Monseñor Azpiroz Costa: «Fosbery enamorado, fue descubriendo el Amor. Apasionado, fue descubriendo el significado más profundo de la Pasión»

Muy queridos hermanos y hermanas, amigos de FASTA:

Les escribo desde la ciudad de Tres Arroyos, dentro del territorio de la arquidiócesis de Bahía Blanca. He llegado esta tarde después de unos días de estudio compartidos con el clero bahiense. Hemos reflexionado -acompañados por el Obispo de «Santo Domingo en Nueve de Julio»- en la Carta Apostólica del Papa Francisco Desiderio desideravi («He deseado ardientemente»…) sobre la formación litúrgica del Pueblo de Dios (29 de junio de 2022).

Deseo ardiente. Éstas son las primeras palabras de aquella frase pronunciada por Jesús en la «Última Cena». El texto completo, vale la pena recordarlo: He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión… (Lucas 22,15).
Al cumplirse un año de la pascua del querido fray Aníbal, pienso no solamente en el deseo ardiente de Jesús para vivir «su Pascua», sino también en el deseo que -en su alma, vida y corazón- ha ido creciendo en fray Aníbal.

´¡Deseo ardiente! Difícil explicar lo que quisiera decir: un ideal, la garra, la fuerza, el empuje, el tesón. No podemos encontrar una sola palabra que describa un corazón inquieto como el de Jesús y como el del querido Padre (Cura).

Dos santos «Doctores» suelen identificarse en su iconografía con un corazón ardiente sostenido en una de sus manos: San Agustín y Santa Catalina de Siena.

Fray Aníbal era fácilmente identificable por esa fuerza que lo acompañó durante toda su vida. Enamorado, fue descubriendo el Amor. Apasionado, fue descubriendo el significado más profundo de la Pasión.

La PASIÓN significa al mismo tiempo la fuerza que nos mueve e impulsa a vivir un ideal (una dimensión activa si se quiere) y también identificamos como PASIÓN al sufrimiento o mejor dicho al «saber sufrir» (una dimensión «pasiva»). ¡Sí! ¡Sufre bien quien ama bien; sufre
mal quien ama mal!

El paso del enamoramiento al AMOR y del apasionamiento a la PASIÓN lleva tiempo. Es el tiempo de la purificación (como se purifica el oro en el crisol).

Recuerdo un campamento de formación doctrinal (muchos de ustedes también lo recordarán) en Molinari (Córdoba)… ¿enero de 1982 o 1983? Conversaba con él sobre cosas de la propia vida (yo era un joven fraile estudiante de la Orden y le presentaba cuestiones diversas, dificultades propias de alguien que balbucea las primeras palabras o hace los primeros palotes como fraile dominico). Él insistía en algo que me ayudó: «La necesidad de purificar las intenciones».

La vida nos regaló muchos encuentros, en condiciones y circunstancias inimaginables en aquella época para los dos. Puedo decirles que he sido testigo de esa purificación de intenciones de su parte… del trabajo interior, del crecimiento paulatino en ese deseo
ardiente. ¡Dejándose purificar por Dios!

Creo que es lo que podría decir del querido fray Aníbal, mi hermano en la Orden de Predicadores. Lo he contemplado, lo he percibido, lo he admirado… en él.

Ahora, es lo que deseamos y esperamos, él goza del encuentro definitivo con Aquel que -primero- ha deseado ardientemente nuestra amistad; ha deseado ardientemente que vivamos con Él, para siempre.

Es lo que pedimos para el «Cura» y le pedimos a él desde el misterio de la comunión de los santos. Que crezca nuestro deseo ardiente y que el Señor purifique ese deseo cada día.

Fraternalmente en Cristo y Nuestra Señora del Rosario

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+ Fray Carlos Alfonso AZPIROZ COSTA OP
Arzobispo de Bahía Blanca