Lo que hay que saber mientras Trump congela los fondos federales para Harvard y otras universidades

Nelson Santillan

El presidente Trump está tratando de influir en qué universidades reciben apoyo financiero federal, una práctica que comenzó en la época de la Segunda Guerra Mundial.

Por Talya Minsberg, para The New York Times. Publicado el 15 de abril de 2025
Actualizado el 16 de abril de 2025 a las 8:51 a. m. ET

El enfrentamiento entre la administración Trump y las instituciones de educación superior se intensificó el martes, cuando el presidente Trump amenazó el estatus de exención de impuestos de la Universidad de Harvard después de que la escuela se negó a aceptar las demandas de su administración en materia de contratación, admisiones y plan de estudios.

Su amenaza y lo que está en juego pusieron de relieve no sólo los miles de millones de dólares en financiación gubernamental que reciben las universidades cada año, sino también cómo empezó esa práctica y a qué se destina todo ese dinero.

¿Cuándo empezaron los colegios y universidades a recibir fondos federales sustanciales?
Alrededor de la época de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos comenzó a financiar universidades con el fin de ayudar al esfuerzo bélico, canalizando dinero hacia la investigación médica, la innovación y la ayuda financiera para los estudiantes.

La relación entre el gobierno federal y la educación superior pronto se volvió simbiótica. Dado que el gobierno dependía de las universidades para formar estudiantes capacitados y con posibilidades de empleo, así como para realizar investigaciones científicas innovadoras, las universidades pasaron a depender de una financiación continua.

En 1970, el gobierno destinó cerca de 3.400 millones de dólares a la educación superior. Hoy en día, cada universidad depende de lo que podrían ser miles de millones de dólares, que se destinan principalmente a ayuda financiera e investigación. Tan solo Harvard recibe 9.000 millones de dólares.

El congelamiento de fondos de la administración Trump han provocado paros laborales, recortes de contratos, puesto en peligro la investigación médica y dejado a los estudiantes en una situación precaria. Las reducciones también pueden afectar a hospitales afiliados a universidades, como el Instituto Oncológico Dana-Farber y el Hospital Infantil de Boston, ambos afiliados a Harvard.

Las universidades han subrayado que perder la financiación federal pondría en peligro docenas de estudios médicos y científicos, incluidos aquellos sobre el cáncer y la diabetes.

Después de que la administración Trump congelara mil millones de dólares para Cornell, la universidad dijo que las subvenciones afectadas incluían “investigación en nuevos materiales para motores a reacción, sistemas de propulsión, redes de información a gran escala, robótica, superconductores y comunicaciones espaciales y satelitales, así como investigación del cáncer”.

Cuando Trump retiró 790 millones de dólares de Northwestern, la universidad dijo que la congelación obstaculizaría su investigación en robótica, nanotecnología, entrenamiento militar extranjero y enfermedad de Parkinson.

La Universidad de Pensilvania, a la que se le suspendieron 175 millones de dólares de financiación federal, informó que el profesorado de siete facultades se vio afectado. Sus contratos, según un comunicado del rector de Pensilvania , incluían investigaciones sobre la prevención de infecciones hospitalarias, la detección de fármacos contra virus mortales y la protección contra la guerra química.

Sí y no. La mayoría de las universidades se financian con matrícula y cuotas, donaciones privadas, becas de investigación y fondos estatales y federales. Pero gran parte de ese dinero viene con restricciones.

Harvard tenía un fondo de dotación (ndr: conjunto de donaciones que se invierten para generar ingresos sostenidos para una organización) de 53.200 millones de dólares en 2024, mucho más que cualquier universidad estadounidense.

Pero ese fondo de dotación no sirve como cajero automático para la escuela.

Muchos fondos tienen restricciones específicas que dictan cómo y cuándo se puede utilizar el dinero. En Harvard, por ejemplo, el 70 % de la distribución anual de la dotación se asigna a programas o departamentos específicos por los donantes. Las donaciones podrían destinarse exclusivamente a la Escuela de Salud Pública TH Chan o específicamente a becas de posgrado. También puede haber restricciones legales sobre los fondos, así como normas sobre cuánto puede destinarse a gastos discrecionales.

Harvard se convirtió en la primera universidad en negarse a cumplir con las exigencias de Trump, alegando severas restricciones, incluyendo las que afectan a la libertad de expresión. En respuesta, las autoridades federales congelaron más de 2 mil millones de dólares en subvenciones. Sin embargo, el rechazo de Harvard a las exigencias de Trump podría marcar un punto de inflexión en su ataque contra la academia estadounidense.

“Si Harvard no hubiera adoptado esta postura”, declaró Ted Mitchell, presidente del Consejo Americano de Educación, a The New York Times, “habría sido casi imposible que otras instituciones lo hicieran”.

Los administradores universitarios de todo el país, tras ver a Columbia ceder ante Trump para evitar perder 400 millones de dólares en fondos federales, ahora esperarán a ver cómo Harvard y su presidente, Alan M. Garber, avanzan en su lucha contra la administración Trump. No está claro qué medidas tomará la administración Trump a continuación, aunque las posibilidades incluyen investigar la condición de organización sin fines de lucro de Harvard y cancelar más visas a estudiantes internacionales.

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