significados y comprendan su sentido unitario. Es preciso también que, desde el punto de vista teológico, se profundice en la articulación de los diferentes significados de esta expresión, para que resplandezca mejor la unidad del plan divino y el puesto central que ocupa en él la persona de Cristo (n. 7).
Celebramos los 800 años de la “pascua” de Santo Domingo de Guzmán
¡Celebrar al Santo patrono no puede limitarse a un cartel, un frontispicio, un bronce, mármol, pergamino desempolvado o un simple flyer!
Al contrario “significa” un “significado”, una marca vital como el de un nombre, un código genético sobrenatural, único, bueno, verdadero. En la medida que crece su comprensión modela (o puede modelar) a quien lo descubre… se convierte en un “sacramental” o un “sacramento” (nuevamente desde la analogía). Se convierte en un mensaje especial.
Cuando hablamos de los santos (o de grandes varones o mujeres de Dios que admiramos, veneramos y queremos) podemos caer en una tentación o doble tentación: hacer de ellos ídolos de bronce (monumentos que señalan la dirección, pero fríos, impertérritos, no se mueven ni un milímetro). Por otra parte podemos “domesticarlos” y referirnos a ellos al modo como el célebre Juan Ramón Jiménez habla de su querido Platero: pequeño, peludo y suave, se diría que es todo de algodón que no lleva huesos, etc.
Los santos son instrumentos precisos, preciosos, que en las manos de Dios nos marcan, acompañan, son nuestros amigos. Porque Dios nos ama con amor de amistad. La caridad es esa amistad de Dios y los amigos de nuestros amigos, también son nuestros amigos ¿no?
Este año también fue año de Juegos olímpicos… y recordarán cuál es el lema de los Juegos olímpicos: citius, altius, fortius (más rápido o veloz, más alto, más fuerte respectivamente). En efecto esas expresiones pueden abrazar análogamente todas las disciplinas olímpicas
Se preguntarán qué tiene esto que ver con el tema que se me ha pedido. ¡Vuelvo a insistir en la lección de la analogía y la paciencia de parte de ustedes!
Estas palabras fueron adoptadas por Pierre de Fredy barón de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos de la era Moderna como lema de los mismos y del Comité Olímpico Internacional, creado en 1894. Vaya una importante anécdota para comprender por qué hablo de esto. Ocurre que este importante promotor de las Olimpíadas, escuchó esas palabras citius, altius, fortius en un discurso pronunciado por Fray Henri Didon OP (1840 – 1900), prefecto de Liceo (Colegio) parisino Saint Albert le Grand un 7.03.1891 (entonces fiesta de Santo Tomás de Aquino) al inaugurar –justamente- los juegos deportivos de ese Liceo. No era algo común que en escuelas católicas (¿confesionales?) se integrara la práctica deportiva al riguroso estudio de las ciencias y la enseñanza de la fe.
Pero el sentido que este fraile de la Orden quería darle a ese lema, incorporado a la bandera oficial del Liceo y al frontispicio del mismo, no se limitaba o reducía a las disciplinas deportivas.
- Citius (más rápido) lo refería al dinamismo propio del Espíritu
- Altius (más alto) hacía referencia a la elevación del alma en el camino hacia Dios
- Fortius (más fuerte) indicaba la importancia del dominio del cuerpo por el alma y en ese sentido a la unión sustancial de cuerpo y alma ¡la bondad ontológica de lo creado! ¡el optimismo metafísico del alma dominicana!
Los sucesores de Pedro con Santo Domingo nos animan en ese espíritu
Quisiera ahora, recorrer brevemente el magisterio de los últimos sucesores de Pedro, referido a Santo Domingo y la Orden. Conozco más las actas de los Capítulos generales y lo que los frailes han ido reflexionando acerca de la misión evangelizadora. Pero en aras de una espiritualidad objetiva y el lugar que el magisterio ocupa en el corazón de Santo Domingo y sus hijos (y para no cansarlos) deseo subrayar algunas cuestiones que han sido compartidas por San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco con ocasión de diversos encuentros o discursos. Si bien encontrarán también en la web oficial la Santa Sede – vatican.va deseo compartir algunas ideas relevantes, centrales o importantes.
San Juan Pablo II, el 5.09.1983 recibió en Castel Gandolfo a los frailes que participaban en el Capítulo General (electivo) de Roma 1983. Entre ellos: fray Domingo M. Basso y fray Aníbal Fosbery.
En ese encuentro el Papa subrayó algunos temas, principios de verdadera sabiduría cristiana, que les transmito ¡no como marketing dominicano, sino como líneas propias de la espiritualidad de Santo Domingo a quien llamamos, justamente, Nuestro Padre [14]!
