Campos: “Comunidad” es una noción mucho más profunda que la de “sociedad”
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- Nelson Santillan
- 29 de junio de 2021
- Comunidad Fratelli Tutti Mundo Novedades Papa Francisco Universidad Fasta ⛪Iglesia
Expuso en el Segundo Coloquio Universitario sobre «Fratelli Tutti». También afirmó que «es muy difícil que una sociedad de intereses sobreviva mucho tiempo a los “desacuerdos”. En cambio, una comunidad, un pueblo, si puede subsistir a ellos».
Se realizó hoy la primera jornada del Segundo Coloquio Universitario sobra la encíclica Fratelli Tutti del papa Francisco. de esta primera jornada formó para el doctor Alejandro Campos en su carácter de vicerrector académico de la Ufasta.
Sobre la libertad, la igualdad y la fraternidad afirmó que «una clave de sol del magisterio social de Francisco, es que el tipo de relación que responde más plenamente a la naturaleza y dignidad de los hombres, es la fraternidad. No es cualquier relación: es la de los hermanos lo que transforma un conglomerado humano en comunidad».
Más adelante expresó que «el Papa nos recuerda que libertad, igualdad, democracia… son palabras sin sentido si no tienen oportunidad de ejercerlas en la práctica todos los hombres. La libertad sin fraternidad, deviene en soledad. La igualdad sin fraternidad, es una expresión hueca».
Texto completo ^^^^
SEGUNDO COLOQUIO UNIVERSITARIO FRATELLI TUTTI
LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD: EL DESAFÍO DE LA DIGNIDAD HUMANA.
Dr. Alejandro Campos
Vicerrector Académico Universidad Fasta
29 de junio de 2021
“La era moderna —que tanto desarrolló y proyectó la igualdad y la libertad— ahora necesita añadir, con el mismo impulso y tenacidad, la fraternidad para enfrentar los desafíos que tenemos por delante. La fraternidad dará a la libertad y a la igualdad su justa sinfonía.”[1]
La historia de la Iglesia nos muestra cómo una y otra vez, desde su misma fundación, es llevada en el camino de su misión por el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios, en su divina providencia, va suscitando las fuerzas de salvación necesarias para que la Esposa de Cristo cumpla en cada época que le toca vivir con aquella misión, hasta el fin de los tiempos.[2]
Es el mismo Espíritu que eligió a Francisco como el Papa de esta era.
Vivimos un tiempo extraordinario y complejo. La Iglesia del tiempo de Francisco, atraviesa las inéditas circunstancias que vive la humanidad hoy. Ciertos autores presentan este tiempo como una mudanza tan profunda de paradigmas, que se trata de un “cambio de civilización”. Hay un nuevo modo en el que el hombre se para y sobrevive frente a la realidad[3]; un cambio antropocósmico, que impacta en todos los aspectos de la vida humana, desde los más importantes, a los más triviales.
Permítaseme comenzar esta breve exposición por la conclusión. Una cuestión fundamental marca el papado de Francisco, y es esta: cómo les ha de llegar el mensaje de Dios a los hombres de este tiempo; cómo predicarles que el Reino de Dios está abierto, y que la salvación es posible hoy (como siempre) por la gracia de Cristo. En esta cuestión, Francisco quiere hacer salir la Iglesia a buscar a los hijos de Dios allí donde están hoy: en su situación, en su lugar y en sus circunstancias, para mostrarles, una vez más, en el lenguaje qe entienden, el rostro de Cristo. Su programa pastoral no consiste en volver y revisar aquello lo que los Papas enseñaron y que la Tradición ya reveló: eso no se toca para Francisco; su preocupación es mostrar el rostro fácil y amigo de la caridad: la Iglesia Madre que abre sus brazos y sale a los caminos por todos los hombres, en una nueva evangelización.
Decíamos arriba que vivimos un tiempo extraordinario. Permítanme el riesgo de señalar algunos tópicos “distópicos” que caracterizan esta era que vivimos:
- Un primer tópico, que a mi juicio marca la característica más saliente, es que en nuestra civilización el factor tiempo impacta más que el factor espacio. Quizás sea este el síntoma más importante de nuestra era pues, muchos de los fenómenos que explican el Siglo XXI, devienen del mayor impacto que tiene ese factor tiempo en nuestras costumbres, instituciones y comportamientos cotidianos.
