Cine: «El espía inglés»
Crítica de cine, por Horacio Steffanina
El espía inglés. 2020. Dominicooke
Basada en la historia real de un comerciante inglés, reclutado por el M16 y la CIA, para que sea el intermediario entre un funcionario ruso desertor y la información sobre la instalación de los misiles atómicos en la isla de Cuba. Esta información le permitió a Kennedy estar un paso adelante en la negociación y los verdaderos alcances del poderío atómico ruso, algo de lo cual solo eran rumores hasta ese momento.
La trama tiene mucha similitud con la filmada en su momento por Spielberg, “Puente de espías”, 2015, con Tom Hanks.
El camaleónico Benedict Cumberbatch da vida al ingeniero Greville Wynne, y lo hace verdaderamente bien. El actor encuentra el punto justo entre un hombre sencillo, con luces solo necesarias para hacer su trabajo y mantener una vida normal con su familia y el deber patriótico que le es encomendado. A lo largo de la película, y luego de varios encuentros con el espía soviético Oleg Penkovsky, empieza a entender lo peligroso de su misión y su vida cambia de rumbo. El gran acierto de la película es no caer en los estereotipos comunes, mostrando a los rusos como asesinos despiadados o el monstruo a vencer. El actor carga sobre sus hombros el peso de hacer algo que pone en riesgo su vida y la obligación moral de lo correcto. Su información desbarató una seria amenaza de conflicto nuclear. Los riesgos eran necesarios y valían la pena.
La amistad entre el ruso y el inglés se mantuvo inquebrantable cuando fue necesario. Está claro que la filtración fue descubierta por la KGB, pero subsistió lo suficiente como para ser vital. El suspenso está bien logrado, y la tensión manifiesta con la familia de ambos espías, que no sabían nada de este intercambio, da un toque de realismo necesario para entender el drama personal de cada uno.
En este punto y cuando las papas quemaban, los ingleses, famosos hacedores de plancha, abandonaron a su suerte a los protagonistas y los americanos fueron lo que intentaron evitar lo inevitable. Pero lo real es que un civil devenido a espía, fue el único que no quiso abandonar a su amigo y se jugó la vida para salvarlo. Acá está el verdadero héroe en esta historia.
La ambientación es correcta y sobria. Trata de encontrar un punto de equilibrio entre un mundo de pocas ostentaciones y una guerra en ciernes que finalmente nunca sucedió. Posiblemente el sacrificio del dignatario ruso haya valido la pena. Ese es el mensaje que nos queda. Pero la trama nunca cierra del todo. Cooke no es Spielberg y en algunos momentos la película cae en pozos en los cuales parece naufragar. Sin embargo, Cumberbatch sostiene los baches con una actuación convincente y hace que valga la pena verla.
Según mi modesta opinión 7/10