La primacía de Dios en la inteligencia y el corazón: ¡En la vida del hombre! De Santo Domingo se decía “hablaba solo con Dios o de Dios”. Hablar a Dios de los hombres y a los hombres de Dios. Es una frase que pertenece a San Esteban de Grandmont. Santo Domingo apreciaba mucho su regla y estilo de vida propio de esa orden que terminó desapareciendo (1772). Hemos de proclamar al mundo que Dios está vivo, es Dios de la vida y de allí proclamamos la raíz de la dignidad y de la esperanza del ser humano ¡Hemos de llevar a todo el hombre y a todos los hombres la potencia liberadora de Dios!
Relacionando estas pinceladas espirituales con lo ya expuesto ¿no reconocemos en la Palabra la «voz» de Dios? Esa voz nos habla a través de la creación, la historia de la salvación, su ley…
Vivir y testimoniar el misterio de Cristo: Cristo Jesús – Dios en la historia, Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la salvación (Hechos 4, 12). El Señor le confía a Santa Catalina: “(Él) tomó el oficio de mi Hijo unigénito, el Verbo” [Diálogo n. 158].
Cristo es el «rostro» de la Palabra, por Él, con Él y en Él la Palabra se hizo carne. Por Cristo, con Cristo y en Cristo se fundamenta nuestra fraternidad, porque gracias a Él somos hijos e hijas adoptivos de Dios.
Hemos recordado antes la «elección» de Pedro.
- Una “elección de Fe”: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» (Mateo 16, 16)
- Una “elección de Esperanza”: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna» (Juan 6, 68).
- Una “elección de Amor”: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero» (Juan 21, 17)
La relación vital con la Iglesia: Esa relación justifica la existencia de una Orden, de una Asociación y orienta su acción. Ella insufla en nosotros las exigencias de unidad, catolicidad, apostolicidad. Si se quiere «ser Iglesia», ello nos impulsa a trabajar a nivel universal para hacer visible la santidad que predicamos. En ese sentido el vínculo con el Papa es la mejor garantía de este carácter eclesial. Ello legitima la acción y garantiza la libertad. Allí radica la tradicional y plena obediencia al Sucesor de Pedro. Si decimos «Veritas» (Verdad) queremos expresar el servicio a la Iglesia y el trabajar en la verdad y la obediencia (propia del Bautismo, de la Confirmación y del ministerio ordenado). Esto impulsa a anunciar el Evangelio por todas partes, con la palabra y el ejemplo. Esa misión teológica es a la vez erudita y popular; académica y pastoral; científica y catequética. ¡Y Santo Tomás es un verdadero inspirador!
Siguiendo con las imágenes del Mensaje del Sínodo de la Palabra al Pueblo de Dios. La Iglesia es la «casa» de la Palabra. Es la elección de Cesarea de Filipo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te dará las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo» (Mateo 16, 18-19). ¿Acaso Cristo mismo no se identificó con aquellos que Saulo perseguía?: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». El preguntó: «¿Quién eres tú Señor?». «Yo soy Jesús, a quien tú persigues», le respondió la voz (Hechos 9, 4-5).
La vida espiritual: La Palabra no está encadenada y se difunde a través de la misión, a través de los «caminos». ¿No es esta justamente “la elección de la Samaritana” a quien el Señor le había pedido de beber? Ante sus prevenciones Jesús mismo le dijo: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva» (Juan 4, 10). Ella, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?» (Juan 4, 28-29).
La vida espiritual es el secreto, el alma de la misión de la Iglesia, de la vida apostólica en su significado integral: el espíritu de oración, de la vida interior, el celo y la fidelidad, la celebración litúrgica.
La misericordia de la Verdad: En Santo Domingo el estudio sapiencial es una forma de compasión y misión: la misericordia veritatis. La misericordia de la verdad. Una sabiduría estudiosa y comprometida que nos invita a meditar en Dios y dar una dirección a las acciones humanas propias y del prójimo. Esto lleva a la comprensión (propia del estudio) y la compasión como Santo Domingo: ser útiles a las almas por la compasión intelectual, porque él tenía una humilde inteligencia del corazón. Estamos llamados a comprender las presiones que llevan a dudar, sin ceder a la desesperanza acerca de la desesperanza acerca de la dignidad humana (esto exige humildad y confianza). La crisis de la dignidad humana es una crisis acerca de Dios. Las preguntas fundamentales acerca de Dios, de lo creado, de la historia de la salvación.
