Fernando Rambaldi: «El Santo cura Brochero como patriota, político y líder»
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- Nelson Santillan
- 8 de mayo de 2024
- 1
- Movimiento Fasta
Este texto es la conferencia que pronunció Fernando Rambaldi el sábado 4 de mayo de 2024, durante la Marcha del Varón 2024, en la localidad de Villa Cura Brochero en la provincia de Córdoba.
Por miliciano magister Fernando Rambaldi (*)
Contexto histórico
La historia de José Gabriel del Rosario Brochero sucede en un marco político donde la Argentina atraviesa uno de sus peores conflictos políticos, la rivalidad entre unitarios (liberales) y federales, durante la segunda mitad del siglo XIX. En la mayoría de sus años de sacerdocio en traslasierras la Argentina fue gobernada por unitarios o liberales, que se caracterizaban por buscar imponer un modelo de gobierno similar al que proponían Francia e Inglaterra, “los ejemplos a seguir”, dándole mayor importancia al puerto, en Buenos Aires, dejando de lado la manufactura del interior: es lo que llamamos “modelo agroexportador”.
En la zona de las sierras cordobesas había una realidad social y económica muy particular. La postergación regional y la ausencia de desarrollo impedían salir del atraso y la marginación. Era una situación de aislamiento por la realidad geográfica, pero también por la falta de políticas de integración para atacar la falta de vías de comunicación, el atraso cultural y el abandono religioso.
Hay que recordar que luego del triunfo de Mitre en la Batalla de Pavón en 1861, se inicia en Argentina un período conocido como las “presidencias liberales” (Mitre, Sarmiento, Avellaneda), que proponían como elementos de progreso la inmigración, la llegada de capitales y afianzar las vías de comunicación, principalmente con la construcción de vías férreas. La idea de “progreso” estaba en boga y Argentina se encaminaba a un período de crecimiento sistemático, pero sin lugar a dudas, desigual entre las provincias.
Hablé de los unitarios como personeros de una mirada extranjerizante, y es así sin dudas, sobre todo en el plano religioso, dado que consideraban a la vieja herencia hispano católica como un germen de atraso del pueblo, lo que debía ser arrancado como yerba mala, para poder dar lugar a la nuevas ideas iluministas y masónicas que eran la moda en Europa.
A esto se sumaba el hecho de que la Iglesia en Argentina todavía no lograba recuperarse de la gran crisis que significó el período de la independencia, dado que luego de las guerras de emancipación, perdimos la tutela del Reino de España, a través del Patronato, y hasta hubo rupturas periódicas con el Vaticano, lo que impactó de manera negativa en los seminarios, conventos y casas de formación. Era común el ingreso a seminarios por cuestiones de status o como salida social, más que como vocación.
Brochero viene a ser parte de una camada que, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, empieza a revitalizar el clero local. Y cabe destacar que él no aspira al sacerdocio como medio de ascenso social, todo lo contrario, incluso se reafirma en él la consigna evangélica de Jesús: “No he venido a ser servido, sino a servir”. En 1866 es ordenado sacerdote y al poco tiempo (1869) es elegido vicario del departamento San Alberto, conocido hoy como el valle de Traslasierra, con sede en la localidad de Villa del Tránsito. Llegará a evangelizar y a servir.
Adecuándose a la realidad serrana, Brochero adopta a la mula como medio de movilidad, ya que era el híbrido más usado por la mayoría de los serranos. A lomo de su mula malacara, va surcando los caminos hasta conocer cada rincón de las sierras. Muchas horas de sus días y buena parte de sus noches, están unidas a la imagen que se hace familiar cuando anuncia su llegada con su característico saludo: “Ave María Purísima! Compañero de viajes fatigosos, malacara lo lleva a todos los poblados de su curato y así el cura Brochero conoce cada una de las familias diseminadas por las sierras.
Hugo Wast decía que Brochero “…fue un apóstol, un ardiente evangelizador de los pobres, que hubiera mandado al diablo sus instrumentos de apostolado, sus caminos, sus ferrocarriles, sus escueles y hasta su célebre malacara, en cuanto hubiera advertido que eso no servía para su único propósito: ganar almas para Dios” (1).
La tarea pastoral de Brochero es innegablemente fructífera.
Sin embargo, y luego de haber dado un pantallazo de la situación política de la época, quisiera proponerles que bajemos por un rato a Brochero de la mula. Que dejemos de lado el Brochero sacerdote, gaucho, bautizador serial que logró reunir a miles de feligreses para realizar sus famosos ejercicios espirituales ignacianos, tanto en Córdoba como en sus pagos.
