Desafiando la geografía y el clima el padre Eduardo Lloveras viajo a las entrañas del Congo. «Del 31 de marzo al 7 de abril estuve de visita en dos ciudades del interior del Congo: Mbuji-Mayi y Kabinda» contó el padre Eduardo a Hastadios.com. Nos comparte su rica experiencia en esa tierra.
El padre cuenta que «el viaje fue toda una aventura«. Primero viajó en avión a Mbuji-Mayi distante casi 1300 kilómetros de Kinshasa donde reside junto a la comunidad de Fasta Kinshasa para luego emprender un viaje en camioneta por más de 150 kilómetros más por caminos difíciles y mucha lluvia.
«Fui a Kabinda para ayudar al Administrador Apostólico de esa Diócesis, que me había pedido que fuera allí» afirmó el padre Eduardo. Para luego confirmar que «de ida y de vuelta estuve en Mbuji-Mayi porque hay que llegar a esa ciudad por avión para después viajar desde ahí por tierra hasta Kabinda».

«Fue una experiencia muy bonita, conociendo gente nueva y además el viaje de Mbuji-Mayi a Kabinda fue toda una aventura, ya que el camino se pone complicado por la lluvia y en esos días había llovido».
Destacó que «el Congo tiene paisajes muy bonitos y la gente me recibió con cariño. Vale mencionar que la familia paterna del padre Reneidi es de la zona de Mbuji-Mayi. En esos lugares se habla el tshiluba, que es una de las cuatro lenguas principales del Congo; aunque en Kabinda se habla el kisongye«.

También nos comentó que «el Administrador Apostólico de Kabinda, antes Obispo de esa Diócesis y ahora Arzobispo de Kananga, es Monseñor Felicien Ntambue, de la Congregación del Inmaculado Corazón de María (CICM), también llamados «scheutistas» por el barrio de Bélgica donde tuvo origen esa prolífica congregación misionera, que tiene una fuerte presencia en la República Democrática del Congo».
Destacó que «él es originario de Kabinda, aunque vivió en Kinshasa y después, como misionero, en países como Taiwán y Hong Kong. Estuve alojado en el Obispado de Kabinda y en la casa de los scheutistas en Mbuji-Mayi. En Kabinda con mucho trabajo y en Mbuji-Mayi pude ir a concelebrar la Misa en una aldea cercana a la ciudad».
«En el camino de regreso de Kabinda a Mbuji-Mayi también pasamos por una aldea rural donde la gente nos recibió muy bien. En todas partes hay gente que habla francés, por lo que he podido conversar con varios de ellos».
Finalmente dijo que «me traje una Biblia en Tshiluba, a ver si alguna vez yo o algún otro sacerdote puede aprender esa lengua de gran riqueza cultural e histórica, ya que fue la lengua de uno de los grandes reinos antiguos del Congo, el reino Luba. En fin, fue una buena experiencia espiritual y cultural que enriquece la misión. También pude conocer gente muy interesante, sería lindo algún día poder fundar Fasta en esos lugares».
No queda más que agradecerle al padre Eduardo Lloveras su entrega total a la misión, que no es otra que llevar la palabra de Cristo a todos lados.
Los caminos del Señor son insondables.