Cine: «Drive my car»

Critica de cine, Por Horacio Steffanina

Drive my car. 2021. Ryusuke Hamaguchi

No es fácil hacer una reseña y resumen de una película de estas características. Cuando uno termina de verla, tiene la sensación de haber observado una obra maestra del cine, de esas que perdurarán en la memoria durante mucho tiempo. Sin embargo, tengo también la certeza de que muchos no llegarán a ver el final y a mitad de la duración de la cinta, casi 3 horas, se levantaran de la butaca y se irán decepcionados del cine. ¿Cómo es posible que despierte tan distintas opiniones?

En primer lugar, el cine oriental es muy diferente al occidental. Esto tiene que ver con la gran diferencia de las culturas entre sí. Por lo que la forma de ver la vida y la manera en que se transmiten las emociones son el día y la noche para expresarlo gráficamente.
Y no es casual que la trama sea una adaptación de un cuento corto del escritor nipón Haruki Murakami, que es uno de los escritores más reconocidos de la actualidad. Más allá de sus historias tengan gran aceptación en el resto del mundo, los personajes son siempre japoneses, con su visión particular sobre la vida y sobre todo sobre la muerte.
En “Drive my car”, incluido en el libro “Hombres sin mujeres”, el cuento gira en torno a un director de teatro viudo, que no sabe cómo continuar su vida después de la muerte de su esposa. La película toma esta historia y adapta una primera parte para mostrar una relación fría y monótona entre los esposos, después de haber sufrido la pérdida de una hija a los 4 años de edad. Después del repentino fallecimiento de su mujer, la historia sigue 2 años después con el traslado de este a la ciudad de Hiroshima para dirigir una obra de teatro. Por cuestiones de contrato, debe aceptar un chofer, que resulta ser una chica muy joven que casualmente tendría la edad de su hija fallecida. Entre los dos poco a poco, se desarrolla una amistad que les sirve a ambos para continuar con sus vidas.
Lo novedoso de la adaptación, y que no figura en el cuento, es que la obra de teatro es “Tío Vania”, una obra del dramaturgo ruso Aton Chevov, que trata justamente sobre vivir una vida vacía, sin objetivos, esperando la muerte para terminar con el sufrimiento.
La película hace una analogía del padecimiento del protagonista con la obra que dirige y motiva al espectador a reflexionar sobre cosas transcendentes, especialmente a la aceptación del destino tal cual se nos presenta a lo largo de nuestras vidas.
Hace mucho tiempo el cine se catalogaba como comercial o culto, este último formaba parte de un circuito reducido de espectadores que buscaban algo más que un entretenimiento. En los últimos años esta diferencia se ha reducido bastante y hoy se puede hablar de un único cine con distintos formatos. Este film es de los que suele agradar a los críticos y no al público en general. Técnicamente es impecable, la trama tiene un desarrollo lento, que poco a poco nos va mostrando las distintas personalidades de los protagonistas. Están más que merecidas las nominaciones de la academia. Podría ser la sorpresa que nadie espera en la próxima premiación. Tal cual sucedió hace unos años con “Parásitos”.
En resumen, una historia conmovedora y contundente sobre la soledad y la perdida. Después de todo y a pesar de todo “viviremos”, frase con que finaliza la obra teatral de Chejov.
Según mi humilde opinión 9/10.