Hablamos de “confianza” porque somos herederos de una tradición intelectual que no debe ser preservada en un congelador intelectual (un museo) ¡está viva!… y se apoya en intuiciones filosóficas y teológicas fundamentales:
Una comprensión moral en término de las virtudes y el crecimiento de las mismas; la bondad ontológica de toda la creación; la confianza en la razón y en el rol del debate; la alegría de la visión de Dios como nuestro destino; la humildad ante el misterio de Dios que nos lleva más allá de las ideologías…
Esto implica no caer en la tentación del pesimismo intelectual; la falta de confianza en que la verdad puede ser alcanzada (relativismo); el fundamentalismo brutal; las divisiones ideológicas que llevan a filósofos, teólogos, etc. disparándose unos a otros desde trincheras opuestas; un temor de un verdadero encuentro intelectual con aquellos que piensan diferente…
Con la misericordia que cultiva el verdadero estudio (según el modo de Santo Domingo a quien nos dirigimos en la oración como “Doctor veritatis” – Doctor de la verdad) como un estilo permanente de vida, alimentado por recursos contemplativos y comunitarios.
En este sentido, el Papa Francisco comentando el texto de los Hechos de los Apóstoles referido a la “Asamblea de Jerusalén”, decía que “la verdadera doctrina une” y “la ideología divide”. La primera comunidad no estaba exenta de celos, luchas, tentaciones de ganar o comprar poder, etc. ¡Sí, somos pecadores, pero pedimos perdón! En dicha asamblea (cf. Hechos 15) –comentaba el Papa- había fuertes discusiones, incluso cierta confusión al inicio, pero la libertad del Espíritu siempre acerca, une en la diversidad. La Iglesia se encuentra, favorece la escucha, discierne y aclara la doctrina para que se comprenda más profundamente lo que Jesús enseña en los Evangelios. Al mismo tiempo, no faltaban algunos fanáticos de cosas que no son claras y sembraban cizaña, dividiendo. Pero el Espíritu Santo, es la promesa del Señor Jesús: les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho, los introducirá en toda la verdad y les anunciará lo que irá sucediendo (cf. Juan 14, 26 b; 16, 13)[15].
Pensando en voz alta con ustedes, si bien la red de Colegios y la Universidad FASTA no entran en el marco jurídico de las “Universidades y facultades eclesiásticas”, la Constitución Veritatis gaudium del 8.12.2017[16] ofrece algunos criterios fundamentales para que este espíritu ilumine todas las instituciones e intentos educativos para la evangelización. Los estudios (en sentido amplio) aportan a una Iglesia en salida misionera escuchando al Espíritu Santo y, al mismo tiempo, las necesidades más profundas y los interrogantes más agudos de la familia humana (cf. n. 4)
- La siempre nueva y fascinante Buena Noticia del Evangelio de Jesús (Evangelii gaudium 11) que se va haciendo carne cada vez mejor.
- El diálogo a todos los niveles no como táctica sino como exigencia intrínseca para experimentar comunitariamente la alegría de la verdad y para profundizar su significado y sus implicancias prácticas.
- La inter y la trans- disciplinariedad ejercidas con sabiduría y creatividad a la luz de la Revelación, es decir la unidad del saber en la diversidad.
- La necesidad urgente de crear redes entre las distintas instituciones que cultiven y promuevan los estudios (nota: en la Constitución apostólica se refiere a los estudios eclesiásticos).
El Papa Benedicto XVI, en sus catequesis de las audiencias generales, dedicó una serie de las mismas a “Los Maestros”. Entre otros se detuvo especialmente en Santo Domingo de Guzmán (3.02.2010); San Alberto Magno (24.03.2010) y Santo Tomás de Aquino (2.06.2010 – El filósofo; 16.06.2010 – El teólogo y 23.06.2010 – El educador).
Además de recomendar vivamente su lectura, me detengo en su reflexión acerca de Santo Domingo. En ella se manifiesta de un modo claro el principio ya visto de la “reforma en la continuidad”, pero no aplicado solamente a la hermenéutica del Concilio Vaticano II. Lo digo en la perspectiva de la “historia de salvación” que –teologalmente- atraviesa “la discontinuidad” propia de los acontecimientos históricos. En el Padre de los Predicadores se hilvanan las diversas etapas de su vida desde la docilidad a lo real a través de lo cual se manifestaba Dios constantemente. Caleruega, Gumiel de Izán, estudiante en Palencia, canónigo en Osma, el camino por el Albigeois en el sur de Francia hacia las Marcas en la actual Dinamarca, etc. Frente a la esquizofrenia dualista o maniquea (la materia / espíritu y los “puros” / el resto de los hombres) y la negación de la Encarnación y la teología sacramental (el Matrimonio, la Eucaristía); la respuesta “sinodal” de su obispo, Diego de Osma en la reunión con los delegados de Inocencio III.