- Un segundo tópico, es que el hombre aborda el cosmos desde una nueva de la realidad: la digital. Estamos pasando de un abordaje analógico de la realidad, al mundo digital. Vivimos cada vez más y más tiempo en la virtualidad, la cual conforma cada vez con más intensidad nuestro mundo.
- Otro tópico que vemos es que estamos una nueva “antropología”: una nueva conciencia del hombre sobre sí mismo y sobre el “nosotros”. Existe una tensión paradójica que reduce y extrema los polos individuo-sociedad, haciendo desaparecer las realidades intermedias. Pasamos del racionalismo al voluntarismo, del voluntarismo al post-voluntarismos que, nuevamente permítanme una licencia, llamaremos “deseismo”. El individuo que, simplemente, desea , se impone a la naturaleza y la especie.
- Otro factor característico de este tiempo, es la aparición de una nueva inteligencia (o de nuevas inteligencias). Se han roto los referentes racionales y la inteligencia emocional fija nuevos parámetros frente al mundo. Además, se ha desarrollado un nuevo tipo de capacidad extra humana de procesamiento que, por sus condiciones, hemos bautizado como inteligencia artificial.
- Una nota a observar es inmediatez en la relación hombre-entorno es el patrón cotidiano merced a la velocidad y gran capacidad de procesamiento de datos desarrolladas.
- Otro elemento característico de hoy es que la tecnología ya no es un añadido en nuestra vida diaria: la tecnología, es nuestra misma vida diaria.
- Características adicionales que enunciaremos son la hiper-comunicación, la globalización técnica, los nuevos lenguajes simbólicos emocionales, el progresismo como pan-ideología.
- Finalmente diremos en esta breve y temeraria caracterización que hacemos sobre esta era, que hoy la humanidad ya no vive en 6 continentes, sino en 7; incluso, Asia ya no es más el continente más poblado, pues hoy lo es la Internet, el nombre del séptimo continente.
Este salto de la humanidad es tan importante como aquel otro en el que el hombre dejó la vida nómade para afincarse en poblaciones estables merced a la aparición de la agricultura. También podemos compararlo con el cambio producido por la aparición de la escritura.
El paso de la era analógica a la era digital es el nuevo y consolidado escenario que vive la humanidad, y han cambiado las reglas de juego. Este de hoy, es un nuevo mundo: presenta desafíos propios y paradójicos a la misión evangelizadora que la Iglesia desarrolla desde sus orígenes, peregrinando por los tiempos.
… y el Papa Francisco recoge estos desafíos.
Este Papa toma la posta de Pedro con la particular misión de situar a la Iglesia frente a un nuevo tiempo. Apoyando sus espaldas en la fuerza de la tradición, y en la impronta de sus predecesores, Francisco guía a la Iglesia que ha transitado por el Vaticano II, y que ha atravesado por una era de transformaciones mundiales.[4]
¡Un Cristo que no es una abstracción! ¡Un Cristo que no se reduce a una idea!… El Cristo que es LA persona. El Cristo con el que cada hombre puede encontrarse hoy, es una relación concreta, cercana, real, posible.
Francisco en su pontificado nos va llevando en este camino del encuentro personal y comunitario con el Señor. A partir de este encuentro, se abre la auténtica posibilidad de renovación de las personas y de las culturas. Nos animamos a señalar – humildemente- algunas notas que consideramos importantes de observar en este papado:
- La insistencia que la persona de Cristo es más que una doctrina: es el Dios vivo. El encuentro con él, es un encuentro transfigurante del interior del hombre y de su realidad exterior. El cristianismo es una transmisión de vida y de la experiencia personal y comunitaria de Dios, que se apoya en su gracia.
- La sincronía de fidelidad y de renovación en la Iglesia[5]. Este binomio de fidelidad y renovación no se presenta de modo dialéctico: ambas cosas están presentes a lo largo de toda la historia de la salvación, pues, siguiendo la misión encomendada por su Maestro y Fundador, se trata a predicar la llegada del Reino de Dios a cada uno de los hombres, en cada tiempo y en cada cultura.
- Una eclesiología que enfatiza a la persona de Cristo en el centro de la Iglesia, y no a la Iglesia como su propio centro. Su visión y programa apostólico afirman a Cristo en el centro de la Iglesia. ¡Claro que importa la Iglesia! ¡Por supuesto son importantes sus normas y disciplina, las reglas de vida!…pero siempre recordando que todo esto se ordena a tensionar a la misma Iglesia a su misión de llevar a todos los hombres a la casa celestial del Padre, por el hijo, y en el Amor.
