Las palabras de Cecilia Noriega al papa Francisco
Cecilia Noriega, misionera de Fasta en Kinshasa dirigió unas palabras al papa Francisco en el encuentro con las instituciones caritativas que se realizó esta tarde en la Nunciatura Apostólica. Cecilia estuvo acompañada por Daniel Medina, responsable de la fundación en el Congo y por alumnos del Colegio.
Santo Padre:
Soy Cecilia y soy de Córdoba Argentina. Conmigo está Daniel que también es de Córdoba y con un grupo de niños congoleños que estudian en nuestro colegio Fasta Pere Fosbery que está situado en Kinbangú 1, un barrio que es el reflejo donde se muestran las riquezas y miserias de la población de clase media de Kinshasa.
Los jóvenes crecen vagabundos, desempleados y sin educación. Las familia siguen superficialmente distintas religiones y son profundamente inestables. Los niños suelen ser abandonados y expuestos a la violencia verbal y física. Oprimidos por enfermedades que no pueden curar por falta de medios económicos.
Nuestro amado fundador aceptó la invitación de su Santidad de llevarnos hasta el Congo como llamada del Señor a evangelizar la familia, la juventud y la cultura de este país.
Seguimos siendo una pequeña realidad pero como hemos aprendido de un proverbio africano «mil pasos siempre parten de a uno».
Nos abrimos a todos y por lo tanto a Karidiya que está aquí conmigo y tiene 4 años, hija de padres musulmanes, respetuosa de la Iglesia y de los valores del Evangelio. Kadiya va descubriendo la vida y el gusto por la espiritualidad y también en ella se despierta el mensaje de Jesús.
Hoy también está D`Eto de 7 años, hijo único de una mujer soltera que vende fruta en el mercado para ganarse la vida. D´Eto vivía expuesto a los peligros de la calle y a la ley del mas fuerte, acostumbrado a vivir por sí mismo y alérgico a cualquier normativa. en el Colegio descubrió la amistad, el respeto y la disciplina y como dicen por aquí, está aprendiendo que «si quieres llegar rápido puedes ir solo pero si quieres llegar lejos es mejor ir acompañados».
Hoy también está Simi de 7 años que llegó al internado de la mano de su hermana y de su tío que los acogió cuando sus padres los abandonaron. Debi por otro lado proviene de una familia en la que sabemos que podemos confiar para la misión.
Todos juntos hoy quieren dedicarle un canto que es un himno de esperanza y confianza en el Señor.