Padre César al Papa: «Usted nos invita a soñar, nos atrevemos a soñar juntos»
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- Nelson Santillan
- 1 de octubre de 2022
- Presidente de Fasta Papa Francisco
Este es el discurso completo que el padre César Garcés, Presidente de Fasta, le dedicó al Santo Padre en la audiencia de ayer en la sala Clementina del Vaticano.
Peregrinos de Esperanza
Estimado Papa Francisco:
«Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído.»
Hechos, 4, 20
Son estas Palabras de la Sagrada Escritura, las que motivaron iniciar un Jubileo en Fasta dedicado a percibir y celebrar el paso de Dios en medio nuestro. Necesitábamos dar Gracias al Señor, desde una profunda conciencia eclesial, que hiciera a la vez memoria de
nuestra historia. Sólo desde allí, podíamos arrodillarnos, pedir perdón y luego celebrar.
Todo esto es lo que nos hace llegar hasta aquí rezando y cantando, temblando y expectantes, ansiosos y esperanzados. Nuestro corazón se llenó de gozo cuando nos confirmaron este encuentro con Pedro, que sólo podemos interpretar como un don de la providencia, generando en nosotros una enorme acción de gracias.
Hoy nos toca representar a toda Fasta: laicos, consagradas y sacerdotes. Junto con nuestra presencia está la oración, el saludo y el afecto de los demás hermanos que acompañan desde los distintos lugares donde nos llevara la Providencia. En este camino se nos presenta
siempre nuevo el desafío: inculturar el Evangelio, respondiendo desde nuestro carisma a la misión que nos confía la Iglesia, en las distintas realidades particulares, sociales, políticas, culturales y religiosas que siguen interpelando a esa misión evangelizadora. Jesús nos sigue
invitando a llevar el amor y la paz a cada hombre, aportando la fuerza de la esperanza al transitar la historia.
Cuando mueren los padres, miramos a los hermanos. Conmocionados aún por el dolor que provocó en nosotros la Pascua de nuestro Fundador, fray Aníbal Fosbery, comenzamos a preparar el corazón para este encuentro, descubriendo a cada paso el sentido eclesial,
teologal y pastoral -que tantas veces nos transmitiera- de “venir a Pedro”. Sabemos cuánto amor de amistad albergaba su corazón de fraile dominico, hacia el Papa y en especial al Papa Francisco. El Padre Fosbery fue un hombre bueno, con fidelidades firmes e ideales grandes.
Padre de una gran familia, buen amigo y, sobre todo, de un gran testimonio en su ministerio sacerdotal. Fiel hijo de la Iglesia y de la Orden.
Dios trazó nuestra historia. Nacimos hijos de la Orden de Predicadores. Despuntando el alba del Concilio Vaticano II, aparecía un grupo de jóvenes laicos con el sueño de ser protagonistas de un mundo nuevo, impregnado por un profundo amor a Dios, la Iglesia y la
Patria. Inmersos en una historia con luces y sombras, gozos y tristezas, en medio de gestos generosos y de miserias y limitaciones, venimos como “peregrinos de esperanza”, porque queremos seguir recorriendo estos caminos de la nueva Evangelización, asumiendo como
prioridad pastoral la familia, la juventud y la cultura. Lo queremos hacer, como lo enseñara nuestro querido Fundador “con los pasos de la Iglesia, ni adelante ni detrás”. Caminar en fidelidad y renovación: fidelidad a la gracia que el Espíritu Santo nos ha regalado para el bien
de la Iglesia, y renovación para tener siempre la mente abierta y el corazón dispuesto a la necesaria conversión, que nos permita encontrarnos con cada hombre concreto y, desde donde sea que esté, acercarlo al Jesús misericordioso.
Esta historia marcada en nuestra juventud por las marchas y ascensiones, hoy la vivimos como peregrinación. Venimos a la Roma eterna al encuentro con Pedro. Venimos, Santo Padre, a pedirle nos confirme en la Fe. Queremos renovar nuestro amor y servicio a la
Iglesia para seguir entregando humildemente los frutos que emanan del carisma. Porque cobramos conciencia, y aprendimos en la historia, que todo lo que somos es don y es gracia.
También queremos agradecer de corazón sus enseñanzas. Porque nos toma de la mano y nos guía por este camino de llevar a Cristo, saliendo al encuentro y dejándonos encontrar. Porque nos impulsa a salir de nuestros cómodos centros para situarnos en las periferias y,
desde ellas, mirar de nuevo la realidad. Porque nos recuerda que a cada paso hemos de hacernos cargo del hombre de hoy a modo del Buen Samaritano.
Nos ayuda a entender una Iglesia parada frente a una nueva realidad, trastocada por un cambio de época. Nos hace un fuerte y vivo llamado para hacer presente a Cristo vivo en el corazón del hombre y de las culturas de hoy.
Nos enseña, y estamos aprendiendo, a caminar juntos. A incorporar la identidad sinodal de la Iglesia. A encontrar al hombre en su propia encrucijada, abriendo los brazos y poniendo sonrisas. A confiar en Dios más que en nuestra fuerza.
Querido Papa Francisco, con todo esto, usted nos invita a soñar. Aceptamos esa invitación, nos ponemos a su lado y nos atrevemos a soñar juntos. Le pedimos: no deje de soñar con la Iglesia un futuro mejor.
Así llegamos a Roma: haciendo memoria, soñando y agradecidos al Señor Dador de todo Bien y a Su Iglesia. “Peregrinos de esperanza”: vocación de ser en este tiempo discípulos y testigos de Cristo. Queremos escucharle.
Que el Señor le guarde en su sagrado ministerio. La Virgen Santísima del Rosario le proteja. Rezamos por usted.
¡A tus órdenes!
Pbro. César Garcés Rojas
Presidente de Fasta
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