Eduardo Kern: Pinceladas de Historia en la Ciudad Miliciana. Entrevista completa
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- Nelson Santillan
- 30 de abril de 2024
- Via Pulchritudinis
En esta serie de artículos, exploraremos la vida y obra de Eduardo Kern, cuyo arte continúa enriqueciendo la Ciudad Miliciana. A través de sus dibujos y creaciones, Kern no solo ha documentado la evolución de Fasta como movimiento de Iglesia, sino que también ha sido crucial en definir su identidad visual a lo largo de los años. Dada la extensa y rica trayectoria del artista, desglosaremos su historia en cuatro entregas. Esta primera parte se centra en sus años formativos y su contribución inicial al movimiento. En las próximas entregas, profundizaremos en las diferentes etapas de su carrera y su impacto continuo en el arte y la comunidad.
Eduardo Kern tiene casi 75 años, vive en Tucumán y desde siempre le gustó dibujar. Nació donde, en octubre de 1962, se fundó Fasta; en el pequeño poblado de Leones, Provincia de Córdoba, y fue uno de aquellos adolescentes que, embelesados, escuchaban al Padre Fosbery exponer sus sueños alocados de conformar una Milicia Juvenil.
Eduardo Kern, como él mismo lo expresa, pertenece a la generación de la historieta gráfica. Era un fanático de los “comics” de aquella época”: de los “Hora Cero”, de “El Tony” y otros más, con muchos fantásticos dibujantes locales y extranjeros, como Breccia o Hugo Pratt (a quienes quería imitar) entre tantos.
Autodidacta en su mayoría, Kern tradujo su pasión por el dibujo en una carrera en arquitectura, estudiando en Córdoba y formando parte del primer Colegio Mayor Universitario de Fasta. Durante este tiempo, utilizó su habilidad artística para apoyar las actividades del movimiento que no solo promovían eventos, sino que también documentaban visualmente la historia emergente de Fasta.
Es así que, durante los últimos años de la década del 60 y los primeros de los 70, fue el encargado (y único disponible), de aportar las imágenes graficas a: los afiches promocionales de las actividades milicianas; las ediciones del periódico oficial Stylo; e incluso, a responder a los pedidos de frailes dominicos para ilustrar las ediciones de sus propios libros.
Su tiempo en la universidad fue un período de intenso crecimiento creativo, donde Kern se dedicó a perfeccionar sus habilidades en dibujo y diseño, siempre manteniendo un enfoque en cómo su arte podría servir a mayores propósitos comunitarios y espirituales.
Eduardo se destacó por un estilo que combinaba rapidez y expresividad, características que le permitían capturar momentos efímeros y duraderos de la vida comunitaria y espiritual de Fasta. Siempre tuvo preferencia por los retratos, y en aquellos años invariablemente eran retratos familiares, hechos con lápiz, pero con la Universidad apareció la tinta china y el gusto por las aguadas, que implicaba mayor esfuerzo y atención.
Al graduarse, Kern no solo emergió como un arquitecto competente, sino como un cronista visual cuya obra seguiría narrando y definiendo la identidad de la Ciudad Miliciana. Su arte no solo ha embellecido espacios y publicaciones, sino que ha servido como un registro vital de la evolución de un movimiento que busca transformar la sociedad a través de la fe y la educación.
Parte 2
En esta Segunda Parte de nuestro encuentro con Eduardo Kern y su obra, exploraremos su transición hacia la vida profesional en Tucumán y cómo su pasión por el arte continuó moldeando su carrera, esta vez en el campo de la arquitectura.
Tras concluir su formación como arquitecto en Córdoba, Eduardo Kern se embarcó en un nuevo capítulo de su vida en la provincia de Tucumán. En el año 1976, junto a su esposa Olga y sus dos primeros hijos, respondió a una invitación del Fundador y se estableció en Yerba Buena. Este cambio marcó el inicio de una etapa intensa y apasionante en su carrera profesional.
Durante varios años, Kern se dedicó por completo a su profesión, enfrentando el desafío de viajar constantemente por todo el país para supervisar las obras arquitectónicas en las que estaba involucrado. Su habilidad para el dibujo se convirtió en un recurso invaluable, solicitado con frecuencia para plasmar ideas y conceptos en proyectos de diseño.
