Mar del Plata – La ciudad vivió este sábad , 21 de junio de 2025, una jornada de profunda fe y comunión con la celebración de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, popularmente conocida como Corpus Christi. La comunidad diocesana se congregó en una emotiva Eucaristía y posterior procesión, manifestando públicamente su devoción a Jesús Sacramentado.
El Colegio Fasta San Vicente de Paúl y la comunidad de Fasta Mar del Plata tuvo una activa participación en la celebración. Aldo Porrás, rector del nivel secundario, comentó: «La Santa Misa fue presidida por el Obispo Mons. Ernesto Giobando y contó con una nutrida concurrencia de fieles de distintas comunidades educativas y parroquiales. Nuestro colegio estuvo representado por un grupo de alumnos del nivel secundario, quienes participaron con profundo respeto y recogimiento a lo largo de toda la ceremonia.»
Luego de la Eucaristía, se realizó la tradicional procesión. Porrás agregó: «Luego de la celebración eucarística, se realizó la tradicional procesión por las calles céntricas de nuestra ciudad, acompañada por cantos, oraciones y signos de fe compartida. La misma culminó nuevamente en la Catedral, donde el Obispo dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los presentes, destacando la importancia de este gesto público de fe y animando a repetir esta expresión comunitaria el próximo año.»
«Agradecemos la posibilidad de haber participado de esta celebración tan significativa para la vida de la Iglesia, que refuerza en nuestros alumnos el valor de la fe compartida y la presencia viva de Cristo en la Eucaristía», concluyó el rector.
Monseñor Giobando: «Jesús comprende nuestras necesidades materiales»
En su homilía para la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo , Monseñor Ernesto Giobando sj, Obispo de Mar del Plata , invitó a la reflexión a partir del Evangelio donde los discípulos sugieren a Jesús despedir a la multitud hambrienta. El Señor les responde: «Denles ustedes de comer» , a lo cual ellos presentan solo cinco panes y dos pescados, muy poco ante la gran necesidad.
El Obispo de Mar del Plata enfatizó que, si bien es poco lo que tenemos ante tantas necesidades, «está Jesús y eso cambia todo, delante de Jesús no podemos hacer cálculos ni presentar excusas». Subrayó que Jesús es Dios hecho hombre, que comprende nuestras necesidades materiales, involucrándonos en ellas al decir «denles ustedes de comer» , y nuestras necesidades espirituales, para las cuales nos da el Pan de la Eucaristía.
Monseñor Giobando señaló que la Iglesia peregrina en Mar del Plata se encuentra con «muy poco que ofrecer ante tantas necesidades de una multitud, tenemos solamente cinco panes y dos pescados». Reconoció que muchas familias en la ciudad están en una situación similar.
Haciendo referencia a las indicaciones de Jesús de sentarse en grupos de cincuenta , el Obispo animó a formar «pequeños grupos» para «vernos las caras, reconocernos como hermanos y hermanas, saber un poco más de nuestras historias, ver las necesidades concretas, acercarnos al vecino, al joven, a ese anciano que vive solo y compartir el pan multiplicado que nos da el Señor». Remarcó que el milagro de la multiplicación radica en «compartir» , en el «pan partido y compartido» , más allá de la cantidad multiplicada. Ese «poco» que es nuestra ofrenda en la Eucaristía, «se multiplica, por la acción de la gracia divina sacramental y se hace Comunión».
El Obispo recordó que Corpus es la fiesta de la Comunión , misterio de amor y unidad que se renueva en cada Misa. Destacó que como Iglesia se camina juntos en este Año Santo como «Peregrinos de la Esperanza» , viviendo la partida del Papa Francisco y la llegada del Papa León. Afirmó que la Eucaristía y el Papa son signos de comunión para la Iglesia universal, y el Obispo para cada diócesis, garantizando la unidad entre sacerdotes, consagrados y laicos, sin divisiones: «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un Papa, un Obispo, una Diócesis!».
Retomando el lema del escudo del Papa León XIV, «En el único Cristo somos uno» , Monseñor Giobando hizo un llamado a «sentarnos en grupos de cincuenta», para «compartir» y «dialogar» en torno a la Palabra y la Eucaristía en un mundo de guerras y enfrentamientos. Instó a compartir el pan escaso, el pan del trabajo y las oportunidades, para achicar las desigualdades. Subrayó el dolor de la exclusión y la desnutrición en la «tierra bendita del pan», urgiendo a buscar soluciones y no quedarse en el lamento.
Finalmente, el Obispo invitó a repensar la Iglesia que querían Francisco y sueña el Papa León: «una Iglesia cercana a las necesidades de la gente, abierta al diálogo, alejada de la descalificación y de los insultos que dividen». Una Iglesia joven para los jóvenes, y que tenga a niños y adolescentes como preferidos de Jesús , una Iglesia doméstica , pobre para los pobres pero rica en generosidad y esperanza , pecadora pero reconciliada , samaritana que no pasa de largo ante el dolor , y que anuncie a Jesús vivo llegando a todos los ámbitos, sin que «nadie pueda quedar afuera». Concluyó con el deseo de formar grupos de cincuenta donde se encuentre un lugar de plena participación, una «Iglesia sinodal y misionera que lleve la esperanza a tantos que se les va apagando la ilusión y las ganas de vivir». Para esto, citó al Papa León XIV: «Espero que cada diócesis pueda promover caminos de educación a la no violencia, iniciativas de mediación en los conflictos locales, proyectos de acogida que transformen el miedo al otro en oportunidad de encuentro. Cada comunidad debe convertirse en una ‘casa de paz’, donde se aprenda a desactivar la hostilidad a través del diálogo, donde se practique la justicia y se valore el perdón».
La celebración culminó con la tradicional procesión de Corpus por las calles, guiada por Jesús, dando una respuesta de fe: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