El Papa Benedicto subraya también el don de la obediencia, que es parte de la “escucha” a quienes él se confió y confiaron tanto en él: Inocencio III (1198 – 1216), Honorio III (1216 – 1227), el Cardenal Hugolino [futuro Gregorio IX (1227 – 1241)]
Al mismo tiempo, Santo Domingo confiaba totalmente en sus hermanos (fratres) en sus dones y capacidad de decisiones. El principio canónico medioeval “Lo que a todos toca por todos debe ser tratado y aprobado”[17] es una de las claves de lectura para las que podríamos llamar “líneas constitucionales” del gobierno de la Orden de Predicadores. El beato Humberto de Romans, Maestro de la Orden (1254 – 1263) enunció comentando la Regla de San Agustín: “El bien, en efecto, que es aceptado por todos, es promovido con rapidez y facilidad”[18].
[Recuerdo aquella Olimpíada en Leones (¿corría el mes de enero de 1982?) y aquella canción celebrando los 20 años de FASTA (¡han pasado otros 40!): “Somos una familia con historia”].
Intentando unir las “puntas sueltas del mismo lazo”, en esta charla vaya otra anécdota “presencial”. Me refiero al II Encuentro Nacional de la Juventud en Rosario (Argentina) 25 al 27.05.2018. ¡Entre tantos miles de jóvenes allí congregados, me encontré con muchos de FASTA! En la noche del sábado 26, lo recordarán, el Papa Francisco, a través de un video mensaje, les habló a los presentes a través de tres palabras (presencia, comunión, misión). Haciendo referencia a los “jóvenes” como “el futuro” les dijo: Muchas veces han oído decir que ustedes son el futuro, en este caso el futuro de la patria. El futuro está en las manos de ustedes, verdad, porque nosotros nos quedamos y ustedes siguen. Pero cuidado: un futuro sólido, un futuro fecundo, un futuro que tenga raíces. Algunos sueñan con un futuro utópico: «No, la historia ya pasó; no, lo de antes no, ahora empieza». Ahora no empieza nada. Te la vendieron. Bernárdez, nuestro poeta, termina un verso diciendo: «Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado». Volvé a las raíces y armá tú futuro desde las raíces desde donde te viene la savia: no renegués la historia de tu patria, no renegués la historia de tu familia, no niegues a tus abuelos. Buscá las raíces, buscá la historia. Y desde allí construí el futuro. Y aquellos que te dicen: «Que si los héroes nacionales ya pasaron o que no tiene sentido, que ahora empieza todo de nuevo…» Reíteles en la cara. Son payasos de la historia[19].
El Papa Francisco dirigió hasta ahora tres “mensajes” a la Orden de Predicadores y en ocasiones muy importantes:
- Al recibir en Roma el 4.08.2016 a los frailes participantes en el Capítulo General de 2016 reunido en Bolonia (durante el año del VIII centenario de la Bula Religiosam Vitam del Papa Honorio III confirmando la Orden de Predicadores (22.12. 1216);
- La homilía en la Misa celebrada en San Juan de Letrán, clausurando un Simposio de toda la Familia Dominicana reunido en el Angelicum el 21.01.2017;
- La Carta Praedicator gratiae del 24.05.2021 al Maestro de la Orden fray Gerard Timoner, con ocasión de los 800 años de la muerte de Santo Domingo[20].
En el primero de los encuentros repasa con los frailes tres pilares de la espiritualidad de la Orden: la predicación, el testimonio, la caridad. ¡La Orden de Predicadores está llamada a anunciar a todos los pueblos el Evangelio!
Su reflexión parte del mandato apostólico: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28, 18- 20).
Subrayo personalmente la palabra “todo” que indica justamente esa “plenitud” del poder, del “horizonte” de la evangelización, la “dimensión de su contenido” y de la promesa de “la permanencia” del Señor a lo largo de la historia, hasta que Él vuelva.
Estamos evangelizados por Dios en la contemplación de su misterio y estamos llamados a evangelizar a todos los pueblos por la enseñanza. El estudio asiduo y la cercanía a la realidad. Estamos llamados a ser contemplativos de la Palabra y del Pueblo que espera también ser comprendido.
El testimonio permite encarnar, hacer tangible la palabra, como Santo Domingo, con los pies descalzos al modo de Moisés ante la zarza ardiente (cf. Éxodo 3, 5) porque pisamos terreno sagrado ¡porque la Palabra es sagrada y sus destinatarios también! Como lo expresaba más arriba el testimonio implica el lenguaje del corazón, el consuelo de la verdad, la misericordia veritatis.
Esto ha de hacerse en la caridad. Su mensaje recuerda el episodio del joven Domingo en Palencia, cuando vende todo su ajuar de estudiante (libros, plumas, etc.) porque no puede estudiar sobre pieles muertas cuando sus hermanos sufren hambre. El estudio no resulta un espejo donde mirarse autorreferencialmente sino una ventana que nos permite contemplar la realidad. En ella, el cuerpo de Cristo vivo y sufriente en los pobres y descartados. ¡Abrazando la humanidad doliente! como exhortaba Fray Reginaldo Toro OP (1839 – 1904) obispo de Córdoba (1888 – 1904) a sus queridas Hermanas Dominicas de San José, por él fundadas.
