8º aniversario: «El ruca Cupai Porá son muchísimas cosas»
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- Nelson Santillan
- 5 de septiembre de 2022
- Chaco Movimiento Fasta
Carta Festejo 8º aniversario, por Luciano Gasparini , jefe del Ruca.
En julio de 2019, el ruca se mudaba de lugar y comenzábamos a tener actividades en esta parroquia. El primer sábado, veo a uno de los chicos (que tenia 13 años en ese entonces, ahora ya esta un poco mas grande) con una cara triste, enojado. Raro porque a pesar de que a veces le agarra la locura, la mayoría del tiempo esta con una sonrisa. Me acerco y le pregunto que le pasaba, y me contesta con tres palabras que me dejaron pensando: Extraño al ruca.
Claramente lo que el chico hacia referencia era a ese terreno, ubicado en Velez Sarsfield y Asunción donde tuvimos actividades los primeros 5 años de fundación. El ruca era un lugar, y la pregunta era ¿Cambiábamos de ruca? ¿Sera que los sábados no iban ser lo mismo? ¿El lugar cambia, pero la esencia también? Pero todas estas preguntas llevaban a una, ¿Qué era el ruca?
Bueno querido Lucio, no se que te respondí aquella vez. Seguro te di una respuesta sin sentido y apurada, en medio de los ruidos por el comienzo de actividades y los chicos yendo y viniendo.
Hoy, 3 años después de ese día y 8 años desde el primer sábado de actividades tengo una opinión más formada y una respuesta que creo que es más correcta.
¿Qué es el ruca Cüpai-Porá?
Cüpai-Porá es un sueño que comenzó un 23 de agosto de 2014, hace ya 8 años, en la casa de Ilda Dellamea (Lulu para los conocidos que le tenemos cariño). Un sueño que comenzó con dos locos, una chica de Mendoza, llamada Laurita; y uno de Catamarca, llamado Juancho (que tenemos la suerte o la mala suerte de tenerlo hoy acá). Dos locos que dejaron todo y se vinieron al calor chaqueño a fundar una idea, una imagen que tenían en sus cabezas, ya que acá TODAVIA no había nada.
Abro paréntesis. Aunque no este, gracias Lulu por traer a Fasta y brindarnos tu casa. Cüpai-Porá es ese primer sábado de jugar al uno y tomar teres, en donde con videos, imágenes y anécdotas inchequeables nos hicieron participes de su idea a algunos de los que hoy estamos aca. Es, también, los primeros sábados que por obra del Espíritu Santo, comenzaban a caer chicos y chicas a las actividades. Actividades que no tenían un lugar establecido (a veces en el Cef, otras en casas o en las plazas). El lugar no importaba, importaba conocernos y
compartir.
Cüpai-Porá son los 12 misioneros que vinieron detrás, que; salvando las grandes diferencias, eran como los apóstoles enviados por Jesús, de dos en dos; dejando todo y viniendo a evangelizar, a aportar cada uno lo suyo en esta comunidad. El Espíritu Santo no nos dio el don de lenguas, pero sí el de tonadas. Empezamos a hablar mendocino (por Diego y Laura), catamarqueño (por Juancho).
Empezamos a decir shuvia y shendo (por 5 porteños, Cane, Teru, Colo, Santi, Pilu) y a estirar las palabras como los cordobeses (por Irina y Maxi). También empezamos a decir chango, galleta y otras palabras que MEJOOR no decirlas ahora (Estas últimas culpa de 4 tucumanos Lourdes, Adrian, y dos que tampoco se si tenemos la suerte o mala suerte de tenerlos hoy acá, Franco y Agustina) A estas 14 personas, GRACIAS. Muchos de acá capaz no los conocen, pero el ruca dio sus primeros pasos por ellos. Gracias por su misión y por sus a tus
órdenes.
Si Lucio, Cüpai-Pora es también ese terreno ubicado en Velez Sarsfield y Asunción. Ese baldio, que después tuvo dos piezas pequeñas y que estuvo presente en las primeras formaciones, los primeros sábados, las primeras marchas y la fundación de la mayoría de las secciones. Ese pequeño espacio, donde el ruca comenzó a florecer, donde el sueño comenzaba a tener un horizonte.
