Padre Fundador: «Escuchen esta palabra, ¡Resucitar!»
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- Nelson Santillan
- 15 de abril de 2022
- Fundador
(Reflexiones del Padre Fundador sobre textos del Evangelio de San Lucas, vol. III, pp.245-247)
La vigilia pascual
No hay otra noticia, no puede haberla hasta la consumación de los tiempos. Nadie podrá anunciar otra cosa que pueda llegar a darnos mayor gozo. Ningún anuncio podrá llegar a nuestro espíritu y achicar la fuerza misteriosa de este anuncio: ¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!
Y no hay más. Todo lo demás desaparece ante este anuncio providencial de la resurrección del Señor, porque si Cristo ha resucitado, con la resurrección de Cristo muere el pecado, muere la muerte, y aparece con todo su esplendor y su fuerza: la Vida.
Hermano mío: esta es la realidad que nosotros vivimos en la noche de Pascua. Cristo ha pasado en medio de nosotros, y su paso es paso del Dios resucitado. Detrás de su resurrección lo acompañamos nosotros con la fuerza de nuestra fe, con el fervor de nuestro corazón, y con la esperanza mutilada de nuestras miserias. Ahora ¿qué más da mi pecado? ¿qué más da mi corrupción? ¿qué más da mi muerte?: Cristo ha resucitado, y con Él voy a resucitar. Y con Él quiero resucitar.
Escuchen esta palabra: resucitar. No es transmigración como querían los antiguos. No es reencarnación como querían los paganos. No es inmortalidad como buscaban los filósofos. Es resurrección. Algo así como la fuerza omnipotente de Dios atreviéndose a quebrantar el peso implacable de la muerte para recrear de nuevo desde su omnipotencia la resurrección y la vida.
¿Y de qué te admiras? ¿Acaso el que pudo hacer las cosas de la nada, no tiene ahora después de su muerte y de su cruz la fuerza de resucitarlas? Y esta fuerza de resurrección hermano mío, ya está entre nosotros, ése es el misterio de la Iglesia. (…)
¡Hermosa noche de Pascua! Esta es la noche que hizo el Señor. La noche en que Cristo llegó hasta nuestros primeros padres y los arrancó de sus sepulcros. La noche en que Cristo llegó hasta los Patriarcas y Profetas, y los recreó de nuevo en el misterio salvífico de lo que ellos anunciaban sin ver. La noche en que abrió los cielos para todos los Santos que desde la fe creyeron en su resurrección y en su vida.
Hermano mío: pidámosle al Señor en esta noche con alegría profunda, con humildad de pecadores, que nos de la gracia de resurrección. Que esa gracia y su misericordia lleguen hasta nosotros. Nos invada el corazón. Nos purifique. Nos abra de nuevo a la confianza, a la esperanza y podamos decir en la Iglesia como comunidad de hermanos, como Ciudad Miliciana la alabanza perfecta de Cristo al Padre en el Aleluya Pascual, que abre de nuevo nuestro corazón a la esperanza.
Que así sea.
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