El propio Kern reconoce que siempre se sintió más a gusto como arquitecto de «tablero» que como constructor, una preferencia que se alineaba con su pasión por el dibujo. Las perspectivas con puntos de fuga y las representaciones axonométricas se convirtieron en parte de su lenguaje visual, demostrando su destreza técnica en una era con recursos tecnológicos limitados.
A medida que los años avanzaban, la vida profesional de Kern tomó un nuevo rumbo cuando incursionó en la docencia y la gestión universitaria en la UNSTA, bajo la tutela de los frailes dominicos. A pesar de esta nueva responsabilidad, nunca abandonó su pasión por el dibujo, encontrando en él una fuente de inspiración y expresión personal.
Fue en esta época cuando Kern experimentó con una nueva técnica: la acuarela. Impulsado por su deseo de explorar nuevos horizontes artísticos, se sumergió en el mundo del color y los matices, encontrando en esta técnica un medio de expresión único y fascinante. Esta incursión en la acuarela con todos sus matices, no solo enriqueció su práctica artística, sino que también lo llevó a experimentar con otros temas, anticipando una nueva fase en su carrera como artista.
En nuestra próxima entrega, nos adentraremos en la contribución de Eduardo Kern a la ilustración editorial y su colaboración con el Fundador de Fasta en proyectos significativos. Descubriremos cómo su arte continuó reflejando y enriqueciendo la visión de Fasta como un movimiento de Iglesia comprometido con la transformación social y espiritual.
Parte 3
En esta tercera parte de nuestra serie sobre Eduardo Kern, nos sumergimos en una fase significativa de su carrera: su contribución al mundo editorial a través de la ilustración. Este capítulo de su vida artística revela cómo Kern llevó su talento a nuevas alturas, impactando significativamente en la difusión cultural y educativa de Fasta.
Al inicio del nuevo milenio, la Editorial MDA de la mutual D’Agostino de Fasta se embarcó en un ambicioso proyecto editorial que incluyó la reedición del clásico «Martín Fierro» de José Hernández, con introducción, explicaciones y comentarios de nuestra querida Profesora Eugenia Lobo.
Para esta edición especial, destinada a ser accesible para estudiantes de toda la red educativa de Fasta, se requería un enfoque que combinara calidad con economía. Eduardo Kern fue encargado de ilustrar esta obra icónica, utilizando técnicas de aguatinta para crear imágenes que capturaran la esencia de la historia gauchesca sin incurrir en los costos adicionales de la impresión a color en todas las páginas.
Kern produjo cincuenta imágenes distintas que representaban momentos clave de la narrativa, demostrando no solo su habilidad técnica sino también su profundo entendimiento del texto. Cada ilustración reflejaba la tensión y el drama del poema, conectando a los lectores jóvenes con la rica tradición literaria argentina de una manera visualmente impactante.
A medida que pasaban los años, el momento de la jubilación se aproximaba, y con ella un tiempo que prometía dedicación plena al pasatiempo del dibujo. Sin embargo, una nueva oportunidad aguardaba en el horizonte de Eduardo Kern. En un día marcado por la fecha 3 de mayo de 2014, una nota formal del Presidente y Fundador de Fasta, Fray Aníbal Fosbery O.P., llegó a sus manos. En ella, se revelaba la culminación de un proyecto extraordinario: un libro autobiográfico titulado «Historias, Recuerdos y Poesías».
Tras años dedicados a su carrera y enfrentando nuevos desafíos, Kern se encontró ante una oportunidad inesperada que cambiaría el rumbo de su trayectoria artística.
Este libro, dividido en dos partes, ofrecía una propuesta desafiante y emocionante para Kern. La primera sección, dedicada a las «Historias y Recuerdos», estaba destinada a ser ilustrada con fotografías, mientras que la segunda, enfocada en las «Poesías», requería sus habilidades artísticas. Este encargo, imbuido con la confianza de Fray Fosbery y la promesa de una edición de calidad, implicaba el uso del color y, por ende, de la acuarela.