El ruca fue esas primeras risas, lagrimas, gritos y cantos que ahí sucedieron. Fue también el haber comprado un inodoro y que nos roben, o el haber comprado un ventilador, y que nos roben, o haber conseguido donado otro inodoro y que también nos lo roben. El ruca fue esos robos pero también fue el levantarse de cada uno de ellos y seguir. El ruca era volver de las vacaciones y encontrarse con el Amazonas, lleno de yuyos y plantas que había que sacar. Era el almuerzo con escus y capes, las actividades fuertes de los templarios o el mural de la
virgen pintado por adas. Todo eso era y es, el ruca.
Cüpai-Pora son sus viajes y campamentos. Son sus actividades organizadas y las no tan organizadas. Son las que se planifican un mes antes y las que se salvan por creatividad en los últimos minutos. El ruca es una visita al Parque de la Costa con la excusa de la ordenación de un cura, es un campamento inundado, un campamento lleno de víboras, es una copa ganada, un locro de 9 de julio, una peregrinación a Itatí o lo que se nos ocurra para ver esas sonrisas pintadas en todos los que viven cada actividad.
Cüpai-Pora son sus personas. Por eso el ruca siguió siendo ruca esos dos años de pandemia que los sufrimos todos. El ruca fueron las actividades virtuales. Fue el que se iba a hacer un café y no volvía, o el que se conectaba en pijama, recién levantado o al que se le cortaba la luz. El ruca fue no vernos las caras, pero igual estar conectados como si nos las estuviéramos viendo. Fue el mensajito de whatsapp, o la videollamada, o el torneo de free fire. Fue el darse cuenta que la comunidad se vive ya sea presencial o virtual.
Cüpai-Pora son sus milicianos. Son sus capes, alegres y traviesas, sus escuderos, fervorosos y rebeldes, sus herederas templadas e inquietas. Son los templarios, el motor y el equipo de futbol, y sus adalides las de introspección y formación. Son la agrupación milicianos, los de charlas largas y el mate en el brazo. También son la Agrupación Mayor, los que siempre estan para darnos una mano y salvarnos alguna que otra vez. Los de camisa chica y corazón grande.
Y por último, el ruca son sus jefes, los que responden a tus órdenes y comprometen su vida. Los de las reuniones eternas, las convocatorias impresas, o las canas a pesar de que rondemos los 20. Los que aciertan y se equivocan. Los llamados profes, que aunque enseñan, terminan aprendiendo mas ellos.
El ruca son los viejos y los nuevos. Los que están y los que vendrán. Son los que se fueron y a veces vuelven y también son los que se fueron y no volvieron, por eso una parte del ruca se va con cada uno de ellos.
Cüpai-Porá es este lugar inmenso que espera ser llenado. La cancha de futbol, la de padel, el templo y el teatro. Es una parroquia que nos abrió las puertas y nos dejó continuar nuestro sueño en este lugar. Por eso, también gracias.
Finalmente, Cüpai-Pora son 8 años de risas y juegos, de alegría y caridad. También de algunas diferencias, que no escapan a ninguna comunidad. Son 8 años de una fe viva y fervorosa, y de un espíritu santo que sopla en cada sábado y en cada actividad.
Perdón Lucio, si termine mareándote. Vos acordate lo más importante, CüpaiPorá es una FAMILIA QUERIDA. Una familia de fe, amor y fiesta.
Para terminar, les dejo algo que dijo el Padre Guille en una homilía, al recordar como nos quería ver el Padre Fosbery, fundador de Fasta y toda su obra que falleció en Mayo de este año.
“Nuestro fundador no nos quería ver pesimistas, ni optimistas; sino ESPERANZADOS… audaces, entusiastas, alegres y joviales. No solo soñamos, sino que edificamos, construimos la Ciudad de Dios en la Ciudad de los hombres”.
8 años es mucho y a la vez no son nada, seguimos caminando con la boina orejeada y el estilo en el cantar, siguiendo la grandeza de un ideal.
Muchas gracias a todos, feliz aniversario Ruca Cüpai-Porá.
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