- El llamado a una nueva evangelización. Este Papa ratifica, digamos, con vehemencia, con insistencia, que es Cristo la respuesta necesaria a los dilemas y desafíos de este tiempo. Esta verdad que debe ser llevada a los hombres de este tiempo, mediante el lenguaje del encuentro, del desborde, de la misericordia y del amor por todas y cada una de las personas. En esta era, más que nunca, buscar a todos los hombres y en todos los espacios personales y culturales que habita se hace invocando a la misericordia.
- Cristo es la persona más cercana que puede tener cada hombre, y toda la humanidad. Cercano maestro, amorosísimo Salvador de estos hombres, aquí y ahora: en definitiva, esa es la propuesta de Francisco. Toda su trayectoria, su magisterio como por ejemplo las encíclicas Lumen Fidei[6], Laudato si[7], Fratelli tutti[8]; las exhortaciones apostólicas Evangelii Gaudium[9], Amoris Laetitia[10]; el Directorio para la Catequesis 2020[11]; la reciente publicación Soñemos Juntos, todos tienen esta lógica de una Iglesia puesta en función de llevar a Cristo a los hombres de este tiempo, de revitalizar y recordarnos que el centro de la Iglesia es Cristo y que la misión de la Iglesia peregrina de los tiempos es llevarle a Cristo a todos los hombres, saliendo los a buscar. Allí donde están, hay que buscar a los hombres, hablándoles en un lenguaje que puedan entender y asumir.
En la Encíclica que abordamos en este ecuentro, Fratelli Tutti, Francisco nos refiere permanentemente a la parábola del buen Samaritano[12]. De cara al “desafío de la proximidad”, en esta enseñanza del Buen Samaritano, el prójimo es aquel por quien somos capaces de dejar nuestras limitaciones humanas, culturales, circunstanciales, políticas y sociales, para acercamos. Es aquél a quien, pese a las diferencias, podemos tender la mano y encontrar la unidad del destino común, por el amor. Siempre me gusta decir que una amistad no se forja hablando de la amistad: podemos hablar 14 horas seguidas sobre ella, y no terminar por ser amigos. La amistad se forja a través de amores y trabajos comunes que van generando identidad y afecto, más allá de las diferencias.
Francisco tiene una constante en su magisterio sobre esta era: éste, “no es un tiempo de socios”; es un “tiempo de prójimos”[13]. Se propone trascender la relación concebida desde una “sociedad”, abrazando una basada en la “projimidad”. Es el prójimo quien explica nuestra vivencia de relación humana, según el misterio de Cristo; es el hombre que se acerca.
Francisco lo va explicando de muchas formas y figuras: “la misericordia”, los pastores “olor a oveja”, no “balconear la vida”… con todo eso, va haciendo una pedagogía acerca de un renovado modo de encarar las relaciones humanas: este sentido de “projimidad”, esta realidad del prójimo, es basal del modo que Francisco concibe la relación entre los hombres.
Muchas veces solemos usar las nociones de “sociedad” y de “comunidad” como sinónimos, sin más. Es cierto que se rozan en algunas acepciones; sin embargo, podemos encontrar matices importantes entre ellas. “Comunidad” es una noción mucho más profunda que la de “sociedad”: “común-unidad” habla de una “cualidad de común”[14], de un sentido común y muy profundo entre los hombres, del “conjunto de personas de un pueblo, región o nación”[15]. En una sociedad, matizamos, podemos encontrar como elementos constitutivos -explícitos o implícitos-, las normas comunes, la voluntad humana, el interés. La comunidad es la identidad misma de las relaciones personales. Francisco al hablar de la noción de “pueblo”, señala que éste no es una categoría lógica, ni legal: es una realidad viva fruto de un “…principio integrador compartido”[16]. El pueblo no es un concepto lógico: para acercarnos a esta profunda realidad humana, deberemos hacerlo “…desde la intuición; entrando en su espíritu, entrando en su corazón, su historia y tradición”[17]. La comunidad, (el “pueblo”, dice Francisco), es una “… categoría mítica, arquetípica que ayuda a encontrar una nueva forma de describir una realidad y forjar identidad que no se determina por la exclusión o diferenciación, sino por la síntesis de virtualidades…”.[18]
Francisco enseña un pueblo es fruto de una fusión de elementos vivos y profundos, una realidad que está más allá de los acuerdos y diferencias. A mi juicio -y por la pequeña experiencia que me dan los kilos-, es muy difícil que una sociedad de intereses sobreviva mucho tiempo a los “desacuerdos”. En cambio, una comunidad, un pueblo, si puede subsistir más allá de los desacuerdos. En un pueblo, subyace la pertenencia de sus integrantes merced a la intuición de una meta común. Preservando la identidad de cada miembro; una comunidad es una realidad capaz de generar una sinfonía armónica entre quienes la forman; una unidad en su diversidad. En una comunidad la conciencia de un futuro común convive con la riqueza y los matices particulares y propios de cada integrante.[19] La comunidad comparte experiencias, comparte esperanzas y comparte este sentido de destino común. Es una conciencia de la pertenencia a algo más grande y más profundo que no se reduce a una identidad legal, ni siquiera a una identidad física.
