por Giuseppe Brienza especial para HastaDIOS
El Papa Francisco celebrará hoy el duodécimo aniversario de su elección al trono pontificio en su cama del hospital romano donde se encuentra ingresado desde hace casi un mes. El Santo Padre, en efecto, está ingresado en el Policlínico «Agostino Gemelli» de Roma desde el 14 de febrero por una grave infección de las vías respiratorias.
Digamos, en primer lugar, que no parece baladí que Bergoglio esté pasando enfermo el decimotercer «cumpleaños» de su Pontificado. En efecto, como el del Apóstol San Pedro, el camino del Vicario de Cristo ha estado siempre acompañado por el sufrimiento y la cruz. Rezar, por tanto, por su recuperación y por su capacidad de seguir ofreciendo las pruebas y los sufrimientos (incluso morales) que está padeciendo por el bien de la Iglesia y del mundo es la única manifestación, en nuestra opinión, de amor concreto a su persona y a su misión universal.
Para desandar el último año de pontificado del Papa Francisco, quizá el más intenso vivido hasta ahora entre Jubileo, Sínodo, Consistorio, viajes al extranjero y visitas a Italia y a las parroquias de Roma, partiremos de su cuarta encíclica, la ‘Dilexit nos‘ publicada el 24 de octubre de 2024 y dedicada a la devoción al Corazón de Jesús.
Como sabemos, la primera encíclica de Bergoglio fue la ‘Lumen fidei’ (2013), la segunda la ‘Laudato si’ (2015) y la tercera la ‘Fratelli tutti’ (2020) pero, como se ha señalado, de todas ellas Dilexit nos ha sido la única ignorada por los grandes medios de comunicación y los círculos católicos culturalmente ‘elevados’. Esto se debe a que es un documento que «evidentemente no se presta a polémicas particulares» (Marco Invernizzi, L’enciclica dimenticata, en Alleanza Cattolica.org, 2 de diciembre de 2024). Si lo pensamos bien, esta circunstancia explica mucho sobre el sufrimiento y la Cruz que, no sólo en el cuerpo, lleva el Santo Padre …
Volviendo en cambio a su Magisterio, sabemos que desde el inicio de su pontificado Bergoglio siempre ha concedido gran importancia al tema de la familia y la fecundidad, como reiteró extraordinariamente el 10 de mayo de 2024 en los Stati Generali sulla Natalità, conferencia anual que se celebra en Roma, a poca distancia del Vaticano.
Incluso durante el viaje apostólico a Luxemburgo y Bélgica (26-29 de septiembre de 2024), el Papa Francisco elogió la valentía de un rey como Balduino que, en 1990, abdicó durante 36 horas para no firmar la ley de legalización del aborto. Tras un encuentro en la basílica de Koekelberg, el Pontífice se dirigió después a la iglesia de Nuestra Señora de Laeken, acogido por los reyes Felipe y Matilde, deteniéndose en oración ante la tumba del rey Balduino, cuya causa de beatificación y canonización inició a continuación.
Con estos gestos y enseñanzas, el Santo Padre nos advierte de que, a pesar de que se habla de superpoblación y del «derecho a elegir» cuando se trata de la vida por nacer, el descenso de la natalidad y el miedo al futuro a nivel mundial es un fenómeno creciente. Un ejemplo de ello es Italia, donde, según informa el Instituto Nacional de Estadística de Italia (ISTAT), la tasa de fecundidad ha descendido de 1,24 a 1,20 hijos por mujer en 2022, muy por debajo de la tasa de 2,1 necesaria para mantener un nivel de población estable.
Pero en el día en que se cumplen doce años del pontificado de Bergoglio, queremos compartir sus últimas y más claras palabras sobre un tema que suele ser utilizado en su contra por quienes lo juzgan «cómplice» de la ideología de género o de la agenda política de los lobbies LGTBQ+.
«Hoy, el peligro más feo es la ideología de género, que anula las diferencias», dijo dirigiéndose a los participantes en la Conferencia Internacional «Hombre-Mujer Imagen de Dios. Por una antropología de las vocaciones», el 1 de marzo de 2024.
Precisamente en el signo del amor humano y divino del Corazón de Jesucristo, enseñado en la estela de la Tradición por Dilexit nos, queremos conmemorar el aniversario de los doce años de Pontificado. Que el amor querido por Dios entre un hombre y una mujer en el matrimonio y dedicado por ellos a sus hijos encuentre en el culto al Sagrado Corazón, mediante la práctica de los nueve primeros viernes de mes, la fuerza para recibir para sí mismos y para sus seres queridos el don de la Redención.