Ante “el carnaval de la curiosidad humana” (sic) estamos llamados a glorificar al Padre mediante las buenas obras. Comentando el texto de la 2ª Timoteo 4, 3 el Papa Francisco, en su Iglesia catedral de San Juan de Letrán se refería a los maestros que se dedican siempre a las mismas fábulas propias –de nuevo la gráfica expresión- del carnaval de la curiosidad humana y la seducción. Ante esto, San Pablo, recuerda a su fiel discípulo Timoteo la necesidad de advertir, exhortar, reprender, vigilar y soportar los sufrimientos propios de todo evangelizador.
Con expresiones ricas en imágenes Francisco advierte acerca del relativismo subjetivo. El mismo resulta un maquillaje de la verdad que es apariencia, reciclado de viejas cosas que cautivan, atraen, pero no son Evangelio. Vivimos en una sociedad líquida sin referencias sólidas y estables propias de la cultura de lo efímero, del carnaval mundano del “use y tire”, la superficialidad pseudo – afectiva.
Pero hay un escenario opuesto: ¡Glorifiquen al Padre que está en los cielos! ¡Esta es la verdadera fiesta! Lo que interroga profundamente, lo que provoca en quien ve y escucha un “¿Por qué?”. Esta es la inquietud propia del mundo ante el Evangelio. La sal que no debe perder su sabor, la Palabra que no debe perder su gusto.
Finalmente, la carta Praedicator gratiae nos hace pensar no solamente en el predicador de la gracia sino también en la gracia del predicador. Francisco hace referencia a su Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate (19.03.2018) sobre el llamado a la santidad en el mundo actual.
Invita a una predicación renovada y vibrante, a un testimonio convincente en el espíritu de una “auténtica reforma”. Esta expresión no puede hacernos olvidar la célebre obra de Yves – Marie Congar “Verdadera y falsa reforma en la Iglesia”[21] (no “de” la Iglesia) y nos invita a abrir las mentes y calentar los corazones.
Nuestro tiempo presenta grandes transformaciones y nuevos desafíos para llegar a todas las periferias del mundo con la luz del Evangelio y el amor misericordioso de Cristo. Benedicto XVI expresó en la citada catequesis sobre Santo Domingo (3.02.2010) que en el corazón de la Iglesia debe arder siempre un fuego misionero.
Cuando el Papa Francisco habla de la Iglesia en salida hacia las periferias existenciales y no solamente geográficas, pienso en la misión de la Orden que siempre fue y debe seguir siendo una misión más allá de las fronteras. Esa misión se sitúa -como las llamaba el Beato fray Pierre Claverie OP (1938-1996) [22], en las “lignes de fracture” (líneas de fractura) de la humanidad que atraviesan hoy nuestro mundo globalizado, frecuentemente marcado por la injusticia y la violencia de conflictos raciales, sociales y religiosos. Exigió y exige de la comunidad dominicana la actitud y la práctica de la itinerancia, la movilidad, el continuo desplazamiento hacia las nuevas fronteras que nos señalan las prioridades de nuestra misión. No proyecto sobre cada uno de ustedes esta mirada. Sin embargo, soy testigo también de esa “itinerancia” laical, familiar dentro de FASTA.
¿Qué periferias, fronteras, “líneas de fractura” estamos llamados a contemplar / evangelizar?
- La frontera entre la vida y la muerte:
El gran reto de la justicia y la paz en el mundo
Los problemas más dramáticos y urgentes que acosan al hombre contemporáneo son de carácter histórico. Se refieren a los sistemas, estructuras, prácticas sociales, políticas y económicas que colocan a una gran masa de hombres entre la vida y la muerte. Por ello el compromiso por la vida desde su concepción hasta la muerte natural; el compromiso por la justicia y la paz –análisis, reflexión, acción solidaria- han de ser criterios de verificación de la Evangelización y debe acompañar cualquier área o modalidad de nuestra predicación. El ejemplo de frailes insignes como Bartolomé de las Casas, Antonio de Montesinos, Pedro de Córdoba en América Latina; así como el ejemplo de Domingo de Salazar en Oriente y la obra de fray Louis Joseph Lebret en nuestro tiempo es iluminador.
- La frontera entre la humanidad y la inhumanidad:
El gran reto de los marginados
No podemos dejar de estudiar las causas por las cuales la actual sociedad produce cada vez mayor número de marginados, descartados, que se ven próximos a la frontera de una vida inhumana o infrahumana. Entre las categorías de marginados se encuentran tantos pueblos que padecen pobreza material y la marginación cultural, social, económica y política. Existen aún hoy, de formas diversas, víctimas del “apartheid”: emigrantes, disidentes, obreros, la mujer, los enfermos, los jóvenes, los ancianos. Son estos signos manifiestos de la ausencia del reino de Dios y por lo tanto un reto prioritario para nuestra reflexión, estudio, evangelización. La misión de nuestras comunidades ha de mostrar un nuevo modelo de comunión y participación entre los pueblos.
