Padre Fundador: «Cada una de nuestras historias personales puede dar testimonio de esta Epifanía del Cristo»
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- Nelson Santillan
- 6 de enero de 2022
- FASTA Fundador
La siguiente es una homilía del Padre Fundador en el Albergue Nacional «San Pablo» de la Organización Mayor del 6 de enero de 1985. Etimológicamente, la palabra «epifanía» significa «manifestación» y referida al Señor corresponde a los momentos en que Jesús se manifiesta o se revela al mundo. Habitualmente se identifica con el Día de Reyes, sin embargo, en la tradición cristiana existen al menos tres momentos en los que Jesús se manifiesta.
Albergue Nacional “San Pablo”
Organización Mayor 06/01/85
06/01/85
Mis hermanos:
La Epifanía del Señor. Había llegado la plenitud de los tiempos y se hacía manifiesto el plan de Salvación de Dios.
El Señor nos manifestaba su misericordia encarnándose, es decir, mostrándose.
Se manifestaba al universo entero, la presencia del Emanuel, del Salvador, por eso en la bóveda del cosmos los ángeles cantarían la gloria de Dios y anunciarían la paz para los hombres de buena voluntad.
A partir de esa plenitud de manifestación de Cristo, cambiaría la historia de los hombres, la esperanza de los viejos profetas y patriarcas de Israel ya no sería una esperanza solamente significante de una realidad a ocurrir, sería la esperanza contenida en la manifestación definitiva del Rey de los Cielos. La fe pasaba a ser “la sustancia de las cosas que esperamos”.
“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. A partir de allí una nueva esperanza vendría a posarse en el corazón de los llamados, de los convocados, una esperanza que reposaría en la sustancia misma de las cosas de la fe.
Hasta ese momento todo había sido significado como vestigio, como huella de lo que llegaría. A partir de la encarnación ya estaban los contenidos mismos del reino de los Cielos.
Su gracia, su salvación, su justicia, su paz, su misericordia.
Pero había que aguardar y debemos aguardar la definitiva manifestación de Cristo.
Todavía no ha llegado, todavía no se nos ha dado la gloria definitiva de su manifestación.
Por eso hemos de transitar desde el claroscuro de la fe. La fe será de alguna manera el fundamento de esa esperanza nuestra, porque si es cierto que ya están los contenidos de la salvación, si es cierto que ya tenemos a mano el patrimonio del reino, todavía no podemos llegar hasta él, si no es apoyando nuestra actitud en la Palabra de Dios, para que, a través de su Palabra, y a través de su misterio se nos entregue la gracia. Pero ya está el Señor manifestándose, ya está la Epifanía en medio de nosotros. Todo el esplendor de su majestad no se nos da, pero se nos da su Palabra, se nos dan sus signos, se nos dan los contenidos de la salvación.
Tenemos a mano la salvación, el Señor es nuestro, el Verbo se hizo carne y esta presencia del Verbo en medio de nosotros, es para nosotros, La Epifanía del Señor es nuestra, hay una manifestación del Cristo en el misterio total de la Iglesia. La manifestación del Cristo es para cada uno de nosotros, porque dice el Evangelio que Él conoce hasta el número de nuestros cabellos, Él nos conoce personalmente, Él nos ama personalmente y este amor del Cristo, es su Epifanía de salvación para nosotros, es su Epifanía salvífica, no nos podemos salvar si el Señor no toma la iniciativa de salvarnos.
¿Y cuál es esa iniciativa de salvación del Cristo? Manifestarse, mostrarse. Sí, ya lo sé, desde el claroscuro de la fe, pero ya es un modo de manifestarse, ya es una Epifanía. Cada uno de nosotros lo sabe, cada una de nuestras historias personales puede dar testimonio de esta Epifanía del Cristo. El Cristo que llega hasta nosotros, no sabemos cómo, cuándo pasó, cuándo llegó y nos convocó, cuándo nos llevó a la salvación, esa es la realidad de cada una de nuestras vidas, si no fuera así, no estaríamos aquí.
Estamos aquí, porque el Señor se ha manifestado y esa Epifanía es como un signo de su amor de predilección, esa Epifanía de su amor de salvación nos quiere salvar, nos convoca a la salvación, por eso se hace presente entre nosotros, por eso ha llegado a nuestros corazones, por eso ha iluminado nuestra inteligencia, por eso nos motiva a la purificación y al arrepentimiento, por eso está siempre manifestando su misericordia.
¡Qué misterioso poder este de Cristo!, ¡Qué misteriosa esta manifestación del Señor aquí, en su Iglesia! Convocados por la gracia de nuestro bautismo, cada paso del Señor en nuestra vida es un signo de su Epifanía.
¡Hasta cuando Señor! Hasta que llegue el momento definitivo en que lo veremos en el esplendor de su gloria, mientras tanto, caminamos pesadamente con la carga y el peso de nuestras vidas, pero nos apoyamos en esas manifestaciones de amor que el Señor tiene con cada uno de nosotros.
No podemos traicionar, ninguno de nosotros puede alejarse del Cristo, sin sentir que traiciona estas manifestaciones de amor del Señor, ninguno de nosotros puede cerrarse a su gracia sin sentir que cobardemente le da la espalda, a esa presencia del Cristo entre nosotros.
Quisiera que, en este día de Reyes, en nuestro albergue San Pablo, sintamos hondamente la presencia de Cristo en cada una de nuestras vidas, que seamos capaces de sentir hondamente la necesidad de fidelidad al Señor.
Pero que además sintamos hondamente la presencia y la manifestación de Cristo en nuestra Fraternidad, en nuestra Institución.
Ese también es un paso, una manifestación, una Epifanía de amor del Cristo. No sólo se ha manifestado en nuestras vidas privadas, sino que nos ha convocado a conformar una asamblea de hijos de Dios, convocados a significar su paso como Iglesia, hay aquí también una respuesta de vocación, una respuesta de compromiso.
Mis queridos milicianos, la fidelidad a estas presencias del Señor, son signos de nuestra definitiva salvación. El Señor se manifestará definitivamente en la gloria, mientras tanto caminamos en la esperanza. Que este albergue San Pablo, ahonde esta necesidad de fidelidad, enriquezca nuestra esperanza y nos haga vivir siempre abiertos a las presencias de Cristo, para que en esa actitud espiritual podamos cumplir siempre con su voluntad.
Así sea.
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