«Poema de la Cruz»: fray Aníbal Fosbery, 9 de abril de 1955

Poema de la Cruz (09.04.1955)

¡Ave Cruz!, única esperanza,
¡Ave Cruz!, último consuelo.
Marca de sangre que grabó en mi alma
el amor, por las llagas del Cordero.

Jerusalén, Jerusalén, ciudad hermosa
con todo el oro del Hermón ornada,
¿Quién te quitó tan regias vestiduras
y descubrió tu desnudez manchada?
Del Dios eterno eras la elegida
en donde siempre su mirar posaba,
eras la Esposa, eras la viña,
eras el Templo donde Él moraba.
Jerusalén, Jerusalén, ciudad hermosa,
¿de Señora te has hecho tributaria?
Sentada en soledad, clamas de día
y en la noche el llanto tu clamor empapa.
Jerusalén, Jerusalén,
¿qué es lo que has hecho?
La multitud de tus pecados clama:
_ ¡Conviértete al Señor de tus amores,
que en la ternura de su Amor te llama!

¡Ave Cruz!, única esperanza,
¡Ave Cruz!, único consuelo…
Marca de sangre que grabó en mi alma
el amor por las llagas del Cordero.

Y llegó la plenitud del tiempo
en el misterio del Amor que paga.
Y hubo un Hombre que viendo aquel Madero
que el Padre allá en lo eterno le mostrara,
en la locura de un amor inmenso,
al abrazarlo, el corazón vaciara.
Y nosotros que hemos recibido
de esa Sangre caliente y de esa Agua,
la virtud que lleva nuestra vida
al encuentro del Padre, en la Montaña,
anonadados ante tal misterio,
caemos de rodilla en alabanza.

Jerusalén, Jerusalén,
¿qué es lo que has hecho?
La multitud de tus pecados clama:
_ ¡Conviértete al Señor de tus amores,
que en la ternura de su Amor te llama!
Más… una nueva Sión nacía en el mundo
por el misterio de un Amor que paga.

¡Ave Cruz!, única esperanza,
¡Ave Cruz!, último consuelo.
Marca de sangre que grabó en mi alma
el amor, por las llagas del Cordero.

Fray Aníbal Ernesto Fosbery O.P.
Historias, Recuerdos y Poesías. Pag. 142

Producción; Carola Foster, editora de Arte