Las tradiciones nos otorgan identidad y sentido de pertenencia, y mantenerlas vivas implica algo más que conservarlas. Se trata de hacerlas nuestras, adaptarlas y encontrar nuevas formas de expresarlas. Esta es la invitación que nos hace la tradición: preservar el sentido de lo que somos, renovando sus modos y actualizando sus maneras para que sigan vigentes en cada generación.
Florencio Molina Campos (1891-1959) reflejó esta visión en su obra, al retratar a los gauchos y la vida rural con un estilo único y cercano, revolucionando la percepción de la cultura rural argentina. Su lenguaje visual, original y accesible, combinaba humor y ternura, rompiendo con las representaciones tradicionales y permitiendo que el público conectara con la pampa de un modo fresco y directo. Con trazos exagerados y personajes llenos de expresividad, capturó la esencia de lo rural argentino, revelando no solo la apariencia de sus figuras, sino también la nobleza y sencillez de sus vidas cotidianas.
La difusión de sus ilustraciones a través de los almanaques de Alpargatas hizo que sus personajes —los gauchos, los caballos y las escenas de campo— fueran conocidos y apreciados en todo el país. Este alcance revolucionario permitió que incluso quienes vivían en zonas urbanas reconocieran en su obra una identidad común. La técnica de Molina Campos, con su caricatura y el uso de colores vibrantes, ofrecía una perspectiva accesible y cercana, sin perder la profundidad de su mensaje.
Sus caricaturas, que aún hoy conmueven, muestran que las tradiciones pueden renovarse sin perder su autenticidad. Su obra recuerda que actualizar nuestras expresiones no es alejarnos de nuestras raíces, sino darles nueva vida, manteniéndolas presentes y vivas en nuestra identidad cultural.
La música y la danza folclórica también abren espacio a la renovación. Los acordes de una guitarra o los pasos de una zamba pueden mantenerse fieles a sus raíces y, al mismo tiempo, hablarle a una nueva generación. Las tradiciones se conservan no solo por respeto, sino también por la capacidad de decir algo al presente. Renovarlas es asegurar que sigan siendo el lenguaje de una identidad compartida, manteniendo intacta la conexión con lo que han sido siempre.
Este llamado a preservar y renovar nuestras tradiciones implica un compromiso con quienes vendrán. Al darle nuevas formas y actualizar los modos, hacemos que la tradición mantenga su sentido para que siga siendo significativa para el futuro, como lo es para nosotros hoy. El arte, en todas sus expresiones, actúa como un puente que conecta pasado y presente, proyectando un futuro en el que lo nuestro siempre esté listo para ser compartido y celebrado.
Lic. Carola Foster, Editora de Arte y Cultura