- Frontera cristiana: El reto de las religiones universales
Las tradiciones religiosas universales comparten con nosotros la experiencia de Dios. El hinduismo, el budismo, el judaísmo, el Islam se sitúan sin embargo, más allá de la frontera de la experiencia cristiana de Dios. Algunas de estas tradiciones religiosas ejercen una fuerte influencia sobre el hombre contemporáneo. El diálogo con otras religiones cuestiona tradicionales concepciones de la misión evangelizadora de la Iglesia, así como actitudes y modelos inauténticos de evangelización. Este diálogo ha de ser a la vez analítico y autocrítico; supone una actitud de escucha, diálogo y una presencia inculturada. El ideal de Domingo fue misionar más allá de las fronteras de la cristiandad entonces establecida, entre los cumanos (era su sueño). La presencia en las escuelas, colegios, universidades favorecen ese diálogo intercultural e interreligioso, priorizan este reto de la evangelización.
- La frontera de la experiencia religiosa: El reto de las ideologías seculares
El hombre y la mujer contemporáneos padecen intensamente una situación paradójica: la carencia de la religión y la añoranza de lo religioso. Las ideologías seculares explican, en parte, esta carencia y cuestionan los viejos modelos de transmisión del mensaje de Cristo. Siguen pendientes de respuesta muchas cuestiones planteadas por el pensamiento contemporáneo. En todas éstas está presente el interrogante sobre el hombre y su futuro y la pregunta crítica por la verdad. El ateísmo, la increencia, la secularización, la indiferencia, la laicidad son cuestiones muy próximas a estas ideologías. El diálogo con las mismas puede servir como correctivo crítico a las diversas presentaciones del hecho religioso y cristiano y, al mismo tiempo, supone un área prioritaria de la evangelización dominicana. Una lección importante de los orígenes de la historia dominicana ha sido la capacidad de la Orden para establecer un diálogo entre el mensaje de Cristo y las culturas, clásicas o nacientes. Ejemplos son: Domingo, que incorpora el estudio a su proyecto fundacional; Tomás de Aquino en el siglo XIII; los profesores y teólogos dominicos del siglo XVI; los teólogos dominicos del Concilio Vaticano II. La teología ha sido creativa y profética en la Familia Dominicana en la medida que se ha dejado interpelar por las coordenadas culturales. Ha sido vida en la medida que ha tomado como punto de partida las acuciantes quaestiones disputatae de cada tiempo.
- La frontera de la Iglesia:
El reto de las confesiones no católicas y otros movimientos religiosos
La pluralidad de confesiones es un escándalo para creyentes y no creyentes. Las riquezas escondidas en las diversas tradiciones cristianas son una invitación al diálogo ecuménico y a la reconciliación. La reflexión teológica de la Orden, fiel a su tradición, quiere atender a este reto. Con matices diversos, la frontera de la Iglesia pasa también por el fenómeno de las “nuevas opciones religiosas”. En determinados países y regiones del mundo la presencia creciente de éstos “movimientos” constituye un reto a la evangelización. No caben simplemente la denuncia y los anatemas. El ideal primero de Domingo fue misionar más allá de las fronteras de la “cristiandad”. Urgencias inmediatas de la Iglesia se lo impidieron, y su misión la realizó entre los herejes, en las fronteras de la Iglesia. De ellos aprendió y tomó modelos de vida evangélica y apostólica. Con ellos dialogó sin descanso. A ellos interpeló con el testimonio de su fidelidad y comunión con la Iglesia.
Conclusión abierta – San Pablo VI y las características del diálogo
Queridos todos, soy consciente de la extensión de este texto (el compartido oralmente y el que había preparado con mayor detenimiento y aquí presento). Pero al hablar ante el Plenario de FASTA en una itinerancia sinodal y de diálogo, no puedo sino rumiar con ustedes este texto de San Pablo VI, en su primera Encíclica que podríamos llamar “programática” de su pontificado, la Ecclesiam suam (6.08.1964)[23].
