Pironio a un miliciano: «Pablo, ama la Iglesia de Cristo»
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La siguiente anécdota fue relatada por el miliciano arquitecto Pablo Malaret cuando siendo un niño conoció al cardenal Pironio siendo obispo de Mar del Plata en el actual Colegio Fasta San Vicente de Paúl.
«Era un adolescente rebelde y afecto al vagabundeo, cuando la preocupación de mi madre me trajo a que cursara un Seminario Catequístico sito en el edificio San Vicente de Paul en donde funcionaba el CEDIER.
Allí fui yo, munido de revistas El Tony y Därtagnan intentando pasar las tediosas clases, las cuales me compensarían con una bicicleta, de esas con farolitos y dinamo.
Entre tantos curas, monjas viejas y beatos monaguillos, conocí a Pironio. Uno más. Para mi, un viejito intrascendente y con pinta de bueno.
Un día me llama, seguramente a instancias de mamá. Sorpresivamente apoya sus dos manos en mi cabeza diciéndome: » Pablo, Ama la Iglesia de Cristo»
Como no era mal educado, solamente lo pensé: «si, si! Claro!» con ganas de evadirme de ese encuentro. Para rematarla, lo culmina con un chiste simplón de sacristía: «Si estudias, quien te dice que no terminas siendo Papa».
De más está decir que una vez obtenida la bici, dejé el CEDIER, la Iglesia, a Pironio y los cómics, para dedicarme a vagar a conciencia. De hecho, no llegué al papado.
Pasaron más de 50 años. Y no solo terminé transitando con sumo amor los pasillos del San Vicente, sino que aún recuerdo cada detalle de aquella imposición de manos totalmente intrascendente.
Así actúa Dios».
Miliciano Pablo Malaret