Kern abrazó la oportunidad con determinación y valentía. A pesar de las dudas iniciales sobre su capacidad para cumplir con los estándares de calidad requeridos, se comprometió con el proyecto con todo su corazón. Con el beneplácito del «Cura», su trabajo no solo cumplió con las expectativas, sino que también se extendió a otros dos libros autobiográficos de Fosbery: «Mis Poesías» y «Vocación y Misterio».
Este proyecto fue un gran desafío y honor para Kern, ya que requería capturar visualmente los recuerdos personales y las reflexiones poéticas del Fundador. Kern optó por la acuarela para dar vida a estas páginas, aprovechando su habilidad para trabajar con color y crear imágenes que resonaran con la profundidad emocional y espiritual del texto.
Los diseños de Kern no solo embellecieron la obra, sino que también sirvieron como vehículo para expresar la visión del Fundador sobre la vida, la vocación y el misterio de la fe. Esta misión resaltó la capacidad del arte para conectar a las personas con la comunidad, entrelazando la memoria personal con la historia compartida.
En nuestra próxima y última entrega, exploraremos cómo Eduardo Kern ha continuado su pasión por el arte en su jubilación, dedicándose a la creación de series de acuarelas que celebran las capillas argentinas e imágenes religiosas, consolidando aún más su legado como un artista de profunda fe y compromiso comunitario.
Parte 4
En los últimos años, Eduardo Kern ha experimentado una notable transformación en su vida, encontrando un nuevo ritmo marcado por la libertad de tiempo. Este cambio, en gran medida, ha sido posible gracias al sólido apoyo de Olga, su esposa, con quien comparte la felicidad de tener cuatro hijos y trece nietos.
Este entorno familiar, caracterizado por el amor y la estabilidad, ha brindado a Eduardo el espacio y la tranquilidad necesarios para sumergirse plenamente en su pasión por el arte, generando así un período sumamente productivo y creativo en su carrera.
Sin presiones externas y guiado únicamente por su propio gusto, decide dedicarse a una serie de acuarelas sobre un tema que lo apasiona: las Capillas de Argentina. Este interés marca un giro en su carrera artística, expandiendo su enfoque hacia otros temas.
La inspiración proviene no solo de su amor por la arquitectura, sino también de la riqueza histórica que estas capillas representan, especialmente en el Norte Argentino. La investigación minuciosa de cada edificación seleccionada es fundamental para capturar su esencia en las acuarelas.
A pesar de la suspensión de una exposición planeada, debido a la Pascua del Fundador, las acuarelas de Kern continúan recibiendo elogios y encargos. Retratos, imágenes de santos y vírgenes llenan los distintos espacios de la Ciudad Miliciana, junto con los entrañables retratos familiares que siempre ha disfrutado hacer.
Kern maneja con maestría las tres técnicas que tanto aprecia: el lápiz, el aguatinta y la acuarela, utilizando cada una según la inspiración del momento.
Para Kern, el arte no es simplemente un pasatiempo, sino una forma de estar más cerca de Dios en esta etapa de su vida. Sus obras, imbuidas de espiritualidad y belleza, reflejan su profundo vínculo con lo divino y su deseo de transmitir esa conexión a través de la expresión artística.
Mientras continúa explorando y expandiendo su repertorio, el legado de Eduardo Kern como artista permanece imborrable. Sus palabras resuenan en cada trazo: “El arte es una manera de encontrarse con lo trascendente, una búsqueda constante de la presencia divina en lo cotidiano.”
La posibilidad de una exposición individual de su obra se vislumbra en el horizonte, retomando la visión original del Padre Fosbery. Será un tributo no solo a la contribución artística de Kern, sino también una oportunidad para que la comunidad se sumerja en la profundidad y belleza de su trabajo.
Esperamos con ansias el momento en que esta muestra pueda realizarse, celebrando plenamente el legado de Eduardo Kern y su impacto duradero en el arte religioso y cultural. Que su visión, junto con la del Padre Fosbery, continúe inspirando y elevando los corazones de quienes tienen el privilegio de contemplar su obra.
Lic. Carola Foster, Editora de Arte y Cultura
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