Francisco nos enseña que un pueblo “tiene alma”… por extraño que parezca, si: un pueblo tiene alma. Es una personalidad que se va formando en la síntesis de la historia; por eso no nos tienen que preocupar los desacuerdos cuando mantenemos el sentido común. Esta manera de ver la realidad desde la unidad de fin, misión y esperanza, genera una conciencia común frente que no es resultado de un sistema económico – jurídico – político; ni siquiera es una teoría. De allí la diferencia entre comunidad y sociedad. Sería raro hablar de nuestra familia como una sociedad, más allá de que tenga elementos sociales; solemos hablar de cada una de nuestras familias como una comunidad. No decimos que la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo sea una “sociedad” ¡No son socios! hay una comunidad trinitaria. Nadie habla de la Trinidad como socios.
Todos estos elementos fundamentales y misteriosos, constitutivos de la realidad humana compartida que llamamos “comunidad”, tienen un fundamento: el amor de fraternidad. Los hombres, como género, recibimos por designo creacional -y también por el reclamo de nuestra misma naturaleza-, este llamado a ser comunidad de especie, basada en el amor de fraternidad.
La libertad, la igualdad y la fraternidad.
Una clave de sol del magisterio social de Francisco, es que el tipo de relación que responde más plenamente a la naturaleza y dignidad de los hombres, es la fraternidad. No es cualquier relación: es la de los hermanos lo que transforma un conglomerado humano en comunidad.
El abordaje en la Encíclica de las cuestiones de la libertad, la igualdad y la fraternidad, lo hace el Papa en un capítulo titulado “Trascender un mundo de socios”[20], rescatando el referido ejemplo del Buen Samaritano.
Francisco nos señala un nuevo modo “pastoral” para hacer vigente la misión fundamental de la Iglesia:
- Estamos parados frente al desafío histórico de recuperar el profundo sentido de común-unidad. Una sociedad, en la que prime y tenga gran influencia el interés, es esperable el cierre a quienes no comparten tal interés. A diferencia de aquella, una comunidad – que es la realidad más profunda de las relaciones humanas- es difusiva: mira al bien de todos los hombres y por eso no le es lícito cerrarse.
- Todos los hombres deben poder participar de la riqueza de la creación ¡¿Por qué negar a algunos lo que es un bien dispuesto por el Creador para todos?! ¿Por qué algunos han de tener el derecho a apropiarse de todo, como si no hubiese existido nadie antes que ellos, y como si no fuera a existir nadie después?
- De allí, por ejemplo, la permanente exigencia de respeto a la dignidad personal de todos los hombres que hace el Papa. También el clamor por los derechos de los inmigrantes, pues no es lícito cerrar una comunidad ya que los bienes humanos están abiertos a todos los hombres. También el respeto a la casa común, pues no pueden algunos pocos sostener su estatus y nivel de vida degradando lo a que pertenece a todas las personas presentes y futuras.
- ¡El clamor del Papa por la fraternidad es, en definitiva, un clamor por la dignidad de la persona humana!
La libertad y la igualdad cobran su real y pleno sentido sólo si se les incorpora la fraternidad.
Recordemos la frase con la que empezamos esta conferencia. Desde la Modernidad venimos jugando con las palabras libertad e Igualdad: es tiempo, y es necesario, que empecemos también a poner en el centro de nuestra vida comunitaria a la fraternidad. El esfuerzo y clamor del Papa, piden:
- Construir para todos los hombres un mundo mejor.
- Hacer eso como hermanos, superando la ilusoria reducción de un individualismo asfixiante que carcome nuestras comunidades, haciéndonos creer que aislados somos más libres.