Vamos a hablar un poco del Brochero en su faceta política. Política con mayúscula, entendida, como decía Aristóteles como “la actividad más noble del hombre, asumiendo que la persona humana es un ´animal político´, y que cada individuo sólo se puede realizar plenamente en sociedad ya que posee la necesidad de vivir con otras personas, dado que es gregario”.
Es entender a Brochero como un “hacedor”, como un GESTOR, que seguramente más de un intendente actual querría contar entre sus párrocos o al menos, entre sus funcionarios. Porque Brochero entendió su tarea desde el servicio a sus feligreses y a su patria chica, Villa del Tránsito. Y lo hizo tal cual lo entendemos nosotros en FASTA, y comprendió que la perfección, tanto espiritual pero también humana de sus serranos, era su aporte a la salvación de sus almas, pero también a la construcción de su Patria.
Ya Fosbery nos decía que lo político tiene 3 niveles de realización (2):
- El «patrimonio» – nivel fundante de la comunidad política, es el nivel donde está el patrimonio de la nación: la Patria. Es el nivel fundante de la comunidad política, es el nivel donde está el patrimonio de la nación, sus gestas, su conciencia histórica, sus valores culturales, sus valores fundantes, su idioma, sus poetas, sus artistas, sus santos. Es irrenunciable a todo argentino de bien, ya que es nada más y anda menos que la lucha cultural por nuestra identidad: todos estamos llamados a dar el buen combate.
- La «Nación» – este nivel es el de la organización social del país. La patria se hace Nación. ¿Qué es la Nación? Es la Patria organizada, las instituciones intermedias en las cuales la gran mayoría de nosotros participamos y que muchas veces coincide con nuestra profesión/vocación.
- El «Estado», donde se debate el poder. Apuntar a este nivel presupone una vocación muy definida y muy clara de quien la tiene y la quiere hacer. Es sumarse al juego partidario para ocupar espacios de poder para la construcción del Bien Común. Este es el único nivel donde Brochero no realiza su actividad, pero en los otros dos, sin lugar a dudas lo hace.
El santo cura Brochero es un verdadero modelo de cómo asumir la temporalidad, según nos pide una de nuestras notas configurativas del estilo miliciano, y hacer BUENA POLÍTICA.
Obra
Se lo recuerda como el “cura gaucho” que asumió como suyas las necesidades de la gente. La realidad es que con sus propias manos y animando a los pobladores construyó iglesias y capillas, levantó escuelas y abrió caminos entre las montañas. Por aquel tiempo, fines del siglo 19, el extenso Curato de San Alberto (de 4.336 kilómetros cuadrados) contaba con poco más de 10.000 habitantes que vivían en lugares distantes sin caminos y sin escuelas, desperdigados por las Sierras Grandes de más de 2.000 metros de altura. Era triste el estado moral y la indigencia material de la gente (3). Brochero no se desanima, sino que desde ese momento dedica su vida toda no sólo a llevar el Evangelio sino a educar y a buscar la promoción integral de sus habitantes. Es su faceta política de “gestor y hacerdor”
Con sus feligreses construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias, fundó pueblos, construyó un canal de irrigación desde Panaholma hacia Villa del Tránsito y se preocupó por la educación de todos. Solicitó ante las autoridades y obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas.
Estaba convencido que los caminos eran sendas de progreso, es por eso que inicia un comprometido y perseverante trabajo para convencer a las autoridades cordobesas de la necesidad de conectar la capital con el oeste serrano. Hay que entender que los únicos caminos que existían eran los que, en épocas del virreinato, habían abierto los carretones españoles y que ir a la capital llevaba más de tres fatigosos días. El estado de los caminos era desastroso. Ya en 1869 se había aprobado una ley para estudiar la posibilidad de abrir nuevos caminos “a partir de un crédito de 1500 pesos fuertes”. Es Brochero quien, aprovechando sus buenas relaciones con el Dr. Juárez Celman, dará impulso a que se concrete: en enero de 1883 se entrevista con el gobernador y lo invita a visitar Villa del Tránsito y los departamentos del oeste, como se los conocía en aquella época. Y lo consigue. A su regreso, el gobernador decreta que debe “estudiarse un camino de herradura o caballería y hacer el presupuesto de las obras necesarias” y designa al Topógrafo don Toribio Aguirre, al presbítero Gabriel Brochero y a los vecinos Guillermo Molina y Pedro Cuestas entre otros, para que realicen la obra(4). ¡Y así lo hicieron! A fuerza de hombre y mula, metro por metro, se fue abriendo el esperado camino de las Altas Cumbres. Esta construcción no fue sencilla, por las rudimentarias tecnologías empleadas en ese momento, siendo el pico y la pala, las únicas herramientas para abrir el camino. De aquellos primeros años, se distinguen dos famosos tramos, el Camino de Giulio Cesare o “Camino del Peregrino” y el Camino de los Puentes Colgantes o “los puentes de Copina”. Con el tiempo fue reemplazado por el actual camino pavimentado por el que todos llegamos a la vieja Villa del Tránsito, hoy Villa Cura Brochero: la obra tardó 54 años en terminarse (1965-2019).