Dedicó ese documento a la Iglesia que tanto amó, tal como lo expresó en su “Meditación ante la muerte”[24]: Ruego al Señor que me dé la gracia de hacer de mi muerte próxima don de amor para la Iglesia. Puedo decir que siempre la he amado; fue su amor quien me sacó de mi mezquino y selvático egoísmo y me encaminó a su servicio; y para ella, no para otra cosa, me parece haber vivido. Pero quisiera que la Iglesia lo supiese; y que yo tuviese la fuerza de decírselo, como una confidencia del corazón que sólo en el último momento de la vida se tiene el coraje de hacer. Quisiera finalmente abarcarla toda en su historia, en su designio divino, en su destino final, en su compleja, total y unitaria composición, en su consistencia humana e imperfecta, en sus desdichas y sufrimientos, en las debilidades y en las miserias de tantos hijos suyos, en sus aspectos menos simpáticos y en su esfuerzo perenne de fidelidad, de amor, de perfección y de caridad. Cuerpo místico de Cristo. Querría abrazarla, saludarla, amarla, en cada uno de los seres que la componen, en cada obispo y sacerdote que la asiste y la guía, en cada alma que la vive y la ilustra; bendecirla. También porque no la dejo, no salgo de ella, sino que me uno y me confundo más y mejor con ella: la muerte es un progreso en la comunión de los Santos.
Características del diálogo: claridad, mansedumbre confianza, prudencia
El diálogo es, en cierto modo, el tema transversal de la encíclica Ecclesiam suam, (el diálogo de Dios con el hombre a través de la creación, la salvación, la santificación, etc.). Esto significa que el diálogo es un modo de ejercitar la misión apostólica; es un arte de comunicación espiritual. Pablo VI señala cuáles son las características de ese coloquio:
1) La claridad ante todo: el diálogo supone y exige la inteligibilidad, es un intercambio de pensamiento, es una invitación al ejercicio de las facultades superiores del hombre; bastaría este solo título para clasificarlo entre los mejores fenómenos de la actividad y cultura humana, y basta esta su exigencia inicial para estimular nuestra diligencia apostólica a que se revisen todas las formas de nuestro lenguaje, para ver si es comprensible, si es popular, si es selecto.
2) Otro carácter es, además, la afabilidad, la que Cristo nos exhortó a aprender de sí mismo: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mateo 11, 29); el diálogo no es orgulloso, no es hiriente, no es ofensivo. Su autoridad es intrínseca por la verdad que expone, por la caridad que difunde, por el ejemplo que propone; no es un mandato ni una imposición. Es pacífico, evita los modos violentos, es paciente, es generoso.
3) La confianza, tanto en el valor de la propia palabra como en la disposición para acogerla por parte del interlocutor; promueve la familiaridad y la amistad; entrelaza los espíritus en una mutua adhesión a un Bien, que excluye todo fin egoísta.
4) Finalmente, la prudencia pedagógica, que tiene muy en cuenta las condiciones psicológicas y morales del que oye (cf. Mt 7, 6): si es un niño, si es una persona ruda, si no está preparada, si es desconfiada, hostil, y se esfuerza por conocer su sensibilidad y por adaptarse razonablemente y modificar las formas de la propia presentación para no serle molesto e incomprensible.
Cuando el diálogo se conduce así, se realiza la unión de la verdad con la caridad, de la inteligencia con el amor.
Santo Domingo y el “Diálogo evangelizador”
Vaya como final una bella anécdota que podría sintetizar cuanto he querido compartir con ustedes. Se trata de un viaje de Santo Domingo con fray Bertrán de Garrigue su socio en la itinerancia, compartiendo un viaje a pie con peregrinos alemanes (dadas las condiciones de los caminos y por razones de “seguridad vial”, etc., los peregrinos e itinerantes, solían unirse en la marcha y compartir sus bienes, alimentos, etc.). ¡Una bella imagen de tantas marchas por tantos diversos paisajes exteriores e interiores de FASTA! Seguramente esos compañeros de camino habían compartido varias jornadas, ¡pero faltaba compartir algo verdaderamente “esencial”: ¡el Evangelio!…
«Yendo (Santo Domingo) a París y habiendo pasado la noche en la iglesia de Santa María de Rocamadour, se le asociaron como compañeros de camino algunos peregrinos alemanes, los cuales oyéndole recitar con su socio los salmos y la letanía, se les unieron con devoción. Y durante cuatro días los mantuvieron a su cargo. Lamentándose, pues, el hombre de Dios, dijo a su socio fray Bertrán: “Soy plenamente consciente de que cosechamos de éstos bienes materiales, pero no sembramos en ellos los espirituales; puestos de rodillas, roguemos a Dios para que nos otorgue el poderlos entender y hablar con ellos, a fin de anunciarles la Palabra de Dios”. Habiéndolo hecho así, hablaron alemán durante cuatro días, con la admiración de aquellos; caminando con ellos, les predicaban»[25].
¡Muchas gracias!