Muchos, que se ubican a si mismos del lado fastuoso de la línea amarilla que algunos creen que separa la vida, reclaman siempre libertad. El mundo para ellos es eficiencia, y suelen ser eficientes.[21]
Sin embargo, nos recuerda el Papa que “libertad”, “igualdad”, “democracia”… son palabras sin sentido si no tienen oportunidad de ejercerlas en la práctica todos los hombres. La libertad sin fraternidad, deviene en soledad. La igualdad sin fraternidad, es una expresión hueca.
- Una sociedad humana, para ser plenamente comunidad, debe garantizar de modo estable y eficiente que todo hombre sea acompañado en el recorrido de su vida para dar lo mejor de sí, para que pueda asegurar sus necesidades básicas, para que pueda ejercer planamente sus derechos y cumplir sus deberes, todo esto acorde a su dignidad… aunque en algunos casos, ciertas personas no sean eficientes.[22]
- Una comunidad es y debe ser una vocación de compartir mutuamente los bienes, aquella libertad se ejerce, y esta igualdad es posible si las riquezas espirituales y físicas de una comunidad, son compartidas por todos los hombres.
La igualdad y la libertad pueden arrojar consecuencias desastrosas si le dan la espalda a la fraternidad. Una comunidad es mucho más que la suma de intereses aislados: es un destino común, un llamado a la dignidad humana que sólo puede alcanzarse desde la fraternidad entre los hombres. Ese “sálvese quien pueda” que es tan característico de nuestro tiempo, es la filosofía de vida que Francisco intenta superar… “salvémonos todos por Cristo”…
La igualdad no es una categoría abstracta: es muy complicado asumirla así[23]. Si no discernimos bien este concepto, puede ser muy peligroso, porque podemos llegar a decir “todos los hombres son iguales” sin miramientos ¿qué estaremos afirmando con esto? Bien: no estoy afirmando que todos los hombres sean desiguales en dignidad, ni que carezcan de la misma base de derechos (me pasé afirmando lo contrario): afirmo, simplemente, que los hombres no son todos iguales… que cada uno es distinto. Cada uno cuenta con un don a la riqueza de una existencia diversa, plural forma, llena de matices. Decir que los hombres son iguales es una afirmación analógica, no unívoca. Son iguales en naturaleza, son distintos en tanto que personas. Sin matices, podemos llegar al absurdo de pensar que se logra “igualdad”, recortando derechos arriba, recortando derechos abajo y ¡listo!: ya somos todos iguales. ¡No!
- ¿La Igualdad? La igualdad es una base a partir de la cual cada hombre recibe el trato que merece por su dignidad intrínseca persona. Ocurre un hecho simple que está más allá de las proclamas cacofónicas: muchas veces los más débiles necesitan un trato preferencial, no igualitario, una mayor protección porque el mismo hecho que son más débiles. ¿Se debe tratar igual a los débiles y a los fuertes? ¿A los niños, a los jóvenes, a los pobres, a los enfermos, los ancianos? ¡No! No son todos iguales en sus realidades y, muchas veces, sus necesidades difieren: hay gente que sufre y que tienen menos elementos para sobrevivir.
- ¿La Libertad? No es libertad esa ilusión alienante –al estilo de la película Matrix- que afirma que cada uno queda librado a su fuerza, resultando de lo cual que unos pocos pueden apropiarse de todo, y el resto mira la vida con un lagrimón desde el otro lado de una imaginaria línea amarilla que separa a las élites. También es y debe ser libre un anciano que no puede salir de su casa, también lo es potencialmente el niño por nacer, y el mendigo y el enfermo. Para que puedan ser realmente libres los más débiles de una comunidad, para que puedan ejercer plenamente su dignidad (su “libertad” y su “igualdad”), necesitan de la fraternidad de los más fuertes. Todos los hombres son libres y tienen la dignidad de personas, y nuestra sociedad tiene que asegurar eso, pues es el rugido acuciante de la fraternidad.