Al año siguiente de su llegada a Villa del Tránsito comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba, para hacer los Ejercicios Espirituales recorriendo unos 200 kilómetros a través de las sierras. La travesía requería tres días a lomo de mula y las caravanas muchas veces superaban las quinientas personas (¡eran como las marchas del Templario!). Más de una vez fueron sorprendidos por fuertes tormentas de nieve. Al regresar, tras nueve días de silencio, oración y penitencia, sus feligreses cambiaban de vida, seguían el Evangelio y buscaban el desarrollo económico de la zona. Brochero es quien convence a todos para que participen, los conoce a todos, se hace cargo en la mayoría de los casos de pagarles la cuota establecida para la pensión de los ocho días. Al terminar los Ejercicios, Brochero es el encargado de acompañar a los feligreses en esta renovación profunda que han experimentado, para que se plasme como nuevo modo de vida, tanto en la relación familiar como en la vecindad(5).
A Brochero le importa no solo la salvación del alma, sino la transformación integral de la persona, capaz de comprometerse concreta y cotidianamente con el bien de la comunidad. Otra vez el Bien Común y la promoción integral de la persona. Otra vez, encontramos al Brochero en su faceta política, preocupado por la persona humana, con nombre y apellido.
En 1875, con la ayuda de los fieles, comenzó la construcción de la Casa de Ejercicios de la entonces Villa del Tránsito. Fue inaugurada en 1877 con tandas que superaron las 700 personas. Durante su ministerio parroquial pasaron más 40.000 personas. También construyó la Casa para las Religiosas, el Colegio de Niñas y la Residencia para los Sacerdotes.
Capítulo especial merecen sus interminables gestiones para la construcción del ramal ferroviario Soto – Villa Dolores. Convencido de que era la mejor manera para el progreso de la zona, para el bienestar general y el bien común de traslasierra, empieza a gestionar con las autoridades provinciales y nacionales la construcción de este ramal que, a su decir: “Si la Nación le pusiese a esta zona un tren, diariamente le darían a ella tanta carga que el tren no alcanzaría»(6).
Sus primeras gestiones fueron ante su amigo, Juárez Celman, con quien logró que se aprueben los estudios preliminares y hasta la presentación de un proyecto de ejecución en la Legislatura provincial, a instancias de Marcos Juarez, en 1889: lamentablemente, los ediles de la época consideraron que la obra insumía excesivos fondos, que necesitaban disponer para otros fines. Realizó numerosos viajes a Buenos Aires para intentar promover su idea, teniendo entrevistas con el Ministro de Obras Públicas de la Nación, Emilio Civit, entre otros. Para realizar estos viajes hacía actividades varias entre los vecinos pudientes para “limosnearles”, como solía decir, dado que no tenía otra forma de reunir el dinero para sus viajes de gestión. Hasta consiguió que grandes terratenientes donaran las tierras por donde a futuro pasaría el ferrocarril. En septiembre de 1904 por ley de la nación numero 4366 fueron autorizados y se hicieron los estudios correspondientes para la obra. Por esa época Brochero le escribía al presidente Roca: “Aunque es gran imprudencia, pídole de yapa de las otras deferencias, que haga una guiñadita al senado, para que sancione ramal a Soto, hasta el 18, que iré a su casa a pedirle perdón de este atrevimiento”(7). Inmediatamente se fue para Buenos Aires a seguir las gestiones. ¡Era el mejor intendente!
Cuando vio que su sueño se desvanecía, incluso llegó a “operar” políticamente, amenazando con retirar el apoyo al roquismo (Orden Conservador) poder de la época, y apoyar a los díscolos radicales, si el proyecto no avanzaba. Recordemos que en 1890 se produjo la famosa “revolución del parque”, incentivada entre otros, por la joven Unióno Cívica Radical de Leandro Alem: en el fondo, Brochero va a simpatizar con alguno de sus preceptos, principalmente por poner la centralidad en los más pobres y necesitados, y todo esto a pesar de las grandes amistades que tenía con muchos conservadores del Partido Autonomista Nacional. Sin embargo, supo ser respetuoso y cauto; moderado y prudente. Un verdadero político.
A pesar de todo, el ramal Soto – Villa Dolores fue uno de los sueños incumplidos de José Gabriel del Rosario Brochero. Logró, en 1905, la promulgación de la Ley 4872 que establecía las contrataciones necesarias, pero la obra nunca se realizó. Ni siquiera cuando tiempo después visitó a Hipólito Yrigoyen en Córdoba, con el mismo pedido, pudo ver construido el ramal que uniría las localidades de Traslasierra que él juzgaba necesarias para el progreso en la zona.
