Santo Tomás de Aquino: Luz y Sabiduría en el Arte de José Risueño

Nelson Santillan

En la historia del arte religioso, Santo Tomás de Aquino ha sido una de las figuras más representadas, encarnando la unión entre fe y razón. Entre las muchas representaciones del doctor angélico, destaca la pintura de José Risueño, artista granadino del siglo XVII, quien logró plasmar con maestría no solo la grandeza espiritual del santo, sino también su papel como guía intelectual en la tradición católica.

Risueño, José
Granada, 1665 – Granada, 1732

La obra, realizada en óleo sobre lienzo, mide 164 x 104 cm y pertenece a la colección del Museo Nacional del Prado, aunque actualmente está depositada en el Museo Provincial de Lugo, institución encargada de su custodia. En ella, Santo Tomás de Aquino aparece de pie, vestido con el hábito dominico, compuesto por una túnica blanca, un escapulario monacal que simboliza su consagración al servicio de Dios, y un manto negro. En su mano derecha sostiene una pluma de la que emanan rayos de luz, una poderosa síntesis visual de su capacidad para iluminar la doctrina con su escritura. En la mano izquierda lleva un libro, emblema de su dedicación al estudio y a la transmisión del conocimiento. Sobre su pecho, un sol resplandeciente simboliza la luz y el calor de su sabiduría, mientras que, a su espalda, dos grandes alas evocan el momento en que los ángeles le ciñeron el cíngulo de la castidad. Completando esta escena de profunda carga simbólica, el Espíritu Santo, en forma de paloma, desciende sobre su cabeza, recordando la inspiración divina que guió su pensamiento.

El estilo de José Risueño, marcado por la influencia de Alonso Cano y el barroco español, combina un delicado manejo de la luz y el color con un profundo sentido de lo espiritual. En esta pintura, su maestría técnica no solo invita a admirar la figura del santo, sino también a contemplar su mensaje trascendente. Risueño logra armonizar la humanización del santo con la exaltación de su divinidad, guiando al espectador hacia una experiencia estética y espiritual.

La iconografía de Santo Tomás de Aquino, profundamente enraizada en la tradición dominica, refuerza su figura como «luz de la Iglesia». El sol en su pecho no es solo un ornamento, sino una declaración visual de su influencia teológica y filosófica, iluminando generaciones con su enseñanza. Esta simbología, ampliamente difundida y reconocida, se complementa con otros elementos, como el libro y la pluma, que subrayan su incansable labor intelectual al servicio de la fe.

Esta obra de José Risueño no es solo un homenaje pictórico, sino una puerta abierta a la contemplación del legado de Santo Tomás. Al observarla, somos invitados a recorrer el camino de la Vía Pulchritudinis, descubriendo cómo la belleza del arte puede ser un medio privilegiado de evangelización y diálogo. En la figura del santo, el espectador encuentra un espejo donde la verdad y la belleza se entrelazan, iluminando el corazón y la mente de quienes se detienen a contemplarla.

Por Carola Foster

Fuentes consultadas:

  • Museo Nacional del Prado: Descripción de la obra «Santo Tomás de Aquino» de José Risueño. Disponible en: [https://www.museodelprado.es]
  • Frailes Dominicos: «Iconografía de Santo Tomás de Aquino». Disponible en: [https://www.op.org.ar]

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