Una alerta aleatoria y “corolaria”. Hemos oído mucho en estos tiempos como ciertas ideologías, reclamando una igualdad sin matices y una libertad reglamentada, fustigan los méritos de las personas… ¡no aceptan el mérito como base de una organización social! Al objeto de su aversión, lo demonizan llamándolo “meritocracia” que, si nos llevamos por la composición del término, sería el gobierno de los que hacen mérito. Es decir, de los que se esfuerzan, de los que quieren ser mejores como sociedad y personas. ¿Quieren esto? Nones, Don Quijote. ¡No quieren eso!… Quieren una sociedad igual, sin matices, sin diversidad y, por lo tanto y en definitiva, sin libertad. Porque da lo mismo lo que se haga: todos reciben de quien regula el poder, lo mismo. Ya lo predijo enseña el genial Enrique Santos Discépolo en su tango Cambalache[24]:
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador…
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
El “igualitarismo” y el “individualismo” sin fraternidad pueden ser fatales y totalitarios. Son los vicios a los que se desbarranca una sociedad sin fraternidad. ¿Suena utópico? … Puede ser. Pero prefiero esa esperanza que me trae responder al llamado a un mundo más fraterno, como lo hace el Papa, que sentarme a ver sin sentido las nefastas consecuencias que, por ejemplo, atravesamos en los conflictos sociales y políticos del Siglo XX… o dejarme arrasar por algunas injusticias y despotismos que amenazan en este Siglo XXI.
Dios nos libre de convertirnos un “cambalache”, aunque le agradecemos tanto que haya inspirado a un compositor de la vieja Buenos Aires, un tango con ese nombre, tan predictivo y sincero.
El llamado esperanzado y fervoroso que hace la Iglesia es a que se rescate este sentido profundo y armonioso que le proporciona la fraternidad a la libertad y a la igualdad: éstas últimas cambian de sentido, se transfiguran, y permiten un pleno camino a la dignidad de la persona si se les incorpora el amor entre los hombres.
Tenemos una oportunidad: Dios nos la da cada día. El mundo no es sólo un lugar de pecado y mal: es también el lugar en el que Jesucristo se encarnó, y al que trajo la gracia de la salvación[25]; es el lugar donde se consagra todos los días Su presencia sacramental. ¿Eso no alienta nuestra esperanza? ¿Acaso con eso no nos alcanza?
Señoras y señoras; amigos y amigas… hermanos y hermanas: tenemos una oportunidad. Dios nos la renueva una y otra vez.
has gracias. A Tus Órdenes.
[1] Su Santidad Francisco; Soñemos Juntos; Buenos Aires; Ed. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A. 2020; Pág. 7.
[2] Al efecto, resulta muy clara la enseñanza del Cardenal Joseph Ratzinger en Los movimientos eclesiales y su colocación teológica, conferencia que pronunció el 27 de mayo de 1998 al inaugurar en Roma el I Congreso mundial de los movimientos eclesiales, organizado por el Consejo Pontificio para los Laicos.
[3] Ref. Alessandro Baricco; The game; trad. Xavier González Rovira; Barcelona; Anagrama; 2019. Pág. 12 y s.
[4] Al efecto, nos remitimos a la profunda exposición del RP. Aníbal Fosbery OP. en La Cultura Católica, 2° ed. Buenos Aires; MDA ediciones; 2017. Pág. 629 a 874; especialmente cap. XXXV El Papa Francisco y la Nueva Evangelización.
[5] Ver RP. Aníbal Fosbery, Op. Cit. cap. XXIX y XXX.
[6] Carta Encíclica Lumen Fidei, 29 de junio de 2013.
[7] Carta Encíclica Laudatio Si, 24 de mayo – Solemnidad de Pentecostés de 2015.
[8] Carta Encíclica Fratelli tutti, 3 de octubre de 2020.
[9] Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, 24 de noviembre de 2013)
[10] Exhortación Apostólica post Sinodal del Papa Francisco, 19 de mayo de 2016
[11] Presentado el 25 de junio 2020. Aprobado por el Papa Francisco el 23 de mayo 2020
[12] Lucas 10, 35-37.
[13] Cfr. Fratelli Tutti, 101 y s.
[14] Diccionario Real Academia; término “comunidad”; 1° acepción.
[15] Diccionario Real Academia; término “comunidad”; 2° acepción. El término tiene un total de 8 acepciones.
[16] Soñemos Juntos. Pág.106.
[17] Ídem.
[18] Soñemos Juntos. Pág. 107.
[19] Cfr. Soñemos Juntos. Pág. 106.
[20] Fratelli tutti, n° 101 a 105.
[21] Cfr. Fratelli tutti, 109.
[22] Cfr. Fratelli tutti, 110.
[23] Ver. Fratelli tutti, 104.
[24] Letra y música de Enrique Santos Discépolo, 1935.
[25] Para profundizar en esta visión teologal, RP. Aníbal Fosbery OP, Reflexiones sobre los textos del Evangelio de San Mateo, Volumen II; Buenos Aires; MDA; 2017. Especialmente las reflexiones sobre las parábolas del capítulo 13 de este Evangelio, pág. 57 a 84.
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