(Esta nota fue publicada previa internación del Santo Padre)
Por Carola Foster
El arte, en su esencia más profunda, tiene el poder de liberar. No solo transforma lienzos en obras maestras o notas en sinfonías, sino que también es capaz de cruzar los muros más altos y romper las cadenas más invisibles. Este 15 de febrero, el Jubileo de los Artistas será testigo de ese milagro, cuando los presos se conviertan en protagonistas de un encuentro donde la belleza y la esperanza se encuentran.
El Vaticano acogerá esta jornada en la que artistas y reclusos compartirán un mismo espacio de expresión, uniendo sus voces en torno a la capacidad redentora del arte. La sala de conferencias de los Museos Vaticanos será el escenario de la firma de un «manifiesto educativo sobre la transmisión del código cultural de las religiones», una declaración que busca reconocer el arte como un puente entre la espiritualidad y la humanidad, más allá de cualquier circunstancia personal.
Uno de los momentos más significativos será la inauguración del espacio expositivo Conciliazione 5, que abrirá sus puertas con una muestra del artista chino Yan Pei-Ming. En esta exhibición, los rostros de los presos de la cárcel Regina Coeli de Roma cobrarán vida en una serie de retratos que no solo reflejan su realidad, sino también la dignidad que habita en cada ser humano. Una expresión visual de la invitación del Papa Francisco a llevar la esperanza del Año Jubilar a los más olvidados.
El compromiso del Pontífice con el mundo penitenciario no es nuevo. Su reciente visita a la cárcel de Rebibbia y la apertura de la Puerta Santa en San Pedro son gestos que hablan de una Iglesia que no se conforma con proclamar la misericordia, sino que la encarna. Y en este Jubileo de los Artistas, el arte se convierte en un eco de esa misma misericordia.
El evento tendrá otro hito relevante cuando Francisco se convierta en el primer Papa en visitar los estudios de Cinecittà, el corazón del cine italiano. Allí, se reunirá con artistas y trabajadores de la industria cinematográfica, acompañado por el coro «La Nave», integrado por presos y voluntarios de la cárcel de San Vittore en Milán. La música, como el arte, es un lenguaje que no conoce de rejas y que puede transformar el corazón humano.
El Jubileo de los Artistas nos recuerda que la belleza no solo ilumina galerías o escenarios prestigiosos, sino que también habita en los rincones más inesperados. Allí donde hay un alma que se abre al arte, hay un espacio para la redención. Porque la belleza, como la gracia, es un don que nadie puede encerrar.