La Plaza de San Pedro se llenó de júbilo y esperanza el jueves 8 de mayo, durante la presentación al mundo del nuevo Papa, León XIV. Entre la multitud de peregrinos, milicianos de Fasta Costa Rica y Fasta Córdoba se unieron en oración y celebración, siendo testigos de un momento histórico para la Iglesia Católica.
Carlos Fernández, miembro del Convivio Duc in Altum de Córdoba, compartió su experiencia: «Cuando el estado de salud del Papa Francisco todavía era bueno, seis amigos del Convivio Duc in Altum de Córdoba planificamos un viaje a Europa que por supuesto incluía Roma. La enfermedad del Papa y su muerte nos dejaban sin la posibilidad de verlo en la audiencia de los miércoles o en el Ángelus de los Domingos».
Sin embargo, el viaje tomó un giro inesperado y significativo: «Fue indescriptible la alegría de la gente, los cantos, los abrazos, la alegría y las lágrimas. Había gente de todas las naciones e idiomas, curas y monjas, jóvenes y viejos todos unidos en la misma esperanza. Y se abrió la ventana y el ‘Habemus Papa’ ya llenaba los ojos de lágrimas de todos los que nos rodeaban. Apareció el nuevo Papa y ya la emoción fue incontenible. Estaba el nuevo Pedro y con voz fuerte y clara decía: ‘la paz esté con ustedes!’ Queda por último dar gracias a Dios por esta gracia de haber aprendido a amar a la Iglesia en Fasta y estar frente al nuevo Papa como ‘peregrinos de esperanza'».
Marlene Delgado, de Fasta Costa Rica, también compartió su emoción: «Qué inmensa alegría los momentos de espera, humo blanco sobre el Vaticano, ‘Habemus Papa’. La tercera fumata valió la pena estar sentada en el suelo rezando para que pronto el Colegio de Cardenales, iluminados por el Espíritu Santo, anunciara el nombre del nuevo Pontífice…». Y agregó: «Sí, una gran alegría y signo de esperanza».
La presencia de milicianos de Fasta en la Plaza de San Pedro, representando a comunidades de diferentes países, subraya la unidad y el espíritu del Movimiento Fasta. Su testimonio de fe y alegría, compartiendo la emoción de la elección del nuevo Papa, refleja el compromiso de Fasta con la Iglesia y su misión de llevar el Evangelio al mundo.
Este momento histórico, vivido por los milicianos de Fasta como «peregrinos de esperanza», se convierte en un recuerdo imborrable y en un renovado impulso para seguir construyendo el Reino de Dios en cada rincón del mundo.
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