Un periodista publicó en un diario cordobés en 1887: “Es un hombre de carne y huesos: dice misa, confiesa, ayuda a bien morir, bautiza, consagra la unión matrimonial, etc. Y sin embargo es una excepción: practica el Evangelio. ¿Falta un carpintero? Es carpintero. ¿Falta un peón? Es un peón. Se arremanga la sotana en donde quiera, toma la pala o la azada y abre un camino público en 15 días, ayudado por sus feligreses. ¿Falta todo? ¡Pues él es todo! y lo hace todo con la sonrisa en los labios y la satisfacción en el alma, para mayor gloria de Dios y beneficio de los hombres, y todo sale bien hecho porque es hecho a conciencia. Y no ha hecho solamente caminos públicos: Ha hecho también una buena Iglesia. Ha hecho, además, un gran colegio… ¡y todo sin subsidio de la Provincia, sin erogación por parte de los miembros de la localidad! ¡Lo ha hecho todo con sus propias garras! ¿Milagro? No. La cosa es muy sencilla. Es cuestión de honradez y voluntad. En otros términos: es cuestión de haber tomado el apostolado en serio, como lo ha tomado el cura Brochero”.
Fue, como lo definió Bischoff, un “OBRERO DE DIOS”(8).
Este cura gaucho, que vivió en nuestro suelo, que anduvo en nuestros caminos y que hoy sigue presente en el corazón de quienes pudieron conocerlo a través de sus obras, sus escritos y sus anécdotas, es uno de los nuestros y nos invita con su vida a que seamos generosos, que estemos dispuestos a servir a los demás. Este cura cuya vida fue un ejemplo de nuestra máxima “servir es un honor, es el mismo que dio respuestas a su realidad temporal y trabajó con tesón para poder modificarla, comprometido con la patria y el progreso ciudadano orientado al Bien Común. Este cura basó su santidad en la simpleza, en la austeridad y en la generosidad, dejándolo todo por su gente: cuentan que su casa era al extremo humilde y que se parecía a la celda de un convento.
Preocupado por el bien común y el bienestar de su pueblo acometió innumerables obras materiales trabajando codo a codo con sus paisanos. Como acertadamente decían nuestros Obispos de la Conferencia Episcopal Argentina en 2016 con motivo de su canonización “…para él, evangelización y promoción humana eran caras de una misma realidad”(9).
Por todo esto es que al principio les propuse “bajar a Brochero de la mula”, dejar por un rato de lado al cura gaucho, al humilde sacerdote tomador de mates en cada rincón de su Villa con iletrados campesinos, para poder así ver otras facetas de su vida, más humanas o políticas quizás, pero siempre rescatando que cada acción que realizaba estaba atravesada por el fin último y trascendente que tuvo en su vida: la perfección personal, suya y de su pueblo, para llegar a la casa del Padre.
Su vida es un reflejo de nuestro santo y seña miliciano: ¡por la Patria, hasta Dios!
(*) Fernando forma parte de la filas de Fasta desde escudero. Es magister en historia. Actualmente es intendente del Municipio de La Calera en la provincia de Córdoba. Está casado con María Belén Tiengo, miliciana de Córdoba.
1) Artículo reproducido por el Instituto Hugo Wast en el año 2013, que con el título El admirable Cura Brochero modelo de apóstol escribió hace más de 50 años el escritor y novelista católico argentino Gustavo Martínez Zuviría, más conocido por su seudónimo literario de Hugo Wast.
2) FÓSBERY, Aníbal E., La vocación política del católico, ponencia dada en el Seminario para la formación de los milicianos de FASTA “El Orden Social en la Argentina”, 2002.
3) FELGUERAS, Esteban, El Santo cura Brochero. Más nuestro que el pan casero. Bs. As., Edit. Bonum, 2010
4) BISCHOFF, Efraín U., El Cura Brochero Un Obrero de Dios, El Emporio Ediciones, Córdoba, 2013
5) FELGUERAS, Esteban, El Santo cura Brochero. Más nuestro que el pan casero. Bs. As., Edit. Bonum, 2010
6) BISCHOFF, Efraín U., El Cura Brochero Un Obrero de Dios, El Emporio Ediciones, Córdoba, 2013
7) Op Cit, pp 250
8) BISCHOFF, Efraín U., El Cura Brochero Un Obrero de Dios, El Emporio Ediciones, Córdoba, 2013
9) Conferencia Episcopal Argentina, El cura Brochero, cartas y sermones, Bs. As., 1ra edición, 2013
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Comentario (1)
Mario Calichio
08 May 2024Gracias, Fernando! Por tu vocación política