Todas estas notas del anuncio del Evangelio, no han de constituir “nuevas tareas” que se suman a otras como una suerte de “imperativo categórico” o “nueva moda” que excluye otras de ayer. Al contrario, expresan un camino de alegría y libertad, expresan la vocación de tantos hombres y mujeres que han dado y dan sus vidas haciendo suyas las palabras del Apóstol:
“¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1ª Corintios 9, 16)
+ Fray Carlos Alfonso Azpiroz Costa OP
[1] Momento extraordinario de oración presidido por el Santo Padre (27 de marzo de 2020) | Francisco (vatican.va)
[2] Cf. Ciclo de Nueve (9) Catequesis en tiempos de pandemia (5.08.2020 al 30.09.2020).
[3] A los participantes en el Encuentro de las asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades (16 de septiembre de 2021) | Francisco (vatican.va) (cf. n. 2).
[4] Son palabras de Fray Aniceto Fernández OP (Maestro de la Orden 1962-1974) al proclamarla Pablo VI “Doctora de la Iglesia” en 1970.
[5] Decreto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida «Las Asociaciones de Fieles» que disciplina el ejercicio del gobierno en las asociaciones internacionales de fieles, privadas y públicas, y en otros entes con personalidad jurídica sujetos a la supervisión directa del mismo Dicasterio (vatican.va)
[6] Josef Pieper, Las virtudes fundamentales (Madrid 1980, Ed. RIALP) 49.
[7] Viaje apostólico a América Central: A la Asamblea del Celam en Port-au-Prince (Haití, 9 de marzo de 1983) | Juan Pablo II (vatican.va)
[8] Juan Pablo II, Discurso a un grupo de obispos franceses (en visita ad limina) 12.04.1997; Discurso en el aeropuerto de Tarbes (Francia) 14.08.2004.
[9] A partir de 1970, cada día martes (I Martedì) el Centro San Domenico del convento patriarcal de Bolonia -donde reposan los restos de Nuestro Padre Santo Domingo- reunía en la amplia sala de la Biblioteca, diversas personalidades para conferencias y debates sobre temas de la realidad eclesial, política, social desde perspectivas muy diversas y semejantes ¡análogas! Entre tantos y en tan diversas circunstancias, señalo los más conocidos: Card. Leo Suenens, Card. Karol Wojtyla, Mons. Helder Camara, Card. Joseph Ratzinger y personalidades políticas o de la cultura de Italia o diversos países.
[10] A la Curia romana con motivo de las felicitaciones navideñas (22 de diciembre de 2005) | Benedicto XVI (vatican.va)
[11] Concilio ecuménico Vaticano II, Constituciones. Decretos. Declaraciones (BAC, Madrid 1993) 1094-1095.
[12] En esta misma perspectiva es necesario comprender la Carta del Papa Francisco para presentar el Motu proprio “Traditiones Custodes” sobre el uso de la Liturgia Romana anterior de la Reforma de 1970 [Carta del Santo Padre Francisco a los Obispos de todo el mundo para presentar el Motu Proprio «Traditionis Custodes» sobre el uso de la Liturgia Romana anterior a la Reforma de 1970 (vatican.va)]
[13] Mensaje del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios, como conclusión de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (vatican.va)
[14] https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/speeches/1983/september.index.2.html
[15] Francisco, Meditación cotidiana, Misa en Santa Marta 19.05.2017: Las ideologías cierran el corazón al Espíritu Santo – Misioneros Digitales Católicos MDC
[16] Papa-francesco_costituzione-ap_20171208_veritatis-gaudium.pdf (vatican.va)
[17] Quod omnes tangit ab omnibus tractari et approbari debet es una regla de derecho derivada de un principio del derecho romano, contenido en el Código de Justiniano e inicialmente restringido al derecho privado, pero que a partir de su reinterpretación en el derecho medieval (civil y canónico) se extendió a otros ámbitos, en lo que se ha considerado el inicio del derecho constitucional; Cf. Yves Marie Congar en Revue historique de droit français et étranger 36 (Paris 1958) 210-259.
[18] Bonum enim quod communiter approbatur cito et facile promovetur; Humberto de Romans, Expositio Regulae, XVI: Opera de vita regulari [ed. Berthier (Casali 1956, vol. I) 72].
[19] Videomensaje del Santo Padre al II Encuentro Nacional de la Juventud argentina [Rosario Santa Fe – 25-27 de mayo de 2018] (26 de mayo de 2018) | Francisco (vatican.va)
[21] Vrai et fausse réforme en l’Eglise (Paris 1950)
[22] Nacido Obispo de Oran en Argelia (1981-1996) asesinado el 1°.08.1996, beatificado como mártir el 8.12.2018.
[23] Ecclesiam suam (6 de agosto de 1964) | Pablo VI (vatican.va)
[24] Meditación de Pablo VI ante la muerte | Pablo VI (vatican.va)
[25] Rodrigo de Cerrato, Vida de Santo Domingo, n.30.
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